Héctor Eduardo Carvallo es uno de los médicos que estudió el uso de la ivermectina -sola y con otras drogas- como tratamiento preventivo y compasivo para la COVID-19.

Los resultados, exitosos en ambos casos, fueron presentados el 4 de julio ante las autoridades de Nación, de la Provincia de Buenos Aires y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Antes, fueron registrados en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

Ante la falta de respuestas concretas por parte de las autoridades, los referentes del proyecto empezaron a difundir los resultados entre los colegas de todo el país para que más personas accedan a estos tratamientos de manera segura y se eviten más muertes.

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Carvallo es médico egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) hace 40 años. Fue director del hospital Ezeiza y es profesor de Medicina en la Universidad Abierta Interamericana y en la Universidad de Morón. Antes, fue docente en la UBA y en la Universidad Maimónides.

¿Qué estudios hicieron?

Trabajamos en dos protocolos: uno, para prevención y otro, para tratamiento compasivo de la COVID-19.

En ambos, utilizamos la ivermectina, que es un antiparasitario que se utiliza hace más de 20 años en farmacología humana y que está aprobado para uso humano no solo en la Argentina por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), sino también en Estados Unidos por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA).

Para el preventivo, usamos la ivermectina una vez por semana asociada con carragenina, que es un spray nasal.

Al tratamiento compasivo lo llamamos IDEA, que es el acrónimo de los cuatro componentes que tiene: ivermectina, dexametasona, enoxaparina y aspirina.

“Había varios protocolos en uso que, a nuestro juicio, en mayo ya no daban resultado. Con este protocolo demostramos que logramos reducir la letalidad siete veces”.

El Dr. Héctor Eduardo Carvalló investigó los efectos de la Ivermectina para enfrentar al coronavirus.

¿Cómo fue el proceso?

Durante el protocolo de prevención, que duró un mes, trabajamos con 121 agentes de salud con todo el equipamiento de protección existente más ese tratamiento y otros 98, con el mismo equipamiento, en el mismo lugar, viendo a los mismos pacientes, pero sin el protocolo.

Dentro del segundo grupo, a lo largo de ese mes, hubo 11 contagios. En el primero, que recibió el tratamiento, no hubo ningún contagio.

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¿Qué pasó después?

Luego de que obtuvimos los resultados, muy pocos querían entrar en el brazo control…

Hace tres meses se extendió el uso y se llegó a 1.200 agentes de salud en total. Unos 800 recibieron el protocolo y otros 400, no, porque no adhirieron al protocolo, pero aceptaron ser considerados en forma comparativa. En este grupo, hubo 252 contagios -más de la mitad- y dentro de los 800 seguimos en cero contagios.

¿Hay más estudios sobre esto?

Trabajo en otro protocolo de prevención junto con el profesor Roberto Hirsch, que es el director del Departamento de Infectología del hospital Muñiz, que es el centro de referencia de este tema en el país. En este estudio se usa solo la ivermectina sin la carragenina y los resultados son muy similares.

El protocolo se hizo en el Muñiz, en el hospital Penna y en el Policlínico de la Unión Obrera Metalúrgica en San Nicolás de los Arroyos, en el norte de la provincia de Buenos aires.

¿Cómo se hizo el tratamiento compasivo?

A este protocolo nunca quisimos hacerlo versus placebo. En medio de una pandemia, en la que está en juego la vida de las personas, condenarlas a correr ese riesgo nos pareció lo más antiético que puede existir en la medicina. La ciencia no puede estar por encima de la ética.

Como ya había varios protocolos en uso, como la hidroxicloroquina, el kaletra y el plasma, y algunas personas ya habían elegido y firmado el consentimiento informado para recibirlos, hicimos el protocolo IDEA versus otros tratamientos, que a nuestro juicio en mayo ya no daban resultado.

¿Cuáles fueron las conclusiones?

Durante el mes que duró el protocolo, tuvimos unos 180 pacientes. En ese grupo, hubo 135 casos de infectados leves, que son aquellos que tienen toda la sintomatología pero no revisten gravedad y pueden ser tratados en sus casas.

De acuerdo con una estadística mundial, alrededor del 10 por ciento de los casos leves empeoran y a lo largo del tiempo tienen que internarse. De los 135, esperábamos que unos 13 se internaran después, pero no se internó ninguno.

De los otros, que al momento de la consulta tardía ya no eran leves, más de la mitad entró directo a terapia intensiva.

