Algo anda mal en esta sociedad. Al cubrir un evento, la mayoría de los principales medios de comunicación en los EE. UU. ensalzan o difaman a las personas involucradas en el evento en lugar de informar sobre los diversos aspectos de lo que verdaderamente está sucediendo. Casi todos los medios de comunicación se expresan con la misma voz en su conjunto, a menudo sin molestarse en verificar su fuente de origen.

Un ejemplo es el fraude en las elecciones generales de los Estados Unidos. Con audiencias que tienen lugar en los estados indecisos y una gran cantidad de pruebas sólidas de declaraciones juradas, no hay prácticamente ningún medio de comunicación que informe de eso.

Mentiras y realidad en el mismo video

Cuando los medios de comunicación y las redes sociales unen sus fuerzas para difundir información confusa, encontrar la verdad puede resultar difícil, aunque no imposible. Hasta cierto punto, esto se ha convertido en una prueba de nuestra honestidad y valor.

J. K. Rowling, autora de los libros de Harry Potter, publicó un tweet en julio de 2017 en el que acusaba al presidente Trump de ignorar a Montgomery Veer, un niño discapacitado de tres años que se acercó al presidente para estrecharle la mano. Dada la fama de Rowling, esta publicación, junto con un breve vídeo, se hizo viral y muchas personas se unieron a ella para condenar a Trump.

La madre del chico, Marjorie Kelly Weer, escribió un mensaje en Facebook después de leer el tweet de Rowling. Explicó que Rowling había malinterpretado la situación. “Si alguien puede, por favor, enviar un mensaje a JK Rowling: Trump no desairó a mi hijo y Monty ni siquiera intentó darle la mano”, escribió, añadiendo que a Monty no le gustaba mucho dar la mano.

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“Las imágenes de video no editadas mostraron que el Sr. Trump se agachó para estrechar la mano del chico. Parecía haber tocado suavemente el codo izquierdo del niño, mientras este levantaba su mano izquierda apretada”, informó el New York Times el 1 de agosto de 2017, en un artículo titulado “J.K. Rowling se disculpa por los tweets contra Trump (pero no de Trump)”.

Esto nos indica que, si bien conocer la información nos ayuda a comprender los hechos, conocer la información parcial podría fortalecer nuestro prejuicio establecido. Cuando los medios de comunicación ignoran su misión de proporcionar información objetiva y en su lugar empezaron a manipular la opinión pública con reportajes selectivos, esto podría acarrear consecuencias nefastas.

La anterior fue una de las muchas acusaciones falsas contra Trump en los últimos cuatro años. La cantidad y los métodos empleados en la difamación están más allá de la imaginación. Por ejemplo, después de casi dos años, la investigación de la trama rusa no encontró que Trump haya cometido irregularidades.

Esa lista continúa. En junio de 2018, muchos medios de comunicación afirmaron que una niña hondureña que lloraba había sido separada de su familia, y la utilizaron para atacar la ley de inmigración de la administración Trump. El padre de la niña aclaró más tarde que no era cierto, ya que la niña nunca había sido separada.

Otro ejemplo fue la acusación de que la administración Trump había detenido a niños en jaulas en las instalaciones fronterizas. Un comisionado adjunto de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) testificó que las jaulas habían sido construidas durante el mandato de Obama en 2014 para los inmigrantes ilegales.

Aunque estos hechos fueron aclarados más tarde, el daño ya estaba hecho. Como resultado, engañadas por los medios de comunicación, muchas personas llamaron a Trump dictador y racista. “Una mentira dicha con frecuencia se convierte en la verdad”, dijo Vladimir Lenin, fundador de la Unión Soviética. ¿Qué tan lejos estamos de eso?

En cambio, si algo malo le sucediera a un demócrata, se aplicaría una doble moral. Aunque no se encontraron pruebas contra Trump, los medios de comunicación siguieron llamando a la acusación de Rusia el escándalo de Trump. Sin embargo, después de que el New York Post informó sobre el portátil de Hunter Biden con hechos concretos y la participación del FBI, los medios de comunicación lo ignoraron o lo desestimaron.

