Por Rafael Valera para El American
En su más reciente artículo para el Wall Street Journal, el Director de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos John Ratcliffe, reveló que China tiene grandes planes a ejecutar con el fin de convertirse en la potencia militar más prominente del mundo. De acuerdo a las informaciones a las que ha tenido acceso Ratcliffe, el Partido Comunista Chino ha realizado pruebas en miembros de la Armada de Liberación Popular de China, con el objetivo de «desarrollar soldados con capacidades mejoradas biológicamente».
A este respecto otros oficiales han ratificado las palabras de Ratcliffe, advirtiendo que funcionarios chinos podrían usar tecnología de edición o alteración genética para fines bélicos. De acuerdo a estos reportes, la biopolítica —fundada por la Unión Soviética—, con la eugenesia, son los instrumentos usados por el Partido Comunista de China para perfeccionar las capacidades bélicas de sus soldados.
De acuerdo a un ensayo de Elsa Kania y Wilson VornDick titulado «La frontera de la Biotecnología Militar de China: CRISPR, Fusión Cívico-Militar y la Nueva Revolución en Asuntos Militares» para la Fundación Jamestown, científicos y estrategas militares han enfatizado que la biotecnología podría convertirse en las nuevas alturas estratégicas que comanden el futuro de la revolución tecnológica en asuntos militares.
Lo más preocupante en este caso es que China está a la vanguardia de la tecnología de edición genética y la está utilizando para fines militares. Incluso con las limitaciones que la ingeniería genética tiene actualmente, a día de hoy el Partido Comunista de China está replanteando las dimensiones y las capacidades del conflicto bélico, de los sectores económicos y sociales.
Kania y VornDick informan que altos funcionarios y académicos de la Armada de Liberación Popular de China han mostrado su grave preocupación por la «seguridad nacional y defensa biológica» en respuesta a amenazas de enfermedades infecciosas, pero también han hecho mucho énfasis en la importancia de explorar el potencial militar —e inclusive la aplicación ofensiva de la biotecnología—.
Las academias militares en China están llenándose de ensayos en este asunto y con el mismo norte: profundizar sobre la militarización de la biotecnología. El Coronel Guo Jiwei, por ejemplo, publicó un reciente libro llamado «La guerra por el dominio biológico» (zhishengquan). Este último término podría traducirse, según Kania y VornDick como «dominio biológico» o «comando/superioridad biológica».
El Mayor General He Fuchu, vicepresidente de la Academia de Ciencias Militares, ha mostrado un pleno apoyo a la militarización de la biotecnología. Afirma que «la biotecnología moderna y su integración con la información, la nanotecnología) y los dominios cognitivos, etc., tendrán influencias revolucionarias sobre las armas y equipos, los espacios de combate, las formas de guerra y las teorías militares».
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El trabajo de Jamestown afirma además que la Academia de Ciencias Militares ha hecho una alianza con una empresa llamada Cogrowth, especializada en el desarrollo de electroencefalogramas para interfaces cerebro-computadora; también está explorando el aprovechamiento de la inteligencia artificial para interpretar bio-señales.
El paradigma de las armas no se escapa de las mentes militares del Partido Comunista de China. Por ejemplo, el General Zhang Shibo cree que los avances actuales en la biotecnología abren la posibilidad de crear nuevos patógenos sintéticos que son, textualmente, «más tóxicos, más contagiosos y más resistentes».
CRISPR y su alianza con el régimen de China
CRISPR es una herramienta que sirve para la edición genética y que ha estado muy presente en las investigaciones científicas en la República Popular de China. Entre sus aplicaciones más populares está el desarrollo de órganos humanos, mejoras en la agricultura, pero también en la creación de perros con gran musculatura para usarlos en la policía y fortalecer la coerción del Estado.
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Las innovaciones también han llegado a los humanos —a pesar de sufrir un gran rechazo de la comunidad médica china—, e investigadores han conseguido dar inmunidad al VIH a hermanos gemelos, pero también aumentar sus capacidades cognitivas. En este sentido, el régimen chino está apoyando la mejora en el desempeño humano y que puede ser utilizada para aumentar la efectividad de soldados en el combate. El investigador que defiende esto —cuyo nombre no fue revelado— también afirma que como CRISPR posee un «gran potencial» como una tecnología «disruptiva», China debe hacerse con la iniciativa.
De lograr sus objetivos, China habrá provocado una revolución militar jamás vista que repercutirá, inclusive, en la misma naturaleza de la guerra. No solo en la técnica, no solo en la industria pero también en la filosofía. La visión griega de la guerra, concebida en el arquetipo del «guardián» platónico y en el concepto de «defensa y preservación» de Aristóteles, sucumbirá a la visión de Thomas Hobbes y de Maquiavelo, donde la gloria, el poder y la dominación, son los leitmotivs del conflicto. Con un escenario así y con estas ventajas, pocas —o ninguna— serán las guerras que China podría perder en el futuro.