En estos pacientes, el grupo control se autogeneró porque aparte de esos 35 pacientes hubo otros 12 que no quisieron adherir al protocolo y preferían otros tratamientos.

Con este protocolo, demostramos que lográbamos reducir la letalidad siete veces.

¿Se sigue usando este tratamiento?

Varias provincias lo utilizan, como Corrientes, Misiones, Jujuy, Tucumán, Chubut y algunos lugares de Buenos Aires. Como todavía no es oficial, cada lugar adhiere de manera individual. Se va generalizando, pero no con la velocidad que quisiéramos para tratar de ayudar más a la gente.

¿En Salta se utiliza?

Es un secreto a voces que lo usa todo el mundo. Algunos hospitales como el Dr. Arturo Oñativia, el San Bernardo y otros cuyos nombres no conozco lo aplican (NdR: el Ministerio de Salud Pública de la Provincia aprobó a partir del 21 de septiembre el uso de ivermectina en gotas -24 mg- o ivermectina 6 mg -cuatro comprimidos- para el tratamiento de pacientes adultos de alto riesgo).

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Además de agentes de salud, ¿quiénes más hicieron el protocolo preventivo?

En el Partido de la Costa, en la provincia de Buenos Aires, lo utilizan las fuerzas policiales…

En algunos geriátricos, también. En Jujuy se dio el caso de dos instituciones, una de las cuales lo aplicó desde el principio y la otra, no. En el segundo, hubo 40 casos y varios fallecimientos y en primero no hubo ningún caso.

En un geriátrico de la provincia de Buenos Aires, donde ya había habido cuatro casos con un fallecimiento, nos pidieron aplicar el protocolo. En una semana abortaron el brote con 50 pacientes internados y quedaron en cuatro casos.

Lo más interesante es que después de un mes les midieron las defensas a los 50 internos y 42 tenían inmunidad; es decir que se habían infectado pero no se habían dado cuenta.

¿Cualquier persona puede hacer este tratamiento?

Nosotros consideramos que tiene que ser utilizado por todo el personal esencial, como mínimo, y luego masificarlo al resto de la gente.

A quienes quieran utilizar esta medicación les recomiendo que, antes de hacerlo, consulten en el hospital San Bernardo, en el Oñativia o en otros centros sanitarios para que les den una explicación razonable y profesional sobre cómo deben utilizarla.

Hasta que no se oficialice y digan “por ahora, este es el tratamiento”, hay que firmar un consentimiento informado porque se trata de una medicación que, si bien está aprobada por la Anmat, se le da un uso para el cual no estaba prevista originariamente.

¿Por qué se demora esto?

Eso te lo dejo para que lo investigues como periodista…

A nosotros, hay dos cosas que nos preocupan, derivadas de la lentitud de las entidades gubernamentales para oficializar los protocolos.

El 4 de julio, cuando elevamos los resultados a las autoridades pertinentes, había 1.452 muertes. Hoy hay 26 mil. Eso nos quita el sueño…

Al no oficializarlo, no solo le restamos a la gente la posibilidad de hacer algo que ha demostrado ser efectivo, sino que además corremos el riesgo de la automedicación.

¿A qué autoridades les presentaron los resultados?

En la Provincia de Buenos Aires, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en la Nación.

Como veíamos que sería largo, desde julio empezamos a contactar a sociedades y equipos médicos en distintas partes del país, no para vender un producto porque no somos mercenarios de ningún laboratorio. De hecho, la ivermectina tiene la patente vencida hace más de 10 años; es decir que la puede producir el que quiera…

Nos desvela la cantidad de muertes diarias. Ayer (por el viernes), la Organización Mundial de la Salud reconoció que todos los tratamientos que algunos tenían como exitosos, como el remdesivir, no servían.

¿Cuánto cuesta este tratamiento?

No es un remedio caro. Es sustentable para cualquier sistema de salud. El protocolo que impulsamos cuesta 10 dólares por persona por día. El remdesivir, en cambio, sale 3 mil dólares por persona por día y, encima, no funciona.

¿Se trata de una vacuna?

No lo es, pero oficia de tal. Es el “efecto vacuna” que preconiza el profesor Hirsch. Lo que pasa es que es una vacuna criolla y de bajo costo, sin los riesgos que todavía aparecen y que cortan el avance de los ensayos de las vacunas, por lo menos, en los países serios.

Fuente: El Tribuno

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