Es importante reflexionar sobre esto, entendiendo dónde estamos y qué significa. La verdad es que cuando no protegemos los derechos legítimos de los demás y seguimos expandiendo la red de mentiras y difamación, todos nos convertiremos en víctimas algún día, incluido nosotros.

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El papel del cuarto poder

Debido a su influencia, a los medios de comunicación se les conoce como el cuarto poder. Un ejemplo es el escándalo Watergate que le ocurrió al presidente de los Estados Unidos Richard Nixon de 1972 a 1974. Una investigación independiente de dos periodistas reveló lo que sucedió, obligando a Nixon a dimitir. Como testimonio de la libertad de prensa y la independencia judicial, fue un buen ejemplo para la sociedad moderna. Pero la situación cambió drásticamente en los años 90.

A pesar del notorio historial de violaciones de derechos humanos llevado a cabo por el partido comunista chino (PCCh), los bancos y empresas de los Estados Unidos invirtieron en China para obtener beneficios. JP Morgan Chase, un “viejo amigo” del PCCh, se convirtió en el primer banco estadounidense que actuó como agente del Banco de China en los Estados Unidos en 1973, seis años antes de que se establecieran relaciones diplomáticas formales entre los dos países.

“Los grandes bancos de Wall Street y otras grandes compañías estadounidenses solo de nombre, estaban más interesados en ganar tanto dinero como pudieran comerciando con un enemigo mortal, que en cumplir con las leyes y normas estadounidenses y en defender los valores norteamericanos”, explicó Curtis Ellis, director de políticas de America First Policies: “Estoy seguro de que, si uno indaga y mira alrededor, encontrará que JP Morgan no estaba solo en ese tipo de práctica”.

Un año después de establecer relaciones diplomáticas, los EE. UU. concedió a China el estatus de nación más favorecida (NMF). Renovado anualmente, el estatus de NMF dependía de la situación de los derechos humanos en China. Esto demostró ser efectivo, ya que China liberaría a algunos disidentes detenidos cada año antes de la renovación. Esta conexión entre los derechos humanos y la economía también ayudó a los EE. UU. a defender los valores occidentales frente al comunismo.

Sin embargo, el gobierno de los Estados Unidos en general tenía una política de apaciguamiento hacia el PCCh, con la esperanza de que una China más desarrollada llevaría a la democracia. Por eso la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989, la represión en el Tíbet y la persecución a Falun Gong desde 1999 han sido ignoradas en gran medida.

Para desviar la atención de la sociedad occidental hacia las cuestiones de derechos humanos en China, el exlíder del PCCh, Jiang Zemin, planeó entrar en la OMC y mejorar la relación de China con el mundo libre. Michael Pillsbury, director del Centro de Estrategia China del Instituto Hudson, describió cómo el PCCh influyó en los funcionarios estadounidenses a través de un enfoque múltiple en su libro El maratón de los cien años: La estrategia secreta de China para reemplazar a los Estados Unidos como la superpotencia mundial.

Según la desertora Sra. Lee (alias): “China ha hecho falsas afirmaciones desde 1995 hasta 2000 para persuadir al Congreso de que conceda a China unas relaciones comerciales normales permanentes y que allane su camino hacia la OMC”. La Sra. Lee reveló que la estrategia de los líderes de China era no dejar nada al azar ayudando a los que estaban a favor del voto, y suprimiendo la información sobre su estrategia económica mercantilista”, escribió en el libro, “Lanzaron un programa de propaganda y espionaje más sofisticado de lo que nadie en los servicios de inteligencia de EE. UU. sospechaba”.

