En China, la gente solía creer en la armonía entre el Cielo, la Tierra y el hombre, además valoraban la virtud y se centraban en la iluminación espiritual. Después de que el partido comunista chino (PCCh) llegó al poder hace varias décadas, reemplazó la cultura tradicional con la violencia, el odio y el engaño.

Cuando China abrió sus puertas en la década de 1970, los países occidentales lo vieron como una oportunidad para ayudar a llevar la democracia a China y al mismo tiempo cosechar beneficios económicos al asociarse con China. La idea de la democracia en China resultó ser una ilusión, pero los países occidentales nunca dejaron de comerciar con China, lo que le permitió crecer hasta convertirse en la segunda economía más grande del mundo y ejercer una influencia global, tanto financiera como política.

A medida que el coronavirus hace estragos en todo el mundo, muchos comenzaron a ver cómo el encubrimiento del PCCh convirtió una epidemia en una pandemia mundial y cómo asociarse con el PCCh para obtener beneficios económicos es como abrir la caja de Pandora.

El PCCh es un cáncer

La ciencia médica describe al cáncer como una enfermedad progresiva que puede comenzar con un tumor benigno localizado hasta convertirse en un “cáncer avanzado” que luego invade los tejidos cercanos y finalmente se propaga a otros órganos y a todo el cuerpo. Un examen de la historia del PCCh indica que, a través de los años después de que se arraigó y creció en China, se propagó por todo el mundo.

El PCCh fue fundado en 1921 y se inspiró en el modelo de la antigua Unión Soviética. Cuando la Unión Soviética llevó a cabo la gran purga en la década de 1930 (con una cifra de muertos de alrededor de un millón), desconocida para el mundo en ese momento, los miembros fundadores del PCCh saquearon a ricos terratenientes en el campo y asolaron las ciudades en una acción que llamaron “revolución”. Aunque esto iba en contra de la cultura tradicional china, la ganancia a corto plazo y la codicia por el poder atrajo sin embargo a una parte significativa de los ciudadanos chinos. El cáncer del PCCh, con un material genético de lucha de clases y odio, comenzó a tomar forma en China y siguió creciendo en los años siguientes.

Durante la reforma agraria de los años 50, el PCCh nacionalizó la tierra y etiquetó a los terratenientes como “enemigos del Estado”. En las campañas tres-anti y cinco-anti, incautó capital y activos en las ciudades, etiquetando a los dueños de negocios como “enemigos del Estado”. En la campaña anti-derecha, el régimen obligó con éxito a los intelectuales a abandonar sus valores e integridad y a ceder ante el partido de forma incondicional.

El PCCh continuó en 1959 durante el gran salto adelante, cuando se jactó de tener una producción de cosechas 150 veces más altade lo normal. Con el número exagerado, los agricultores se vieron obligados a entregar sus cosechas al gobierno, que exportó la mayor parte de los cultivos y dejó poco para el consumo interno. La hambruna resultante causó alrededor de 45 millones de muertes sólo entre 1959 y 1961.

Por si fuera poco, el líder comunista Mao Zedong lanzó otra oleada de campañas a mediados de la década de 1960 para atacar la cultura tradicional china. Conocida como la revolución cultural, en pocos años casi acabó con los elementos espirituales que habían inspirado a la civilización china durante miles de años, desde la literatura y el arte hasta la educación y la vida cotidiana.

Estas tragedias fueron desastres causados por el hombre, impulsados por la codicia del PCCh por el poder y la riqueza. En contra de lo que el pueblo chino esperaba, la tierra del país y gran parte del capital y los bienes fueron nacionalizados y en esencia eran propiedad de altos funcionarios del partido.

Aunque el PCCh se llenó los bolsillos saqueando a los “ricos”, prohibió que los “pobres” utilizaran la misma estrategia para obtener riquezas y desafiar su legitimidad. Esta contradicción muestra que la teoría del comunismo es en esencia errónea.

En tan sólo unas pocas décadas, el PCCh hizo pasar hambre al pueblo chino (hambrunas como en 1959-1961), enfermedades (como el mal manejo del SARS y el coronavirus), pérdida de bienes, pérdida de la cultura y muerte.

Metástasis a los países occidentales

“Sólo hay una manera de acortar, simplificar y concentrar las agonías mortales de la vieja sociedad y los sangrientos dolores de parto de la nueva sociedad, y esa manera es el terror revolucionario”, escribió Carlos Marx en 1848.

La receta letal para el comunismo probablemente excede lo que Marx sabía. Antonov Ovesyenko, cuyo padre dirigió el asalto bolchevique al Palacio de Invierno en 1917, dijo que el número de personas muertas como resultado de la conquista comunista de Rusia era de 100 millones. Los jemeres rojos mataron de 2 a 3 millones de personas de los 7 millones de habitantes de Camboya. El PCCh también fue responsable de más de 80 millones de muertes no naturales. Los asesinatos no fueron una sorpresa dado que las entidades comunistas sobreviven y prosperan gracias a la violencia, ya que aterrorizan a las fuerzas opuestas para mantener su propio poder.

