Las redes sociales son un espacio ideal para difundir y promover el debate de ideas mediante la libertad de expresión. También sirven como espacios o tribunas donde muchos medios alternativos han construido sus bases o cimientos para hacer, de alguna u otra forma, competencia a los medios tradicionales. Pero, últimamente, esto ha sufrido ciertos cambios que deberían preocupar a los usuarios.
La polémica en torno al control que compañías como Twitter, Facebook y YouTube (Google) ejercen sobre la libertad de expresarse ha llegado al punto máximo de tensión. Twitter ha calificado un tuit del presidente estadounidense Donald Trump como potencialmente engañoso o sin fundamento. Sonará poco grave o incluso exagerado, pero este conflicto en este marco puede significar un deterioro a la libertad e incluso a la democracia.
Trump se refirió puntualmente a que las papeletas por correo no son confiables para votar. Esto con respecto a los próximos comicios para la Presidencia y cómo los ciudadanos de California ejercerán su derecho al sufragio.
«NO HAY FORMA (¡CERO!) de que las papeletas por correo sean nada menos que sustancialmente fraudulentas. Los buzones serán robados, las papeletas serán falsificadas e incluso impresas ilegalmente y firmadas de manera fraudulenta», expresó Trump en un tuit.
Se debe recordar que el gobernador de California, Gavin Newsom, días atrás había presentado un plan para votar vía correo, y el Comité Nacional Republicano ya presentó una demanda ante esto.
¿Y qué pasó con el tuit?
Twitter, que desde hace algunas semanas viene implementando una nueva política para “combatir la información engañosa”, puso una advertencia en el tuit de Trump que dice «Get the facts about mail-in ballots» (Obtén los hechos sobre el voto por correo).
Se puede apreciar que dentro de las fuentes que Twitter toma para calificar la opinión de Trump como engañosa están dos medios con políticas editoriales claramente en contra del mandatario estadounidense, CNN y The Washington Post. Esto es peligroso, porque la red de información más grande del mundo ha tomado postura en un debate polémico que está repleto de subjetividades. Básicamente, Twitter se puso del lado del Partido Demócrata.
La respuesta de Trump a la red social no se hizo esperar: «están reprimiendo totalmente la libertad de expresión». Además, agregó, «como presidente, no permitiré que suceda» después de acusar a la red social de interferir en las elecciones del próximo 3 de noviembre.
Este miércoles 27 de mayo el conflicto se elevó aún más por un par de tuits del mandatario estadounidense: “Los republicanos sienten que las plataformas de redes sociales silencian totalmente las voces conservadoras. Los regularemos enérgicamente o los cerraremos antes de que podamos permitir que esto suceda”. Esta «guerra» abierta entre Twitter y Trump solo perjudica a la libertad. Ambas actitudes son igual de lastimosas, y, probablemente, ninguna de las partes replegará.
Otros ejemplos a las restricciones de libertad de expresión
La única polémica no ha sido la “guerra” entre Trump y Twitter. El martes 26 de mayo YouTube reconoció que eliminó “accidentalmente” comentarios que iban contra el Partido Comunista chino.
Según The Verge, YouTube está eliminando automáticamente los comentarios que contienen ciertas frases en chino relacionadas con las críticas al Partido Comunista (PCCh). La plataforma de vídeos que pertenece a Google le dijo a The Verge que esto sucede “por error” y que están trabajando para solucionar el problema.
En síntesis: este hecho viene suscitándose desde hace varias semanas y ayer YouTube, al fin, reconoció o confirmó que ocurría por error. ¿Cuántos comentarios en contra del Partido Comunista chino habrán sido censurados por esta eliminación accidental? Porque, al fin y al cabo, sea por error o no, es una restricción a la libertad de expresión. Un ejercicio de coerción por los filtros de la red social.
Hay que recordar que la CEO Susan Wojcicki dijo que YouTube “prohibirá cualquier contenido que contenga consejos médicos que contradigan las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el coronavirus”. Esto pese a que esta organización tiene un historial de desinformación y de errores graves durante el manejo de la crisis actual generada por la COVID-19. Tampoco hay que olvidar que durante la pandemia la OMS ha tenido vínculos estrechos con el régimen chino.
Facebook, Google y Twitter trabajan de la mano con la OMS, eso es un problema
Ciertamente la pandemia ha generado una gran cantidad de información notoriamente falsa en la web. Varios ejemplos pueden ser la curas inexistentes para el coronavirus, un alimento que sirva para combatir el contagio, teorías conspirativas, entre otros.
Según las plataformas sociales, se está trabajando arduamente para disminuir la circulación y el consumo de las fake news. El gran problema es que si trabajan estrechamente con la OMS y se le limita al usuario a solo compartir información de la OMS, se estaría avalando una especie de monopolio informativo. Es decir, la OMS sería palabra santa y nadie podría contradecirla. Aún no sucede, pero podría aplicarse en un futuro no muy cercano si esto continúa así.
Esto no sería preocupante si la OMS hubiera demostrado ser una organización independiente, alejada de la burocracia del mundo, de los asuntos políticos y dedicada únicamente a hacerle frente a la pandemia y a encontrar mecanismos de combate pese a cualquier conflicto de intereses. Pero esto no ha sucedido. Todo lo contrario, desde un inicio se ha notado la injerencia del régimen chino en las decisiones de la organización. Determinaciones que han afectado a miles de vidas.
Este precedente sería altamente peligroso para la libertad de expresión. Porque lo mismo puede ocurrir con los grandes medios, que hoy tienen su gran talón de Aquiles en los medios alternativos que han ganado influencia en la web y han roto con el monopolio informativo. Si los filtros de Twitter o Facebook tienen como referencia solamente a cadenas gigantes como CNN, que tienen una política editorial marcada, se estarían refutando opiniones o informaciones desde un punto de vista sesgado.
La lucha contra la desinformación y las fake news no es algo condenable, por el contrario, es necesaria. Pero utilizar esto como excusa para volver a los monopolios informativos, desprestigiar imágenes de líderes mundiales electos democráticamente, darles mayor poder a los grandes medios y, en definitiva, poner bajo amenaza a la libertad de expresión en las redes es algo que no se debe permitir.
En definitiva, ya hay consecuencias directas, un conflicto entre Twitter —la red de información más importante del mundo— y el presidente de los Estados Unidos de América. Esto no le sirve a nadie.
Fuente: Panam Post.
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