En marzo de 2020, el eminente infectólogo y microbiólogo francés Didier Raoult descubrió que la hidroxicloroquina, un fármaco comúnmente utilizado en reumatología e inmunología, puede tratar eficazmente a pacientes infectados con el covid-19.

El Comando Central de Control de Epidemias de Taiwán también anunció el 26 de marzo que los pacientes pueden usar hidroxicloroquina siempre que su ingestión sea aprobada por un médico.  Los registros revelan que Taiwán tiene hoy un total de 455  infectados y solo 7 muertos. Los pocos infectados al principio de la pandemia fueron locales, lo que significa que no había infección comunitaria y todo el resto fueron infectados importados por viajeros.

La droga sintética hidroxicloroquina es una droga vieja. Es económica y fácil de fabricar. Su predecesora, la “quinina”, es producida de la corteza del árbol del género al que se llama cinchona. Fue utilizada para tratar la malaria durante el período colonial por los europeos y los japoneses y es considerada como la única medicina sagrada.

La historia de la quinina en Taiwán

El árbol de la cinchona se introdujo en Taiwán durante la ocupación japonesa, especialmente en la ciudad de Kaohsiung, del distrito de Liugui. A mediados de la década de 1940, cuando salió la “quinina” sintética, el árbol de la cinchona se retiró gradualmente del escenario.

Sin embargo, los árboles de cinchona en las montañas no han desaparecido. Mientras se ingresa en el camino forestal de Fenggang del Bosque Experimental de Liugui, se pueden ver los árboles de cinchona. Después de florecer, dar frutos y germinar semillas año tras año, se convirtieron en parte del bosque de Liugui.

Aunque la malaria ya no existe, la hidroxicloroquina, al igual que su predecesora, la “quinina”, trajo luz y esperanza a la humanidad. Es educativo conocer cómo se combatió la epidemia de la malaria en Taiwán hace 100 años.

El fruto del árbol de la cinchona. (Proporcionado por el Liugui Research Center of Lin Laboratory)
Las flores del árbol de cinchona se parecen a coronas

Durante el período colonial japonés, la malaria fue aún más terrible que la guerra.

A fines del siglo XIX, el imperio japonés, que había estado mirando hacia Taiwán, encontraba irrelevante a la dinastía Qing – que en ese entonces gobernaba  China-; tampoco temía a los aborígenes en las zonas montañosas. A lo único que temía era a la enfermedad tropical: la malaria.

En 1874, Japón atacó a varias tribus en el sur de Taiwán, evento conocido en la historia como el “Incidente de la comunidad de Peonías”. De los casi 6000 soldados japoneses presentes, solo alrededor de 20 de ellos murieron en la batalla. Sin embargo, 561 fallecieron por la malaria.

En 1895, Japón invadió formalmente Taiwán. Once años después, Japón envió 75 personas a Jiaxian y Liugui para extraer alcanfor. En menos de un año, 40 de ellas murieron de malaria. Durante su conquista a Taiwán, para el gobierno japonés, la malaria era su mayor enemigo.

Lin Wenzhi, investigador asociado del Centro de Investigación Liugui del Instituto de Pruebas Forestales del Consejo de Agricultura, dijo: “Recuerdo una encuesta de campo. Escuché que un anciano de entre 70 y 80 años mencionó que tenía cuatro hermanas cuando era niño, pero ninguna de ellas creció, porque todas se enfermaron (de malaria) y murieron”.

Abriendo más de una docena de revistas antiguas, libros y documentos relacionados, Lin Wenzhi recordaba que la industria del alcanfor de Liugui también estaba profundamente afectada por la malaria. Él dijo: “En el pasado, cuando la gente de Hakka del norte de Taiwán llegó a Liugui para cortar árboles de alcanfor, se les pidió que firmen un contrato de permanencia. El gobierno japonés estaba preocupado de que estas personas huyeran al norte una vez confrontados con la malaria”.

La imagen muestra a trabajadores limpiando la corteza del árbol cinchona en la Granja Jinji Na Tanning en Shanping, Liugui. Por la noche, todos sostenían palos de madera en sus manos y ponían los palos de madera en una tabla larga. Acumulaban las cortezas secas en un montón y después las empacaban en bolsas de lino. En la foto, los niños también ayudaban cuando los adultos trabajaban y -según se dice- el pago por ayudar era una comida. (Proporcionado por el Sr. Yang Yuanxing)

La quinina salvó vidas. La refinación de la corteza del árbol de la cinchona fue más importante que las armas

La corteza del árbol de la cinchona tiene alcaloides, y la “quinina” que contiene puede curar la malaria. Por lo tanto, mientras el árbol de la cinchona se cultivaba extensamente, los japoneses podían lidiar con la malaria y -a su vez- usar Taiwán como base avanzada para atacar la zona del sudeste asiático. Lin Wenzhi dijo: “La quinina extraída de la corteza del árbol de la cinchona era la única medicina que podía tratar la malaria en ese momento, por lo que el árbol de la cinchona y la quinina eran un material estratégico para el gobierno japonés”.