Este material genético del comunismo le permite multiplicarse. En palabras de Marx, es “liberar al proletariado y con ello a toda la sociedad”, lo que en la era moderna se traduce en “colaboración multilateral” para el PCCh. Más específicamente, la actual dirección del PCCh se refiere a él como la “comunidad de destino humano”. En la patología del cáncer, esa “multiplicación” es la metástasis.

Sin embargo, motivados por la esperanza de una China mejor junto con los incentivos económicos, los países occidentales ignoraron las tragedias fabricadas por el comunismo y decidieron colaborar con China.

Como se describe en artículos anterioresen Minghui.org, incluso antes de que terminara la revolución cultural, el entonces presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, doblegó sus principios y visitó China en 1972, a lo que siguió el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas con China en enero de 1979. Con la concesión del estatuto de nación más favorecida (NMF por sus siglas en inglés), así como el acuerdo de cooperación en ciencia y tecnología firmado en 1979, cientos de proyectos de investigación conjunta y programas de cooperación se pusieron en marcha entre los dos países.

Aunque después de la masacre de Tiananmen en 1989 se presentó un proyecto de ley en la legislatura de los Estados Unidos para vincular la condición de derechos humanos de China con el estatuto de nación más favorecida, rara vez se aplicó, y el estatuto de China se prorrogó por lo general de manera incondicional bajo la presión de las empresas estadounidenses. Con la ayuda de los Estados Unidos y otros países occidentales, la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 le permitió un acceso casi ilimitado para entregar los genes comunistas a prácticamente todo el mundo.

Infiltración y daños

El PCCh se infiltró en el mundo de manera profunda y exhaustiva.

Según Trading Economics, el 19% de las importaciones de EE.UU. provienen de China, más que de cualquier otro país. Esto representaba 472.000 millones de dólares en 2019. De manera similar, una investigación de la universidad estatal de Michigan mostró que el estado de Nueva York importó 23.000 millones de dólares de China en 2018, mucho más que cualquier otro país, mientras que la exportación a China ocupó el octavo lugar y fue menos de 3.500 millones de dólares.

Este grave desequilibrio comercial impulsó la economía de China y afectó negativamente a la industria manufacturera y provocó la pérdida de puestos de trabajo en los EE.UU. Lo más importante es que le da a China una enorme ventaja para presionar a las empresas estadounidenses para que influyan en la política de los EE.UU. sobre China. Cuando el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, visitó Beijing en 1994, dijo a los líderes chinos: “Estamos dispuestos a proporcionar toda la ayuda que podamos a su banco central en aquellas áreas técnicas en las que tenemos muchos años de experiencia”.

En los últimos 20 años, los grupos financieros de Wall Street animaron a los estadounidenses a invertir en empresas chinas, mientras que las grandes empresas financieras suscriben transacciones para empresas chinas que comercian con los Estados Unidos.

Además, Bloomberg decidió agregar 364 bonos chinos en el país al Índice Global Agregado de Barclays durante 20 meses a partir del 1 de abril de 2019. Los analistas estiman que la inclusión completa atraería alrededor de 150.000 millones de dólares de entradas extranjeras en el mercado de bonos de China de aproximadamente 13 billones de dólares. Más tarde, el MSCI ACWI ex-EE.UU., uno de los muchos índices de acciones desarrollados por el MSCI (Morgan Stanley Capital International) Inc. anunció en noviembre de 2019 que aumentaría la importancia de las acciones de China A en determinados índices del MSCI hasta el 20%. De manera similar, FTSE Russell, la segunda compañía de índices más grande del mundo, anunció el 21 de febrero de 2020 que aumentaría la importancia de las acciones chinas en los índices de acciones, haciendo eco de la medida del MSCI.

Estas medidas no sólo afectan a la estabilidad y la seguridad nacional de los EE.UU., sino que también provocan incertidumbre en los hogares estadounidenses corrientes. Según un artículo publicado en Foreign Policy el 14 de enero de 2020, el 55 por ciento de los estadounidenses posee acciones y la mayoría depende de fondos de pensiones, fondos mutuos y cuentas de jubilación administrados profesionalmente. “Los índices de bonos globales que empezaron a agregar los bonos del gobierno chino a sus puntos de referencia… estos cambios importantes en la asignación de fondos podrían hacer crecer automáticamente la inversión de cartera de Estados Unidos en empresas y valores del gobierno chinos a más de un billón de dólares para fines de 2021, sin el consentimiento activo o el conocimiento de la mayoría de los estadounidenses”, escribió un artículo de foreignpolicy.com titulado “Los estadounidenses están invirtiendo más en China y ni siquiera lo saben”.