Al final, el entonces presidente Bill Clinton eliminó una condición que el Congreso propuso para que China entrara en la OMC, es decir, liberar a 2.000, 3.000 presos de conciencia detenidos (la mayoría de los presos de conciencia en ese momento eran practicantes de Falun Gong). Al final, Clinton firmó una ley en octubre de 2000 para otorgar a China el estatus de relaciones comerciales normales permanentes (PNTR), permitiendo que China fuera admitida en la OMC en diciembre de 2001.

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De un concepto erróneo a la desinformación

El profeta francés Nostradamus en el siglo XVI había predicho que en julio de 1999 vendría un gran Rey del Terror y que Marte (Marx) gobernaría el mundo afirmando que daría a la gente una vida feliz. Ese año, el PCCh comenzó a suprimir a Falun Gong y la persecución ha perdurado desde entonces, convirtiéndolo en la mayor persecución religiosa de China.

Parte del problema fue un error de juicio del PCCh desde el principio. Hablando ante una audiencia de élite en Washington en marzo de 2000, el entonces presidente de los EE. UU. Bill Clinton esperaba una mayor libertad en China ya que “la libertad se extendería por el teléfono celular y el módem de cable”. “Ahora no hay duda de que China ha estado tratando de tomar medidas drásticas en Internet”, declaró, “¡Buena suerte! Eso es como tratar de pegar gelatina a la pared”. Sin embargo, en varios años, el gran cortafuegos del PCCh se convirtió en el sistema más sofisticado del mundo para vigilar y controlar la web.

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Los medios de comunicación también desempeñaron un papel fundamental en este proceso. “Desde la década de 1960, a los legisladores estadounidenses se les ha hecho creer que China es una nación atrasada, que no es militarmente activa y, ciertamente, que no se centra en Estados Unidos como una amenaza militar. Este fue el mensaje que los líderes de Beijing transmitieron a los occidentales con gran efecto”, escribió Pillsbury en su libro, “En 1999, Patrick Tyler, el jefe de la oficina de Beijing del New York Times, informó lo siguiente: ‘Hoy en día las pruebas sugieren que, si bien China está trabajando para dominar las tecnologías de vanguardia en sus laboratorios, tiene poca experiencia y pocos recursos para construir la base industrial necesaria para convertirse en una potencia militar moderna'”.

Esas declaraciones resultaron ser pura propaganda después de que se publicara un libro en el mismo año en China llamado “Guerra sin restricciones”. “En lugar de la acción militar directa, los autores propusieron formas no militares de derrotar a una nación más fuerte como los Estados Unidos a través de la guerra legal (es decir, utilizando las leyes, organismos y tribunales internacionales para restringir la libertad de movimiento y las opciones políticas de los Estados Unidos), la guerra económica, la guerra biológica y química, los ataques cibernéticos e incluso el terrorismo”, el libro continuó: “La obra sorprendió aún más porque fue escrita por dos coroneles que sirven en el ejército de liberación popular, Qiao Liang y Wang Xiangsui… Una vez que la noticia del estudio llegó a Occidente, Beijing retiró rápidamente todas las copias de sus librerías”.

A medida que la China comunista ascendía al poder mundial, su influencia también comenzó a controlar la industria de las noticias. Ian Johnson, del Wall Street Journal, ganó el Premio Pulitzer en 2001 por sus reportajes internacionales sobre la persecución a Falun Gong. “Fue un tremendo ejemplo de coraje y determinación para conseguir una historia frente a las fuertes presiones de la policía contra el reportaje, combinado con una escritura muy sensible y poderosa”, escribió Paul E. Steiger, editor gerente del Journal.

Sin embargo, han pasado casi 20 años y desde entonces apenas han aparecido noticias al respecto en los principales medios de comunicación debido a la influencia del PCCh.

La rana hervida en agua tibia

“Para atacar a EE. UU., el país más poderoso del mundo, el PCCh tenía un claro objetivo de infiltración”, dijo Lin Yunfei, editor del Movimiento de Nuevos Ciudadanos: “La inversión es enorme tanto en términos de financiación como de personal, y ha continuado durante muchos años”.

