Por Candela Sande para actuall.com

Louise Hampton, empleada del Servicio Nacional de Salud británico (NHS), no es la primera persona, ni mucho menos, que se mete en un buen lío por un comentario personal en su cuenta de Facebook, pero sí podría ser la primera en poner en un verdadero apuro a su empleador, la Seguridad Social británica, y, sobre todo, al gobierno, que después de un primer momento de vacilación ha aplicado algunas de las medidas más estrictas en la lucha contra la epidemia de coronavirus.

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Hampton, que ha participado junto a otros diez mil compatriotas en una marcha contra el confinamiento, asegura en un vídeo colgado en su cuenta que: “nuestro servicio estuvo muerto”, informa el Daily Mail. “Este es mi certificado de tonterías”, dice Hampton en la grabación mientras enseña a la cámara la tarjeta que la identifica como trabajadora del NHS. “No he aplaudido al NHS, no me he aplaudido a mí misma”, añade la empleada, en referencia a esa misma costumbre ‘condicionada’ de salir a la ventana a una hora a aplaudir desde el encierro a “nuestros héroes” de la sanidad pública, exactamente como aquí. “Y es que, ¿por qué habría de aplaudirme a mí misma si no hice una m…?”.

https://www.facebook.com/louisehampton83/videos/1278719299126277/

El problema de dejarse llevar por el pánico -o aprovechar el pánico ajeno- y aplicar medidas sin precedentes que nos han sumido en la peor recesión desde hace más de medio siglo, es que ya no puedes volverte atrás. Es ‘sostenerla y no enmendarla’. Al menos, si eres un líder democrático. En democracia, un gobernante puede reconocer, si acaso, errores que no son tales, de buena fe, con consecuencias moderadas, y aun eso tiene su precio electoral. Pero esto no es como cuando alguien te pisa sin querer en el metro; no ha nacido el político capaz de salir en la televisión y decir: “¿Se acuerdan de cuando los encerramos a todos en casa durante meses, hundiendo el PIB más que ningún otro país -en un momento en el que prácticamente todos han tenido pérdidas colosales-, destruyendo empleo como si no hubiese mañana, pasándonos por el forro derechos y libertades, creando una psicosis colectiva, y aderezándolo todo con la obligación de ir hasta por el campo enmascarados y haciendo el tonto con el codito? Bueno, pues ya me perdonarán, pero parece que no era necesario”.

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Porque, además, los daños no terminan en esa breve, pero apabullante lista que acabamos de hacer. Expertos hablan ya de estudios diversos que sugieren un salto significativo en las gráficas de muertes por sobredosis, nuevos casos de alcoholismo, depresión, suicidios, ataques cardíacos y muchos otros efectos indeseados del confinamiento. Por ejemplo, solo ahora se empieza a hablar en alto de los millones de enfermos de cáncer que han visto interrumpidas sus terapias y de las operaciones quirúrgicas que se han cancelado, con la excusa de la pandemia.

Una pandemia que, en el país de Hampton, el pasado domingo registró un fallecido por coronavirus, uno -en línea con las cifras de nuestro país- y otros 1.715 ‘nuevos casos’. Las víctimas oficiales de la pandemia ascienden a 41.499, y se han registrado 334.467 contagios.

Por su parte, la sociedad de investigación Cancer Research UK (organización benéfica de investigación y concientización sobre el cáncer en el Reino Unido), calcula que 2,4 millones de pacientes quedaron a la espera de análisis de detección oncológica o tratamiento desde finales de mayo y hay lista de espera para tratamientos de cáncer cervical, de mama, o de colon en el caso 2,1 millones de pacientes. Y el Real Colegio de Cirujanos reveló la semana pasada que se han retrasado por culpa de la emergencia dos millones de intervenciones quirúrgicas.

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Porque, claro, había una peste terrible que mantenía colapsados los servicios sanitarios. Por eso es importante dejar claro que es una plaga terrible, y por eso es tan ‘peligroso’ que gente como Hampton diga lo que dice en su vídeo: “Soy una auténtica empleada del NHS y se supone que trabajé durísimo durante el Covid. Los c****nes trabaje”.

“Nuestro servicio estaba muerto. No recibíamos llamadas, estaba muerto. Covid es un p**o timo”.

Hay cosas que una preferiría no pensar, sobre las que preferiría no definirse ni ahondar, por miedo a llegar a conclusiones demasiado horribles. Pero lo que en muchas partes hace necesario plantearse, es si un método como el confinamiento no será peor incluso para la salud de la mayoría -para la economía y las libertades, no puede caber la menor duda- que la propia epidemia, es que el peligro no ha pasado.

Por ejemplo, en Estados Unidos, el candidato demócrata a la Presidencia, Joe Biden, ha anunciado en una entrevista televisada que “cerrará el país” si llega a la Casa Blanca, “como defienden los científicos”. Eso, casi el mismo día en que el periódico de referencia y uno de los medios que más han sembrado el pánico, el New York Times, reconocía que hasta un 90% de los nuevos casos contabilizados a diario son falsos positivos.

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