Escrito por Agustina Sucri
Denuncian que en el marco de las medidas dispuestas por el coronavirus muchas aseguradoras de salud restringen las autorizaciones y postergan los pagos a prestadores 120 días, pese a cobrar las cuotas al 100%. Pasaron a funcionar solo como empresas de emergencias, aseguran. Preocupa la desatención de las enfermedades que más muertes causan en el país. Una de las mayores singularidades de esta cuarentena obligatoria a raíz del coronavirus es que, en medio de la recesión y el empobrecimiento de la población, las obras sociales y prepagas siguieron cobrando sus cuotas plenas para proveer apenas un 25% de las prestaciones habituales, algunas incluso cobrando el subsidio de emergencia dispuesto por el Estado.
”En este momento las obras sociales y prepagas están restringiendo todas las autorizaciones”, confirmó en una entrevista con La Prensa Alejandra Hernández, licenciada en Administración de Empresas y gerente general de H y H Servicios.
”Los médicos tienen un montón de cirugías demoradas porque las prepagas no las autorizan bajo el fundamento de que estamos con el aislamiento preventivo obligatorio y que el afiliado se tiene que quedar en su casa y que si autorizan las cirugías, autorizan la circulación”, detalló Hernández, dedicada a la gestión y administración de convenios médicos.
Sin embargo, la profesional subrayó que postergar la salud siete u ocho meses “es una locura” y que, tomando todas las medidas de precaución, “esa atención tiene que ser brindada”.
Hernández hizo hincapié, además, en algo que ni las obras sociales ni las prepagas pueden desconocer: la mayoría de las enfermedades requieren diagnóstico precoz, tratamiento y seguimiento porque, de lo contrario, progresan y los pacientes empeoran. “Postergar todas esas autorizaciones y la atención, lo que realmente evita a la prepaga u obra social es la erogación de dinero. Están recortando muchísimo el gasto”, insistió.
Se trata de una situación que obras sociales y prepagas no van a reconocer ni los médicos pueden denunciar.
“El sistema ya tenía muchos vicios, de valores atrasados históricos de las prestaciones, de tiempos de pago también dilatados y postergados, algo aceptado por los médicos porque el sistema está armado de una manera que hace que a aquellos que se quejan, los saquen de la cartilla porque hay una fila larga de mano de obra desocupada queriendo entrar. Con eso también juegan las prepagas”, admitió Hernández.
Pese a que se presentaron proyectos legislativos para que se eleven informes detallados sobre los valores de las cuotas que cobran las prepagas, si se han autorizado aumentos, y para que se realice un descuento a los afiliados durante el lapso de la cuarentena, lo cierto es que se siguen cobrando las cuotas al 100%, mientras los servicios que prestan se ven limitados. “Es una estafa. No se bajan las cuotas y, amparándose en estas restricciones de aislamiento, la prepaga no brinda la cobertura por la cual el afiliado paga”, enfatizó Hernández, quien consideró que “en este momento las prepagas están funcionando como empresas de emergencias, porque solo autorizan las emergencias”.
Por otra parte, los prestadores de salud han tenido que absorber el impacto de la inflación sin que los valores que cobran por las prestaciones sean actualizados desde comienzos de año.
“En este momento vas a la verdulería a comprar un kilo de zapallitos y sale tres o cuatro veces más que en marzo o que en enero. El alcohol en gel y todos los insumos médicos salen cinco o siete veces más que antes de la pandemia, pero el reconocimiento por el trabajo de los médicos tiene ese mismo precio fijo -establecido por medio de convenios- que ya venía históricamente atrasado”, puntualizó la especialista.
A los valores atrasados se suma que hay casos de prepagas que han decidido postergar sus pagos a 120 días. A raíz de esta situación, la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS) se limitó a emitir un comunicado en el que solicita a obras sociales y prepagas que cumplan los tiempos de pago con los médicos (de 30 o 45 días), dado que se les brindó ayuda para que mantengan sus finanzas.
”Ellos siguen cobrando las mismas cuotas y su erogación es solo un 25% de lo que era en la normalidad. Dilatar 120 días los pagos es poner en la bicicleta financiera todo: la ayuda del estado, la plata de los médicos, el pago de los afiliados…”, evaluó Hernández.
Al referirse al negocio millonario que significa vender planes de salud, la licenciada en administración de empresas consideró que las prepagas son “vendedores de planes, mientras que los que invierten en las estructuras, los que brindan salud y los que corren todos los riesgos son los médicos, todo el sector privado o semi privado de la salud”.
