Si un legado ha dejado el presidente Donald Trump ha sido su manejo de la política exterior. El empresario llegó a la Casa Blanca en 2016 con una perspectiva diferente: «A partir de este día, gobernará una nueva visión… Será solo Estados Unidos primero, Estados Unidos primero», dijo durante su discurso de inauguración. El presidente se apegó a esta línea que, si bien promueve la paz en otros países, se centró en garantizar la paz hacia su nación.

Durante sus cuatro años de gestión, aportó mayor diplomacia a las relaciones que Estados Unidos había tendido (o no) décadas atrás e impulsó acuerdos en países del mundo árabe, lejanos o desestimados en administraciones anteriores. Asimismo, plantó cara a pactos inicialmente mal estructurados y endureció medidas contras las dictaduras más férreas del mundo contemporáneo.

Como ejemplo, cabe señalar la salida del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), firmado durante el gobierno de Obama y cuyo objetivo es exigir a Irán la reducción de sus reservas de uranio enriquecido. Trump hizo el anuncio correspondiente en 2018, afirmando que el acuerdo no representaba ninguna garantía de cumplimiento por parte de Irán. Y eventualmente, el tiempo le dio la razón: en noviembre de este año la ONU informó que el país de Hasán Rohaní tiene almacenados más de 2400 kilogramos de uranio enriquecido, es decir, doce veces más del acordado.

Este año fue determinante para tender puentes dentro de un mundo árabe marcado por décadas de conflictos.

En septiembre, la Casa Blanca fue testigo de un suceso histórico: la firma de los Acuerdos de Abraham en los que se dejó asentado el reconocimiento de Israel por parte de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Baréin. Algo que no ocurría desde el año 1994, fecha en la que Jordania hizo lo propio.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, auguró que la «paz» con esos dos emiratos del golfo Pérsico «eventualmente se expandirá para incluir a otros Estados árabes y al final acabar con el conflicto árabe-israelí de una vez por todas».

En octubre, otro hecho probó aquellas palabras del primer ministro israelí: Sudán normalizó relaciones. Ello no solo acercó a las dos naciones. También permitió al país africano salir de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, lo cual lo habilita para acceder a créditos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras vías de apoyo internacional.

Dos meses después se sumó la región de Magreb: Marruecos, junto con el territorio de Sahara Occidental. Con la normalización de las relaciones se reconoció asimismo la la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental.

Retiro de tropas

Tal como lo había prometido durante su campaña, Trump retiró buena parte de las tropas estadounidenses de Afganistán. El presidente de EE.UU. hizo el anuncio en marzo de este año, al mismo tiempo que lanzó esta frase: «Todos están cansados de la guerra».

El número de tropas se redujo entonces de 13000 a 8600 soldados. Los demás retiros quedaron sujetos a que los talibanes cumplan con disminuir la violencia y cortar los lazos con Al Qaeda. Demostró así que una presidencia más alejada de la guerra y con una perspectiva más estratégica sí es posible.

Otro ejemplo es lo ocurrido en 2018 cuando, tras anunciar la derrota de ISIS y el retiro de las tropas de Siria, decidió viajar a Iraq para pasar la noche de Navidad junto a los soldados. En efecto, la victoria sobre el grupo terrorista fue el punto de partida para el retiro de 2000 combatientes asignados allí. «Los hemos derrotado y derrotado en grande. Hemos recuperado territorio y ahora ‘es hora de que nuestras tropas vuelvan a casa’», declaró a finales de ese año.

Sanciones a las dictaduras

La ya mencionada salida de EE.UU. del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) significó para Irán el restablecimiento de sanciones. Las medidas incluyen la prohibición de compra o adquisición de dólares por parte del gobierno iraní, sanciones a compañías petroleras y energéticas y la inhabilitación de transacciones de instituciones financieras extranjeras con el Banco Central de Irán.

«O cambia su comportamiento amenazador, desestabilizante, y se reintegra a la economía global o continúa por el camino del aislamiento económico», sentenció Trump en un mensaje dirigido a Hasán Rohaní.

Contra China también se dictaron medidas. El régimen comunista de Xi Jinping, tan opuesto al modelo político de Trump, recibió restricciones económicas. Para ser más precisos, recibió el mayor paquete de sanciones, incluyendo en ellas a unas 60 compañías de comercio y transporte marítimo, de las cuales 27 son empresas y 28 son buques. La decisión apuntó a entorpecer la capacidad de la dictadura china para llevar a cabo actuaciones ilícitas para mantener la actividad comercial y económica en aguas internacionales.

Como último punto, pero no por ello menos relevante, cabe destacar las decisiones que Trump tomó con respecto al régimen de Venezuela. La administración de EE.UU pidió en marzo la captura de Nicolás Maduro, ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por él y otras retribuciones similares por otras cabecillas de la dictadura.

También impuso más sanciones a las ya decretadas en 2017. Dentro del grupo de funcionarios castigados está inclusive la presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Indira Alfonso, por “imponer ilegalmente medidas coercitivas unilaterales contras las instituciones democráticas venezolanas».

Salida de acuerdos sin propósito

Trump no solo reforzó su política exterior con su salida del PAIC. También lo hizo al apartarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Acuerdo de París con fundamentos que revelan las intenciones hegemónicas de China.

«China tiene control total sobre la OMS», advertía el presidente de EE.UU. meses antes de la desvinculación. La nación norteamericana aportaba el 22 % del presupuesto del organismo. Estos fondos habrían sido posteriormente destinados a otras organizaciones benéficas mundiales de salud pública.

No era falso su argumento. La decisión tomada durante este año pandémico estaba relacionada con la mala praxis de China ante el COVID-19 y el control que Xi Jinping ejerce sobre la OMS. Las investigaciones del organismo fueron controladas y limitadas por China gracias a la pleitesía de su director Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Respecto al acuerdo de París, fue una resolución basada en la injusticia que significaba para Estados Unidos, ya que tal acuerdo significaría un pacto liderado por China para perjudicar a las manufacturas estadounidenses.

Mientras que en 2019 Estados Unidos fue el país que logró el mayor descenso en las emisiones de CO2, China quedó catalogado como la nación que más emite gases de efecto invernadero.

En definitiva, Donald Trump dejó la vara alta en cuanto a política exterior. Criticada o aplaudida, dejó asentadas bases importantes para la diplomacia mundial en el año por venir.

Fuente: PanamPost

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