La infiltración del PCCh en los Estados Unidos también se profundiza en la propaganda (como los medios de comunicación de Beijing en los Estados Unidos como parte de su “poder débil”), la educación (como los institutos de Confucio), las comunidades y las organizaciones (como las Naciones Unidas y la OMS, esta última considerada como la marioneta del PCCh en la pandemia de coronavirus). Para más detalles, consulte un artículo de revisión recientesobre Minghui.

Los países europeos también desempeñaron un papel crucial en la ayuda al PCCh para que ganara poder, ignorando al mismo tiempo su deficiente historial en materia de derechos humanos. Por ejemplo, España fue el primer país de la UE en tener un ministro de asuntos exteriores que visitó Beijing después de la masacre de Tiananmen de 1989 y más tarde ayudó a levantar el embargo de armas de la UE contra China. España es miembro fundador del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras y participó en las cumbres de la iniciativa del cinturón y la ruta (BRI), un esfuerzo del PCCh para expandirse a nivel mundial. Además, Telefónica, uno de los mayores proveedores de operaciones telefónicas y de redes de telefonía móvil del mundo, invirtió fuertemente en el equipo 5G de Huawei, mientras que la ayuda de España hizo posible que el PCCh extendiera la BRI a América Latina.

Italia es hasta ahora el único país del G7 que firmó el BRI del PCCh, ignorando las opiniones de sus países socios occidentales. “Los chinos compraron principalmente el puerto del Pireo, en las afueras de Atenas”, informó The New York Times el 30 de marzo de 2019. Los nuevos acuerdos con China “ahora también le permitirán el acceso a puertos italianos críticos, como Génova y otro en Trieste, que tiene un enlace ferroviario que llega hasta el corazón de Europa Central”.

Cuando Boris Johnson se convirtió en el primer ministro del Reino Unido en julio de 2019, dijo que su gobierno sería muy “pro-China”. Además de apoyar el BRI del PCCh, afirmó que Gran Bretaña sería “la economía más abierta de Europa” para las inversiones chinas. “No olvides que somos el destino más abierto para las inversiones internacionales, en particular para las chinas”. Tenemos empresas chinas que vienen a hacer Hinkley, por ejemplo, la gran planta de energía nuclear”, añadió. Además, Gran Bretaña fue el primer país occidental en unirse al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) liderado por China.

A medida que el coronavirus se propaga desde China al resto del mundo, las regiones mencionadas se encuentran entre las más afectadas, a pesar de su distancia geográfica de China. Para trazar un camino seguro hacia adelante, puede ser el momento de repensar nuestra relación con el PCCh.

Encontrar una solución

A diferencia de los decenios de 1970 u 1980, cuando parecía que todavía había esperanzas de apertura y democracia en China, los incentivos actuales para los países occidentales están impulsados en gran medida por los beneficios, ignorando al mismo tiempo las violaciones de los derechos humanos en China.

En el Informe sobre Derechos Humanos 2019 del Departamento de Estado de los Estados Unidos, se encontró que China continuaba su campaña de detención masiva de minorías. “Se incluyen cuestiones importantes de derechos humanos: asesinatos arbitrarios o ilegales por parte del gobierno; desapariciones forzadas por parte del gobierno; torturas por parte del gobierno; detenciones arbitrarias por parte del gobierno; condiciones de prisión y detención duras y que ponen en peligro la vida; presos políticos; interferencia arbitraria en la privacidad; problemas sustanciales con la independencia del poder judicial; ataques físicos y enjuiciamiento penal de periodistas, abogados, escritores, blogueros, disidentes, peticionarios y otros, así como de sus familiares; censura y bloqueo de sitios; interferencia en los derechos de reunión pacífica y libertad de asociación, incluidas las leyes demasiado restrictivas que se aplican a los extranjeros y a los nacionales…”

Este informe también mencionó la persecución a Falun Dafa, una disciplina de meditación basada en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. A pesar de los grandes beneficios mentales y físicos que experimentan sus practicantes, el PCCh está suprimiendo el grupo desde julio de 1999. Un gran número de practicantes fueron detenidos, encarcelados y torturados. Algunos se convirtieron en víctimas de la sustracción forzada de órganos.

A pesar de la supresión de la palabra y la creencia en China, así como de la omnipresente censura, Falun Dafa es uno de los pocos grupos que salvaguardan abiertamente la libertad de creencia.

Tal vez queramos seguir el ejemplo de los practicantes de Falun Dafa y hacer frente a la tiranía del PCCh. El distanciamiento social y económico del PCCh puede llevarnos a un camino que nos guíe fuera de la pesadilla de la caja de Pandora.

Fuente: Minghui.org.

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