Con el fin de combatir la malaria, los japoneses introdujeron árboles de cinchona de Java (Indonesia) en la década de 1920 y sucesivamente cultivaron plántulas en Taichung, Nantou, Kaohsiung, Taitung y otros lugares de Taiwán. En 1932, el experimento fue exitoso y el área de forestación se expandió. En 1938, el área de plantación en Taiwán era de más de 525 hectáreas.

El árbol de la cinchona, originario de América del Sur, ha hecho grandes contribuciones a la humanidad, pero las condiciones para que crezca son particulares. Le gusta crecer en áreas tropicales que se encuentran entre 600 y 1400 metros sobre el nivel del mar, tiene que haber una temperatura media anual de 18 a 20 grados centígrados, debe haber niebla y no hacer demasiado frío.

El lugar, en Taiwán, más adecuado para plantar la cinchona en esos tiempos, eran los bosques experimentales del Centro de Investigación Liugui en Taiwán. Por lo tanto, en 1938, el área de plantación de Liugui tomó la delantera, cubriendo unas 250 hectáreas.

Después del final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Taiwán estableció el “Campo de prueba Cinchona” en Liugui para continuar la investigación y el desarrollo del cultivo de árboles de cinchona. Este campo de prueba fue el predecesor del Centro de Investigación del Laboratorio Forestal de Liugui.

El capitán japonés Yoshida dirigió a los miembros del equipo de Fenggong para realizar la operación de pelado del árbol de quinina, alguien se encargó de cortar el árbol en varias secciones y algunos realizaron la operación de pelado del árbol. 
(Yang Yuanxing)

No solo la malaria y la artritis reumatoide, sino también el coronavirus

Desde las sustancias naturales hasta la síntesis artificial, la “quinina” se convirtió en hidroxicloroquina, la cual tiene mucha efectividad. Junto con su creciente implementación en la salud pública, la malaria ya no causa miedo. Pero el final de 2019, cuando el coronavirus se propagó desde Wuhan, el mundo volvió a entrar en pánico.

Chen Yuying, subsecretario general de la Asociación de la Federación Nacional de Farmacéuticos de la República de China (Taiwán), dijo: “La quinina se usó para tratar la malaria y la artritis reumatoide. Ahora de Francia un estudio encontró que es efectiva en ciertos pacientes con covid-19. Espero que se pueda desarrollar más investigación conjunta transfronteriza e interinstitucional”.

De acuerdo a Chen Yuying, la hidroxicloroquina fue incluida en las “directrices provisionales para el tratamiento clínico de la infección por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) (quinta edición)” del Comando Central de Control de Epidemias el ​​26 de marzo. Esto significa que ante las enfermedades emergentes, especialmente las enfermedades que no son familiares para todos, las pautas de tratamiento relevantes propuestas temporalmente por el gobierno pueden usarse como referencia para los médicos.

Los estudios han demostrado que tal medicamento puede acortar el tiempo del virus en el paciente. Cuanto más rápido se elimina el virus, menos tiempo tiene que permanecer el paciente en la sala de aislamiento, lo que ayuda a reducir la carga médica.

El farmacéutico Chen Yuying mencionó que, como todos los medicamentos, la hidroxicloroquina podría tener efectos secundarios, tales como arritmia y molestias gastrointestinales.

El director del Comando Central del Control de Epidemias de Taiwán, Chen Shizhong, también conto que actualmente hay una compañía farmacéutica nacional que produce componentes para la hidroxicloroquina.

Equipo francés probó que la  hidroxicloroquina tiene potencial para combatir el coronavirus

Actualmente, la hidroxicloroquina es utilizada por los reumatólogos como inmunomodulador, es decir, como una sustancia que aumenta la respuesta inmune del paciente. Taiwán tiene una planta de fabricación de la sustancia y ocho laboratorios que producen el medicamento; su capacidad de producción se encuentra entre las mejores del mundo. Hace muchos años, la isla asiática proveyó este medicamento a naciones africanas para combatir la malaria.

