Ya en el poder, Fidel jamás admitió que en la Universidad, donde lo conocieron bien, le hicieron gran rechazo por su personalidad prepotente y narcisista, propia de un dictador

Si analizamos los primeros pasos de la carrera política de Fidel Castro, a partir de 1945 cuando ingresó en la Universidad de La Habana, en medio de un clímax de violencia y gansterismo, nos damos cuenta de su verdadera personalidad y del gobierno que tenía en mente “este alocado muchacho”, tal y como lo describió el viejo poeta comunista Nicolás Guillén al conocer la noticia del ataque al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953.

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Fidel contó al periodista Ignacio Ramonet que una de sus primeras actividades políticas fue imprimir en agosto de 1952 un periodiquito clandestino en mimeógrafo y llevar al aire una estación de radio de onda corta, para combatir al presidente de facto Fulgencio Batista.

Pero la verdad no es esa. Desde un principio, el nombre de Fidel Castro se vio involucrado en actividades que nunca mencionó a Ramonet como, por ejemplo, el tiroteo del Stadium Universitario el 8 de diciembre de 1946, y las feroces luchas de los grupos gansteriles, donde participaban los miembros de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), a la que pertenecía.

Cuando Ramonet le preguntó si Eduardo Chibás había influido políticamente en él, Fidel evadió la respuesta y en su lugar dijo que “Chibás era un hombre de pensamiento cívico”, dejando claro subrepticiamente que un cambio social no era su principal objetivo.

En agosto de 1947 Fidel participó en una expedición para derrocar al dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Esta falló, fueron hechos prisioneros 721 expedicionarios en Cayo Confites, y Castro logró escapar a nado. El 3 de noviembre participó en el robo de la campana de La Demajagua, donde se inició la guerra de Independencia, pero fracasó al utilizarla como propaganda política.

A partir de ese momento el joven Fidel Castro se enfrentó a varias acusaciones de la prensa de la época, las cuales nunca esclareció en noventa años vividos.

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Fidel fue acusado el 22 de febrero de 1948 de haber matado a Manolo Castro, secretario general de la FEU, y el 6 de junio del mismo año la prensa volvió a inculparlo en el ataque a tiros contra Oscar Fernández Caralt, custodio policial de la Universidad. Fue detenido y luego puesto en libertad por falta de pruebas.

Sin embargo, según Brian Latell, analista de la CIA —el hombre que más le sabe al Comandante en Jefe—, no caben dudas de que en diciembre de 1946 encabezó un intento de asesinato a sangre fría contra Leonel Gómez, aspirante a líder estudiantil, y que el 9 de abril de 1948 participó en el “Bogotazo”, los violentos enfrentamientos que tuvieron lugar en la capital colombiana tras la muerte del líder y candidato presidencial Eliécer Gaitán.

Por último, luego de una sucesión de asesinatos en La Habana, como el de Justo Fuentes, vicepresidente de la Federación Estudiantil Universitaria y miembro de la UIR, el mandatario cubano de entonces, Carlos Prío Socarrás, aprobó una Ley contra el Gansterismo bajo la cual fueron apresados Policarpo Soler, Orlando Lemus, entre otros.

Fue en este preciso momento que Fidel decidió cambiar el rumbo ante el peligro que corría su vida. A Ramonet le contó que la mafia de la Universidad, “irritada con él”, le había prohibido entrar al centro de altos estudios; que se fue a la playa a meditar y que lloró acostado en la arena, “el problema era sumamente complejo, porque era gente armada y proclive a matar”, dijo.

El 11 de octubre de 1948 Fidel contrajo matrimonio con Mirta Díaz-Balart, hija de un prominente notario de Banes, Oriente. Con ella marchó a Estados Unidos, en una prolongada Luna de Miel, con una buena suma de dinero que gastó en New York.

Allí, según narra Katiuska Blanco en su romántico libro Todo el tiempo de los cedros, Fidel visitó la Universidad de Harvard, donde hizo gestiones para matricular. Al no lograrlo, regresó a Cuba e ingresó nuevamente en la Universidad de La Habana.

De vuelta, el ambiente continuó siendo difícil para Fidel Castro. El 15 de septiembre de 1949 Rolando Masferrer acusó a Fidel y a Rafael del Pino de atentar contra él. La prensa, por su parte, se hizo eco de numerosas denuncias contra la Unión Insurreccional Revolucionaria, organización a la que perteneció el joven Castro, y a la que acusaron de planear la muerte de los embajadores de Estados Unidos y de México en la Isla.

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En esos momentos sufrió otro fracaso. Muerto Chibás se empeñó en suplantarlo en su espacio radial, que contaba con una gran audiencia, pero su petición fue negada. La respuesta fue que “todo estaba muy tranquilo”. Contrariado, al ver que lo ignoraban, apareció en escena y trató de secuestrar el cadáver del líder ortodoxo, para desfilar con este hasta el Palacio Presidencial, pero tampoco nadie lo apoyó.

Y así continuó, y dio sus primeros pasos en la política, aunque en sus innumerables discursos y artículos de prensa, ya en el poder, jamás admitió que en la Universidad de La Habana, donde lo conocieron bien, le hicieron gran rechazo por su personalidad prepotente y narcisista, propia de un dictador.

Fuente: Cubanet.org

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