Por Orlando Avendano y Emmanuel Alejandro Rondón

Para las 2 de la mañana de la madrugada del 4 de noviembre, la tendencia favorecía al presidente de Estados Unidos y candidato del Partido Republicano a las elecciones presidenciales, Donald Trump. Varios minutos después, el conteo se detuvo en los principales estados claves que aún estaban en disputa. A la mañana siguiente, la tendencia se revirtió drásticamente: la ventaja ahora la llevaba Joe Biden.

Michigan, Pensilvania y Wisconsin fueron unos de esos estados en los que todo cambió. Entre los tres, guardan algo en común: el software que se utilizó para el sistema de voto electrónico es el de la compañía canadiense Dominion Voting Systems.

Una descarga justificada

Casi diez días después de las elecciones, parece claro que el ganador fue el candidato del Partido Demócrata, Joe Biden. Las proyecciones de todos los grandes medios de Estados Unidos, luego de decantar cada uno de los estados, le dan 306 votos electorales al demócrata y 232 al candidato republicano.

Sin embargo, aunque ya Joe Biden dio su discurso ganador y aparece en televisión como el presidente electo, la contienda parece estar muy lejos de terminar. Donald Trump, junto a sus simpatizantes y activistas, se aferran a una denuncia que, esa extraña madrugada del 4 de noviembre, el presidente blandió: le están haciendo fraude.

Para el momento en el que lo dijo aún la tendencia le favorecía. No obstante, Trump se adelantó a lo inminente: los estados empezaron a tornarse azul. Y, desde entonces, no ha soltado la palabra «fraude». Hoy, de hecho, la palabra ya no es etérea, impalpable, sino que se representa en la figura de la canadiense Dominion Voting Systems.

«Reporte: Dominion eliminó 2.7 millones de votos de Trump a nivel nacional. Los análisis encontraron que en Pensilvania 221 mil votos cambiaron de Trump a Biden. 941 mil votos de Trump eliminados. Estados que usaron Dominion Voting Systems cambiaron 435 mil votos de Trump a Biden», tuiteó el presidente, citando una fuente de One America News, este 12 de noviembre a las 11 de la mañana.

Los mensajes de Donald Trump, ya varios días luego de que los medios proyectaran a Biden ganador, lucen como una pataleta de quien ya perdió. Tuits en mayúscula, recurrentes, son caricaturizados por sus oponentes como delirios de fake news. Pero esto pudiera ser simplista. Nadie ha determinado que hubo fraude, es cierto; pero nadie ha determinado lo contrario. Y, con respecto a Dominion Voting Systems, existen varios elementos que deben considerarse y que sugieren una posible vinculación de la empresa canadiense con experiencias en fraudes electorales a lo largo de la región.

Entra Smartmatic al juego

El 11 de abril del 2000 tres jóvenes ingenieros venezolanos, Antonio Mugica, Alfredo José Anzola y Roger Piñate, fundaron en Delaware, Estados Unidos, la empresa Smartmatic. Por la inquietud ante la obsolescencia de las elecciones a nivel mundial, el grupo de jóvenes se dedicó al desarrollo de un software que pudiera administrar, de forma más óptima, los procesos electorales.

Según reporta el New York Times, a principios del año 2004 una agencia de financiamiento del Gobierno venezolano invirtió más de US$ 200 mil en una empresa de tecnología propiedad de los mismos dueños de Smartmatic: Bitza.

Para ese año, Venezuela atravesaba una severa tormenta política. La oposición venezolana, luego de meses de manifestaciones en contra del Gobierno de Hugo Chávez, logró concertar la convocatoria a un referéndum contra el líder de la Revolución Bolivariana. Finalmente, se acordó la celebración del referéndum el 15 de agosto de 2004. Y, en la licitación para la adjudicación del contrario a la empresa que construiría el sistema de votación, ganó el consorcio SBC: Smartmatic, Bitza y CANTV.

El referéndum revocatorio fue la primera elección venezolana que contó con el software diseñado por los tres jóvenes ingenieros. No fue un buen arranque, pues organizaciones civiles como Súmate (liderada por María Corina Machado) o Esdata denunciaron la posibilidad de un fraude. Ese 15 de agosto de 2004 empezó a consolidarse el sistema bolivariano que derivaría en una cruel dictadura acostumbrada al robo de elecciones.