En particular, el PCCh tiene una red masiva del Frente Unido. Para los grandes medios de comunicación como la Voz de América, el New York Times o la BBC, ha empleado la infiltración en lugar de comprar estas empresas. “Es difícil de evaluar cuán profunda e intensa es tal infiltración. Muy a menudo sucedió de una manera sutil como la rana de agua tibia”, explicó, “Debido a esto, es difícil para la sociedad en general darse cuenta de ello”.

Gong Xiaoxia, exdirector de la división china de la Voz de América, dijo en una entrevista que el PCCh ha gastado mucho dinero en controlar los medios de comunicación de la comunidad internacional.

Wagreich Samuel, de la Facultad de Derecho de Harvard, publicó un informe en 2013 titulado “Lobbying by Proxy”: Un estudio de las prácticas de cabildeo de China en los Estados Unidos 1979-2010 y las implicaciones para FARA”. El PCCh usualmente usaba los intereses financieros de las grandes compañías como palanca para presionar a los funcionarios de los Estados Unidos y dar forma a su política a favor de China. El Departamento de Justicia, principal auditor del proceso, a menudo no cumplía con su papel. Muy a menudo la embajada y los consulados chinos jugaron un papel principal en tales actividades de cabildeo.

“Hay un quid pro quo; los chinos están dando a entender a las empresas dentro de sus fronteras que, ‘si ustedes van a tener éxito en nuestro mercado, van a contribuir a las relaciones entre EE. UU. y China'”, dijo un entrevistado citado en el informe. “La presión está implícita, pero las empresas entienden el chiste: los chinos llevan la cuenta. Y en el futuro, si quieres que hagan algo por ti, van a mirar atrás y ver lo que has hecho por ellos”, añadió otro.

Dado que hay muchas interacciones entre los funcionarios del PCCh y las empresas estadounidenses, se ha convertido en una regla tácita que las empresas multinacionales de los Estados Unidos ejercerían presión en nombre de China sin comunicación u orden directa de China.

“En China, hay mucha regulación gubernamental; controlan la aprobación de fábricas, la autorización de adquisiciones, la aprobación de inversiones-ciudad por ciudad- así que las corporaciones tienen interés en mostrar que son aliados del Gobierno. En asuntos comerciales como PNTR, los directores generales estaban haciendo saber que estaban activos en el Capitolio”, un entrevistado declaró: “Y la embajada estaba llevando la cuenta de quién estaba declarando ante el Congreso, quién estaba haciendo viajes al Edificio de la Capital, quién estaba firmando las cartas. Así es para las empresas que invierten en China, sus directores generales están constantemente comprometidos con la embajada”.

A lo largo de los años, los bancos inversores han desempeñado un papel fundamental al proporcionar apoyo financiero a las empresas chinas. Esto incluye funciones como suscriptores principales, patrocinadores y asesores financieros para impulsar la economía del PCCh.

Situaciones similares ocurrieron con los medios de comunicación. Financiados por capital privado, se convirtieron fácilmente de cautivos de tales influencias. El PCCh tiene un gran presupuesto para llevar a cabo muchas actividades secretas en el ámbito de las relaciones públicas, que a menudo son descuidadas por la sociedad principal estadounidense.

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Trump y los medios de comunicación

La historia de Trump comenzó hace 20 años. En enero de 2000, Trump publicó un libro titulado The America We Mererve, que enumeraba una serie de propuestas políticas en caso de que se presentara a la presidencia. En el libro, ya consideraba a la China comunista como el mayor desafío a largo plazo para los EE. UU.

Pillsbury dijo que lo que Trump está haciendo ahora como presidente es corregir los errores que la administración de los Estados Unidos ha cometido en los últimos 20 años de connivencia con el PCCh. Incluso en el libro del 2000, Trump escribió: “No nos han regalado nuestro sueño. Nosotros lo construimos. Tenemos nuestra visión, entonces vamos y la hacemos realidad”.

