Por Por Juan Mariano Pérez Abad | Doctor en Medicina y Cirugía

Los Negacionistas cuentan entre sus filas con muchos médicos e investigadores (entre los que figuran auténticas eminencias) que aseguran estar esgrimiendo argumentos científicos rigurosos. Pero lejos de ser escuchados, son desacreditados por las Instituciones públicas y los medios de comunicación oficiales que los presentan como asesinos en serie que intentan provocar una propagación masiva del virus, con intenciones genocidas.

Llama poderosamente la atención que la sociedad democrática que creemos tener los censure con ese fanatismo totalitarista. También resulta muy sorprendente que haya tantos profesionales dispuestos a arriesgar su prestigio y sus puestos de trabajo para defender algo tan “políticamente incorrecto”.

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Vamos a intentar adentrarnos en los motivos que les impulsan a tan arriesgada aventura:

Antes de entrar en la polémica de si procede de la mutación espontánea de un virus de murciélago o si de un laboratorio militar, lo primero que tendríamos que hacer sería plantearnos la primera “Gran Pregunta”: ¿Existe el SARSCOV-2? La respuesta es tan desconcertante como contundente: A día de hoy, podemos afirmar que, INCREÍBLEMENTE,EL COVID-19AÚN SIGUE SIN HABER SIDO CORRECTAMENTE AISLADO E IDENTIFICADO, no es más que una simulación informática de una cadena de ARN viral.

Aunque esa no es la respuesta que parece desprenderse de la página web del Ministerio de Sanidad Español, si llegamos hasta el final de su lectura comprobaremos que ella misma nos confiesa que los estudios en los que se basa no están contrastados científicamente.
(https://www.mscbs.gob.es/biblioPublic/publicaciones/recursos_propios/resp/revista_cdrom/Suplementos/Pildoras/pildora36.htm)

Si profundizamos en el tema, no podemos evitar que se despierte nuestra suspicacia hasta el alarmismo al comprobar que ninguno de los estudios que afirman haber obtenido cultivos de COVID-19 a partir de muestras de pacientes afectados NO SON VÁLIDABLES, pues utilizan métodos de identificación incapaces de diferenciarlo de entre una gran familia de virus patógenos.

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Y EN ESO CONSISTE EL “NEGACIONISMO”, NO EN NEGAR QUE EXISTE EL VIRUS, SINO EN AFIRMAR QUE NO ESTÁ DEMOSTRADA SU EXISTENCIA.

La ciencia siempre ha funcionado al contrario: En primer lugar hay que demostrar las premisas y después actuar en consecuencia. Por eso hay que reconocer que es natural que surjan “Teorías Conspiranoicas” cuando las Instituciones Sanitarias y Gubernamentales responsables del control de epidemias a nivel mundial han puesto en marcha las medidas de aislamiento más drásticas de toda la Historia de la Humanidad, antes de haber comprobado la causa de enfermedad. Sobre todo cuando las consecuencias de esas medidas preventivas se prevén mucho más destructivas que la enfermedad que se pretende controlar.

Resulta llamativa la naturalidad con la que todos hemos asumido que todas esas Instituciones nos mientan. Hemos comprobado que nos mintieron los chinos, nos mienten nuestros gobiernos, miente la Prensa, miente la OMS, miente el “Comité de Expertos” y, sin embargo, nos seguimos creyendo todo lo que nos dicen. Cuanto más grande se va haciendo la mentira, más gente se la va creyendo y cuanto más nos la repiten, más fanáticamente la defendemos. Además, añadiendo la suficiente cantidad de pánico, se nos bloquea el intelecto y se nos pasan desapercibidas las contradicciones de las versiones que nos cuentan.

Hace unos años, los mismos responsables que hoy en día de la OMS se inventaron una pandemia con la Gripe Aviar y estafaron al mundo entero con su vacuna, pero los hemos seguido creyendo. China manipula toda la información que transmite porque carece de Libertad de Prensa, pero nos quisimos creer su pandemia. Por fin, nuestro Gobierno, su Comité y su Prensa, martilleándonos a diario el cerebro, ha conseguido hacernos creer que estamos sufriendo una atroz epidemia. La diagnostican con una prueba (PCR) en cuyo prospecto dice que no vale para eso y nos dicen que es muy peligrosa enseñándonos imágenes de muertos en pistas de hielo. Pero si ojeamos los datos del Registro Nacional de Defunciones, dejando en evidencia que este ha muerto menos gente que en los 5 años pasados, la segunda “Gran Pregunta” que tendríamos que hacernos es la de si existe o no alguna epidemia.
(https://www.mscbs.gob.es/estadEstudios/estadisticas/docs/indNacDefunciones/2020_Defunciones_10.pdf)

Pero el tema ha ido más más allá de lo de las “Medidas de Confinamiento y Ruina” que nos han estado imponiendo: Nos han preparado vacunas en tiempo récord para protegernos de un virus que ni siquiera conocemos. Para los que no somos expertos en la materia, se nos hace muy difícil entender cómo han conseguido semejante proeza.

Para completar nuestro desconcierto, las que están distribuyendo en Occidente son “TRANSGÉNICAS”. Resulta bastante impactante que se permita su comercialización, cuando la legislación internacional vigente aún califica como “Delito Contra la Humanidad” la manipulación genética del Ser Humano. Estas en concreto no han tenido su preceptiva experimentación animal, pero ya se habían ensayado otras vacunas transgénicas en sanidad veterinaria, siempre con pésimos resultados.

Ahora, lo primero que se nos debería venir a la mente como tercera “Gran Pregunta” es ¿Por qué? ¿Qué interés pueden tener en perjudicarnos esos grandes poderes que mueven los hilos del mundo y de las naciones? Me temo que la búsqueda de esa respuesta sobrepasa los objetivos de esta humilde reflexión, pero no puedo desaprovechar la oportunidad para recordar que, hace menos de 2 años, algunos de los magnates financieros que patrocinan estas vacunas (v.g. Bill Gates) andaban por el mundo dando conferencias sobre Superpoblación y Calentamiento Global, diciendo que sobramos el 90 % de la Humanidad.

¡Pero no! La tercera y más grande de las preguntas, la que todos deberíamos hacernos con urgencia es: ¿De verdad piensas ponerte una vacuna experimental contra un virus que aún no ha sido aislado por una epidemia que no ha incrementado la mortalidad general de nuestro país?

Fuente: trikooba.

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