Luego del revocatorio, Smartmatic logró dos contratos más con el Gobierno de Hugo Chávez. Gracias a los ingresos de esos acuerdos, la empresa pudo amasar una pequeña fortuna con la que, en marzo de 2005, compró a la firma británica De La Rue, por US$ 16 millones, la mucho más grande y establecida empresa de voto electrónico, Sequoia Voting Systems.

La batalla por Sequoia

«Desde su adquisición por parte de Smartmatic en marzo de 2005, Sequoia ha trabajado enérgicamente para comercializar sus máquinas de votación en América Latina y otros países en desarrollo», se lee en un reportaje de The New York Times.

«El objetivo es crear el líder mundial en soluciones de votación electrónica», dijo al diario estadounidense el portavoz de Smartmatic, Mitch Stoller.

Un detalle importante es que, justo luego de que la empresa de los tres venezolanos adquiriera la compañía de voto electrónico Sequoia, Smartmatic se reorganizó en un holding de varias empresas con sedes en Delaware (Smartmatic International), los Países Bajos (Smartmatic International Holding, B.V.) y Curazao (Smartmatic International Group, N.V.).

Pero no todo salía bien para Smartmatic. Su relación con el régimen de Hugo Chávez incomodó a algunos en Estados Unidos y, en mayo de 2006, la congresista demócrata Carolyn Maloney pidió al Departamento del Tesoro una investigación de la compra de Sequoia por parte de Smartmatic.

«Estoy escribiendo debido a posibles inversiones del Gobierno de Venezuela en Smartmatic, una compañía de voto electrónico con negocios en Estados Unidos, y su adquisición de Sequoia, una compañía de voto electrónico basada en Estados Unidos», se lee en la carta que Maloney envió al entonces secretario del Departamento del Tesoro, John W. Snow.

«Como puedes imaginar, tener a un Gobierno extranjero invirtiendo o comprando una compañía que presta servicios a las elecciones de Estados Unidos podría levantar preocupaciones sobre la integridad de las elecciones desarrolladas por estas máquinas», continúa la carta.

En declaraciones al New York Times, Maloney dijo: «El Gobierno debería saber quién posee nuestras máquinas de votación. Esta es una preocupación de seguridad nacional».

Para el momento de la publicación del reportaje del New York Times, el 29 de octubre de 2006, Sequoia Voting Systems, propiedad de Smartmatic, tenía «equipos de votación instalados en 17 estados de Estados Unidos y en el Distrito de Columbia».

Las máquinas de Sequoia empezaron a ser probadas y, como en Venezuela, empezó a haber irregularidades: en agosto de 2007, la entonces secretaria de Estado de California, Debra Bowenretiró la aprobación y vetó a las máquinas de votación y escaneo óptico de Sequoia luego de que «una revisión de las máquinas certificadas para su uso en California en 2007 encontrase debilidades significativas de seguridad en todo el sistema Sequoia».

Todo el software que Sequoia estaba utilizando era, de hecho, de Smartmatic. Las antiguas máquinas de votación fueron renovadas y toda su tecnología fue desarrollada y patentada. Como consecuencia de los cambios que Smartmatic estaba impulsando en Sequoia, la empresa logró ser exitosa hasta que, luego de las polémicas y el llamado de alerta de la congresista Maloney, el Comité de Inversión Extranjera de Estados Unidos ordenó, en noviembre de 2007, que Smartmatic vendiera Sequoia.

En un artículo publicado el 10 de abril de 2008, el periodista Bradley Friedman escribe: «Smartmatic se había visto obligada a ceder el control de Sequoia después de que los medios de comunicación y el Congreso notaran que la empresa tenía vínculos con Hugo Chávez». Al final, los compradores fueron los mismos gerentes de la empresa, pero que tenían ciudadanía estadounidense.

Pero el veredicto no puso fin a la relación de la polémica empresa Smartmatic con Sequoia. De hecho, en abril del 2008 un competidor del mercado, Hart InterCivic, trató de adquirir Sequoia en una jugada hostil. Esto provocó el involucramiento de las cortes. Smartmatic quedó expuesta.

Documentos judiciales desenterrados en el momento revelaron que Smartmatic aún conservaba gran parte del control financiero de Sequoia. Asimismo, Smartmatic también continuaba reteniendo, debido al contrato firmado, la propiedad de los derechos de algunos de los productos que Sequoia había desplegado a lo largo de Estados Unidos. De hecho, el director ejecutivo de Sequoia de entonces era Jack Blaine, quien había sido ejecutivo de Smartmatic.