Durante mucho tiempo, los políticos y los inversores de Wall Street han hablado de “contener a China” en la superficie mientras comerciaban secretamente con el régimen comunista bajo la mesa. Pero ahora Trump, un hombre de negocios, estropeó todo esto. Puso todas las preguntas o peticiones que el PCCh planteó sobre la mesa, esencialmente cortando el canal de comunicación secreta que los políticos e inversores de Wall Street tenían con el PCCh en el pasado.

Durante su campaña de 2016, Trump prometió “drenar el pantano” y nuevamente después de que se convirtiera en presidente en 2017. Desde entonces, había comenzado una intensa batalla con los medios de comunicación como uno de los principales protagonistas.

Bari Weiss, escritora y editora de opinión, renunció al New York Times en julio. En su carta de dimisión, describió cómo el periódico había suprimido las opiniones alternativas para complacer a los lectores progresistas. “Siempre me enseñaron que los periodistas estaban encargados de escribir el primer borrador de la historia. Ahora, la realidad en sí misma es una cosa más efímera moldeada para ajustarse a las necesidades de una narrativa predeterminada”, escribió. “Los artículos de opinión que fácilmente se hubieran publicado hace solo dos años ahora pondrían a un editor o a un escritor en serios problemas, si no es que son despedidos”.

Debido a los valores tradicionales, se convirtió en “objeto de constante acoso por parte de colegas que no están de acuerdo con mis puntos de vista. Me han llamado nazi y racista… Varios colegas considerados como amistosos conmigo fueron acosados por sus compañeros de trabajo”, ella continuó: “Y ciertamente no puedo entender cómo usted y otros líderes del Times se han mantenido al margen mientras simultáneamente me elogian en privado por mi valor. Presentarse a trabajar con un pensamiento de centro en un periódico estadounidense no debería requerir valentía”.

Un ejemplo es la niña hondureña mencionada anteriormente que fue detenida junto con su madre mientras intentaban entrar ilegalmente a los Estados Unidos en 2018. Los medios de comunicación falsificaron la historia afirmando que la niña estaba llorando porque fue separada por la fuerza de su madre. La revista Time incluso tenía una foto compuesta de Trump y la niña en la portada con una frase sarcástica de “Bienvenida a América”. Los medios de comunicación de todo el mundo, incluyendo los de China, inmediatamente publicaron la historia diciendo que Trump era un nazi y racista.

Aunque tanto el padre de la niña como un oficial de control fronterizo aclararon más tarde que la niña nunca fue separada de su madre, el daño y la difamación fueron difíciles de reparar.

Sharyl Attkisson, periodista y presentadora de programas de televisión, publicó un libro en noviembre de 2020 titulado Slanted: How the News Media Taught Us to Love Censorship and Hate Journalism. Ella describe como los periodistas se han desviado de la ética y en su lugar siguen produciendo información sesgada.

“En lo que se refiere a la labor periodística, el centro ha sido arrastrado tan a la izquierda que una postura neutral es ahora vista como de derechas. Los puntos de vista liberales o anti-Trump son considerados como un buen periodismo que dice la verdad”, escribió. “Al menos eso es lo que los afectados parecen creer. Pero plantee preguntas sobre la imparcialidad o considere puntos de vista alternativos, eso simplemente probará que usted es el único que está influenciado”.

En el libro, Attkisson enumeró los 100 peores ataques contra Trump. “Con demasiada frecuencia, los reporteros ya no tratan de llegar a la verdad, sino que intentan avanzar en una narrativa particular o “asumir” una historia. Esto significa que sirven como instrumentos de propaganda y temas de conversación”, dijo en una entrevista.

