Por María Eugenia Estenssoro, periodista y exsenadora argentina – La Nación

La Argentina , al igual que Uruguay , es uno de los pocos países en el mundo que cuentan con tests de diagnóstico para Covid-19 desarrollados por científicos de su sistema nacional. Pero mientras la República Oriental se destaca por estar entre las naciones que más testeos realizan por contagio confirmado y ya está por abrir todas las escuelas, nosotros seguimos sin testear lo suficiente. 

Ante la explosión de contagios, el Presidente piensa en endurecer la cuarentena, en lugar de masificar testeos y rastreos como hicieron los países que parecen haber doblegado al Covid-19. ¿Por qué?

Hace un mes celebramos que las doctoras en Biología y Química Molecular Andrea Gamarnik y Carolina Carrillo, junto a sus equipos de los institutos Leloir y Milstein, hayan desarrollado en el país sendos kits de diagnóstico, uno serológico y otro molecular.

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Pero en lugar de aplicarlos a toda velocidad en campañas masivas de testeo en las villas y los distritos críticos, el Gobierno persiste en una estrategia restrictiva, de solo testear a quienes tienen síntomas (el 30% podría ser asintomático), limitando y demorando los rastreos de contactos a pocas personas. Ni siquiera se testea regularmente al personal esencial de salud, geriátricos, supermercados y transporte.

¿Será un problema de gestión similar a lo que pasa en Desarrollo Social con los alimentos? ¿Qué habría que hacer para que los tests desarrollados por los científicos del Conicet lleguen al terreno a tiempo y en cantidad suficiente para salvar vidas?

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“Nosotros estamos en condiciones de fabricar un millón de tests en 60 días, pero dependemos de los protocolos y necesidades que defina el Gobierno”, explica Jorge Cassará, CEO del Laboratorio Cassará, que está produciendo el NeoKit Covid-19, de testeo molecular isotérmico, junto a los científicos del Instituto Milstein. La semana pasada tenían previsto entregar al Ministerio de Salud 10.000 tests en forma gratuita.

“Por su gran simplicidad de uso, bioseguridad y bajo costo, el NeoKit es especial para el trabajo en terreno. Estamos probando una nueva versión aún más sencilla, que sustituiría el hisopado nasal y de garganta por una simple muestra de saliva”, señaló la doctora en Bioquímica Carolina Carrillo, durante el seminario Estrategia País, que dictamos semanalmente en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el jefe de cátedra Roberto Serra, Silvia Naishtat y yo.

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Los países que doblegaron al virus y lograron salir de la cuarentena lo hicieron combinando el aislamiento social con altos índices de testeos y rastreos de contactos por cada infectado. Para detener la curva de contagios es imprescindible que los rastreos se hagan dentro de las siguientes 24 a 36 horas. Esta estrategia, que exige gran cantidad de personal sanitario entrenado trabajando en el terreno (pueden ser estudiantes de medicina y ciencias), aún no se ha encarado.

El mapa confeccionado por el sitio One World in Data con estadísticas oficiales que se actualizan a diario muestra que la Argentina realiza 5,57 tests por cada nuevo infectado confirmado. En el otro extremo está Nueva Zelanda: el país que no tiene casos y volvió a la normalidad hacía un récord de 2017 testeos por contagio confirmado. Corea del Sur realiza 309; España, que ya salió del encierro, 64; Estado Unidos, en medio del caos, 21. En América Latina, Brasil no tiene datos; Bolivia hace 2 por contagio confirmado; Chile 3,9; Colombia, 8; Paraguay, 59, y Uruguay, ¡219!

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Intrigada por los resultados de Uruguay, que optó por testeos masivos y una cuarentena voluntaria, decidí contactar al científico que desarrolló el kit de diagnóstico en ese país. Es verdad, Uruguay es un país pequeño, con baja densidad poblacional y mucho más manejable. Pero también es una nación que no tiene una tradición científica como la nuestra, con tres premios Nobel en ciencia, ni los recursos económicos de la Argentina. La gran diferencia del modelo uruguayo, descubrí, es que ellos se anticiparon al problema, actuaron con velocidad, el Estado no quiso hacer todo ni limitó al sector privado, y la política siempre actuó a favor.

Gonzalo Moratorio es un científico de la Universidad de la República (UdelaR) y el Instituto Pasteur que por propia iniciativa (sin que se lo pidieran ni el gobierno ni sus jefes) a fines de febrero comenzó con su equipo a desarrollar un test molecular de PCR en tiempo real. Este biólogo, que hizo su doctorado en Francia, dice que es “un admirador fanático” de los científicos argentinos. Apenas comenzamos a hablar resalta el prestigio de Andrea Gamarnik, la viróloga molecular del Instituto Leloir.

“El 13 de marzo, el día fatídico en que se detecta el primer caso en Uruguay, nosotros estábamos en la Universidad de la República obteniendo la prueba confirmatoria de que nuestro test molecular, PCR real time, funcionaba. Sabíamos que Salud Pública contaba con solo un centenar de kits que le había mandado la OMS. Nosotros podíamos hacer 2000 tests en nuestro laboratorio”, dice el investigador.

¿Cómo pudieron desarrollar un kit de diagnóstico antes de que se definiera una política gubernamental?, pregunté sorprendida.

“A fines de febrero, preocupado por la pandemia, me puse a investigar los protocolos y métodos de diagnóstico utilizados en otros países. Con la doctora Pilar Montes, con quien lideramos el laboratorio, decidimos desarrollar un kit propio, porque sabíamos que cuando el sistema público lo necesitara no iba a poder conseguirlo en el mercado internacional. Mis jefes en la UdelaR y el Pasteur confían y nos dan mucha libertad de iniciativa”.

Así fue como a fines de marzo, cuando irrumpió la pandemia, comenzaron a entrenar al personal del sistema público y a testear. Al mismo tiempo, con fondos del BID, el gobierno uruguayo lanzó una convocatoria similar a la argentina para fabricar kits de diagnóstico nacionales. “Nosotros hicimos un convenio con la empresa de biotecnología ATGen, que ya era importadora de reactivos y ofrecía el servicio de testeo de forma privada. Fabricamos 50.000 kits, que se usan en forma gratuita en el sistema público. Por otra parte, la empresa tiene un servicio privado drive-in. Cualquier persona que quiera realizarse un test puede hacerlo desde el auto, como el drive-in de McDonald’s”, cuenta el biólogo, para mi asombro.

“La clave de los resultados de Uruguay -agrega Moratorio con orgullo- fue la velocidad de respuesta y los consensos: estos fueron transversales a nivel político, científico, académico, totalmente alineados”.

Entonces me contó la anécdota que más me impactó: “En febrero, tres días antes de asumir, el actual ministro de Salud de la República me contactó. Yo no lo conocía. Me dijo que necesitaba aprender sobre el nuevo virus. Vino a las 8 de la mañana y se sentó frente a mí como un alumno”, recordó impresionado. “Fíjate que él es de Cabildo Abierto”, agregó, señalando que se trata de un partido ligado a sectores conservadores y militares, con el que no parece tener afinidad. “A mí no me importó y al ministro tampoco. Es que la salud está primero”, concluyó.

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