Finalmente, las presiones se impusieron y los dueños de Sequoia, que habían quedado expuestos poco antes, vendieron la compañía el 4 de junio de 2010. El comprador, esta vez, fue una pequeña empresa canadiense dedicada a la fabricación de equipos de votación electrónica y escáneres ópticos: Dominion Voting Systems, propiedad de John Poulos, presidente de la compañía; y James Hoover, vicepresidente.

Ese día la compañía canadiense no solo compró Sequoia, sino que adquirió todo el software y el desarrollo tecnológico que Smartmatic había patentado y del que la polémica empresa vinculada al chavismo era aún dueña.

Casi un oligopolio

Antes de que Dominion Voting Systems adquiriese Sequoia el 4 de junio 2010 —con lo que se llevaba un aproximado del 20 % de la presencia del mercado electoral americano—, la empresa canadiense ya había dado un golpe de autoridad en el sistema. Uno que, prácticamente, pasó desapercibido en la esfera pública: Dominion compró, también en 2010, a Premier Election Solutions, conocido como Diebold/Premier.

Con las repentinas adjudicaciones de Sequoia y Diebold/Premier, Dominion pasó a tener —en números aproximados— un 50 % del mercado privado electoral del voto electrónico en Estados Unidos. Quedaron dos empresas competidoras: ES&S, con el 40 %, y Hart InterCivic, con el 10 %, esto según un reportaje del Huffington Post publicado en 2017.

En un comunicado de prensa distribuido por Dominion el 19 de mayo de 2010 se destaca el acuerdo con ES&S —Premier Election era una subsidiaria propiedad de ES&S— y se celebra la adquisición de los principales activos de la misma, incluyendo propiedad intelectual, software, firmware y hardware de sus sistemas de votación.

ES&S, por cierto, se ve obligada a vender Premier Election Solutions por una exigencia del Departamento de Justicia debido a preocupaciones por posible monopolio —lo que le impide dominar la mayor parte del mercado privado electoral—. Dominion se aprovechó de esto.

Según Dominion, el acuerdo fue aprobado por el Departamento de Justicia de EE. UU. y nueve fiscales generales y estatales, guardándose, además, “el derecho de contratar empleados actuales y anteriores de Premier y a celebrar acuerdos con distribuidores de Premier con experiencia en la implementación y el apoyo de estos sistemas”.

Con la compra, Dominion limitó la capacidad de que ES&S pudiera vender equipos de Premier. Y la misma compañía canadiense destacó que “los sistemas de votación Premier se utilizan actualmente en más de 1.400 jurisdicciones en 33 estados y sirven a casi 28 millones de votantes estadounidenses”. En síntesis, una compra redonda para un nuevo “titán” del mercado privado electoral americano.

«No es exactamente un oligopolio, pero es como si lo fuera», dijo al Wall Street Journal el profesor de ciencias políticas del Instituto de Tecnología de Massachusetts, Charles Stewart, frente a la hábil forma en la que se han movido las compañías que ofrecen el servicio del voto electróico.

Pero detrás de ese par de adquisiciones que posicionaron a Dominion en lo más alto del mercado electoral, había una mano negra relacionada a Smartmatic.

El Huffington Post indaga

De acuerdo con el Huffington Post —en un reportaje exclusivo que reveló la relación entre Smartmatic, Sequoia y Dominion— «La “propiedad intelectual” de los sistemas de votación (de Sequoia, adquiridos por Dominion) sigue siendo propiedad de la empresa vinculada al presidente venezolano (Smartmatic y Hugo Chávez), a pesar de la declaración de prensa» bastante engañosa difundida por Dominion en 2010.  

El reportaje menciona, entre otros muchos detalles, que la propiedad intelectual «de la mayoría/casi totalidad de los sistemas de votación de Sequoia era en realidad propiedad secreta de la firma Smartmatic», vinculada al chavismo y a los numerosos escándalos de fraudes electorales en Venezuela.

Entonces, de la noche a la mañana en 2010, una pequeña compañía canadiense ligada a Smartmatic compraba gran parte del mercado privado electoral y se introdujo en EE. UU. desde sus oficinas en Colorado.

Posteriormente, se descubrió que Smartmatic aún tenía intereses con Sequoia y, para mayor gravedad, dominaba la propiedad intelectual de la compañía, incluso reservándose derechos para negociar mediante acuerdos de no competencia en el extranjero. El Comité de Inversión Extranjera había acordado cerrar la investigación si Smartmatic se desprendía de Sequoia en totalidad.

Fuente: elamerican.com

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