Habiendo trabajado en la CBS, CNN y PBS, ella dijo que pocos reporteros buscarían la evidencia o el reportaje de investigación en estos días. “A través de sus formas poco convencionales que desafiaron las predicciones y operaron fuera del control de la narrativa, Trump expuso los sesgos, defectos y debilidades de los medios de comunicación, haciendo que sus miembros perdieran su mente colectiva y se deshicieran de toda pretensión de objetividad.

Los medios de comunicación en general se comprometieron en una agenda política para socavar y finalmente destituir a Trump de su cargo. Lo que solo sirvió para demostrar su punto sobre su parcialidad”, escribió en el libro.

Attkisson también habló del fraude durante las elecciones generales en los Estados Unidos. Señaló al principio que los medios de comunicación dijeron que no había fraude. Como la evidencia salió a la luz, los medios de comunicación dijeron que no había un fraude generalizado. A medida que aparecieron más pruebas y el testimonio de un gran número de declaraciones juradas, dijeron que esto no marcaría la diferencia y no cambiaría nada.

Una señal de alerta

En un capítulo titulado “La Verborrea de la Narrativa”: Mentiras, pruebas y bombas”, Attkisson explicó que en el periodismo “existen en primer lugar unos estándares, no solo para dar un trato justo a la gente que nos gusta”. También se supone que deben garantizar la imparcialidad y la precisión cuando cubrimos la información de quienes no nos gustan, no estamos de acuerdo, o incluso creemos que son mentirosos”. De hecho, es cuando nuestros estándares son más importantes”.

“Trump” puso a prueba nuestra capacidad para demostrar nuestro compromiso de mantenernos fieles a nuestra misión de periodistas. Y fallamos”, continuó. “En toda la nación, los puestos de reporteros de hoy en día están ocupados por periodistas supuestamente talentosos a los que se les asigna la singular tarea de presentar las noticias de Trump como un mentiroso una y otra vez, en lugar de informar sobre la realidad de los acontecimientos”.

Es como si las preguntas de los reporteros a Biden frente a las del presidente Trump fueran como el día y la noche. Mientras que los reporteros y presentadores son respetuosos con las personas que están en contra de Trump, sus actitudes son drásticamente diferentes hacia los que están con Trump o sus partidarios.

Un ejemplo perfecto es la entrevista de Trump con Leslie Stahl de la CBS en “60 Minutos”.

Trump: ” Hemos generado la mayor economía en la historia de nuestro país, y el otro lado estaba llegando”.

Stahl lo interrumpió, diciendo: “Usted sabe que eso no es cierto”.

El presidente respondió: “Es totalmente cierto”.

Stahl dijo: “No”, antes de presionar a Trump de nuevo con la pregunta.

Si hubiera sido por Biden o sus partidarios, la situación hubiera sido completamente diferente.

Cong Riyun, profesor de teoría política de la Universidad China de Política y Derecho, dijo que tales comportamientos de los medios americanos habían influido negativamente en los medios internacionales en general, haciendo que se refirieran a Trump como un racista o un nazi.

Esto es diferente del verdadero Trump. Si no hubiera sido por los incansables esfuerzos de Trump en los últimos años, Estados Unidos y el mundo se habrían alejado mucho más de los valores tradicionales. De hecho, es raro encontrar a alguien como Trump que actúe con una mente clara, una fuerte determinación y compromiso con sus palabras.

¿Realmente queremos este tipo de “diversidad” que los progresistas defienden? Preguntó el Cong. ¿Te sientes cómodo haciendo que tus hijos vayan al baño de los transexuales? ¿Realmente crees que la legalización de la marihuana beneficiaría a nuestros hijos?

En un mundo como el actual, encontrar la verdad requiere coraje. Pero eso dice lo que representamos y lo que somos. Después de todo, como humanidad, estamos definidos por nuestra conciencia y dignidad. “Dios te ha dado un rostro y tú te haces otro”, advirtió Shakespeare.

Las elecciones generales de EE. UU. son una prueba del bien y del mal para todos. El papel que adoptamos decide a dónde pertenecemos.

Fuente Minghui.org

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