Taiwán no esperaba que los expertos franceses descubrieran que la hidroxicloroquina, una medicina tradicional en la comunidad médica, tendría el potencial de combatir enfermedades emergentes como el coronavirus.

Wu Weikai, médico principal del Departamento de Gastroenterología de la Rama Beihu del Hospital de la Universidad Nacional de Taiwán, dijo: “Cuando el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, mencionó la hidroxicloroquina, el mundo lo supo todo de una vez, pero yo lo encontré en Internet antes, probablemente a mediados de marzo, en el informe de la investigación francesa”.

Wu Weikai ha estado involucrado en la investigación de bacterias intestinales y enfermedades cardiovasculares durante mucho tiempo. Desde su perspectiva, Didier Raoult es un “maestro” y su equipo es un “templo” para el estudio de enfermedades infecciosas en Europa. Él dijo: “He estado rastreando su investigación del cultivo de la fase microbiana intestinal. Sé que ellos son buenos para dominar las características de varios medicamentos. Son ingeniosos y audaces, por lo que pueden encontrar esta combinación de medicamentos y convertirse en los primeros del mundo”.

Respecto al informe de Didier Raoult, Wu Weikai explicó que en uno de los tantos ensayos que hicieron, 20 sujetos recibieron 600 mg (dosis oral) de hidroxicloroquina por día y 16 recibieron terapia de apoyo. Se descubrió que después del tercer día de tratamiento con hidroxicloroquina, el test de coronavirus dio negativo. Había una diferencia significativa en las tasas.

En la publicación de su estudio en marzo, el Dr. Raoult comprobó que seis de las veinte personas que tomaron hidroxicloroquina también tomaron azitromicina, un medicamento anti-Mycoplasma, y tuvieron una mejor tasa de conversión del virus. Todos se volvieron negativos en el quinto día de administración de hidroxicloroquina.

En otro caso, el Dr. Raoult administró hidroxicloroquina y azitromicina a 80 pacientes y observó una mejora en cada caso, excepto en un paciente de 86 años muy enfermo.

Los estudios, hasta hoy, han comprobado que la hidroxicloroquina, en combinación con zinc o el antibiótico azitromicina, puede beneficiar a las personas con COVID-19. Al principio la hidroxicloroquina se administró a pacientes con la enfermedad muy avanzada, cercanos a la muerte, cuando la HCQ funciona mejor cuando se administra al principio, aun como un medicina preventiva. Se podría decir que es casi como un tipo de “vacuna” porque funciona a modo preventivo. En algunos países se administra la HCQ a los profesionales médicos y las azafatas. Y no se han reportado muertes en este grupo de personas de esos países.

Hoy está absolutamente claro que el Dr. Raoult tenía razón en sus hallazgos.

Actualmente hay más de cinco estudios globales que respaldan los hallazgos del médico de que la HCQ es un tratamiento barato y muy efectivo para el coronavirus.

La línea azul en la figura a continuación es el uso de “hidroxicloroquina”, la línea verde es el uso de “medicamentos de hidroxicloroquina y antimicoplasma”, y la línea negra es el “grupo de control”. El resultado es que la línea verde funciona mejor. La imagen se reproduce del sitio web del informe de investigación francés https://bit.ly/348LLzP

Después de que Didier Raoult publicara el informe, el gobierno francés lanzó de inmediato un ensayo clínico a una escala de 300.000 personas, y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. también hizo un seguimiento inmediato del estudio a gran escala. Muchos países han incluido hidroxicloroquina en los protocolos para el manejo clínico del virus, y la respuesta de los médicos ha sido muy buena. Se ve claramente el bajo índice de fallecidos por el virus en esos países.

  Tasa de letalidad por países

Baja tasa de mortalidad por COVID-19 en países que fomentan el uso de HCQ.

(No esta Taiwán, porque el Partido Comunista chino prohibió que la isla expusiera sus datos independientemente. Para el PCCh, los datos de Taiwán pertenecen a China continental, otro caso en donde se impone la política propia en asuntos absolutamente no políticos).

Tasa de letalidad comparando los países que usaron y los que no usaron la HCQ.

En este momento, frente al coronavirus o virus del Partido Comunista chino, el descubrimiento del nuevo uso del antiguo fármaco “hidroxicloroquina”, trae a la memoria un fragmento de la historia mundial: cómo combatieron los colonialistas la malaria desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX gracias a la quinina. Y ahora este medicamento, en este nuevo siglo y bajo otro contexto, puede salvar vidas en medio de una pandemia, y además es barato y fácil de producir.

Por Cristl Kartin

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