BOMBA DE TIEMPO
Desde el inicio de la cuarentena se ha comenzado a gestar un problema sanitario mayúsculo que hoy es una bomba de tiempo: la desatención de las enfermedades que más muertes causan y cuyas consecuencias no tardarán en aparecer.
Esta desatención no solo es atribuible a la falta de autorización de las prácticas por parte de obras sociales y prepagas sino que además confluyeron diversos factores y abarca tanto al sistema privado como al público.
“Se vio el miedo de los pacientes a concurrir a los centros de salud, si bien éstos adecuaron sus instalaciones para garantizar la seguridad de la atención y aunque la concurrencia al médico estuvo autorizada desde el principio. También se presentaron dificultades para los traslados, muchos no sabían cómo hacer el trámite para asistir al médico”, explicó en diálogo con La Prensa el doctor Roberto Chuit, de la Academia Nacional de Medicina.
”Hubo una confusión social”, aclaró el profesional, quien vaticinó que el sistema sanitario va a estar sumamente exigido debido a la desatención de enfermedades cruciales tales como las coronarias, las oncológicas o la diabetes.
Se trata de un escenario preocupante, sobre el cual se han pronunciado el viernes último 26 sociedades científicas de la Argentina. A través de un documento, advierten sobre los riesgos que trae la interrupción de las consultas, de la realización de estudios de diagnóstico y seguimiento clínico de las enfermedades, de las intervenciones terapéuticas y la disminución de las tasas de vacunación, además de la suspensión de tratamientos por parte de los pacientes a partir de la irrupción del Covid-19.
“Hoy observamos una reducción superior al 60% en la consulta espontánea de enfermedades agudas y crónicas. En tanto, existe una fuerte caída en prácticas médicas. Por ejemplo, las endoscopias digestivas se redujeron en un 80% y las cirugías generales en un 73%”, advirtió el doctor Edgardo Smecuol, presidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE).
En el contexto de la pandemia también se produjo una disminución en la atención cardiológica mayor a los 50%, incluidas las internaciones por emergencias y los procedimientos cardiovasculares. “De mantenerse la actual situación de sub-atención hasta octubre, podría haber en el país entre 6.000 y 9.000 muertes adicionales y prevenibles por afecciones cardiovasculares”, alertó el doctor José L. Navarro Estrada, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
Las áreas de Endocrinología y Diabetes también se vieron impactadas por la pandemia. “Estamos observando una tasa de abandono del tratamiento cercana al 35% en pacientes con diabetes: la pandemia y la cuarentena tienen consecuencias directas en la atención de patologías crónicas. Además, existe un riesgo aumentado en las enfermedades metabólicas y cardiovasculares relacionado con el cambio en los hábitos alimentarios, el aumento de peso y la reducción de la actividad física, que se estima en un 25 a 35%”, enfatizó la doctora Graciela Fuente, presidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes.
El panorama en el área oncológica es, sin dudas, desolador: “La mortalidad por cáncer va a aumentar como consecuencia de la demora en acceder al diagnóstico y al tratamiento. Además, las sesiones programadas de quimioterapia y radioterapia se redujeron a un tercio. La pandemia de Covid-19 está teniendo un efecto disruptivo sobre la detección temprana del cáncer, de hecho se observa una caída del 70 al 80 % en mamografías y colonoscopias, entre otros procedimientos”, indicó el doctor José María Lastiri, presidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica.
También la salud de las personas que padecen obesidad severa ha quedado postergada. Según una reciente encuesta realizada por la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO) a 47 equipos de cirujanos, entre el 1 de abril y el 31 de mayo la cantidad de cirugías bariátricas se redujo en un 90% respecto de igual periodo del año anterior. El relevamiento reflejó una disminución de hasta el 75% de las consultas de primera vez y de las consultas de seguimiento en pacientes pre y post operados.
“El tratamiento quirúrgico de la obesidad severa y sus comorbilidades (diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares o respiratorias, afectación hepática, artrosis incapacitante) es un procedimiento programado no postergable, médicamente necesario y es el mejor tratamiento para estas patologías”, remarcó el doctor Pedro Martínez Duartez, presidente de la SACO, quien agregó que “su retraso genera deterioro general del paciente, progresión de la obesidad y de las condiciones comórbidas que amenazan la vida”.
Ya sea por el pánico inducido ante la pandemia o por la falta de autorización de prestaciones, empieza a medirse la magnitud de la caída de la atención médica, que también tiene como consecuencia un cambio en la ecuación económica del sistema.
Fuente: notiar.com.ar