Por Javier Ávila:
El comunismo aprende de sus errores. “El gran salto adelante” de Mao-Tse-Tung entre 1958 y 1961 significó para China una hambruna fatal que acabó con entre 15-55 millones de personas. Este episodio negro marcó a China hasta tal punto que progresivamente se fueron desmontando conceptos ideológicos sobre la economía del país hasta llegar a ser la potencia económica que es hoy, por lo que generaron una nueva cepa de comunismo que amenaza particularmente a Latinoamérica.
Esta cepa no es un caso aislado. Junto a China, Laos y Vietnam presentan un crecimiento del PIB en el 2019 de 6,11 %, 4,64 % y 7,01 %, respectivamente. A pesar de ser sistemas políticos con partidos comunistas autoritarios, han abrazado los ideales de la economía de mercado y la propiedad privada en la justa medida en que genere riqueza al país, pero manteniendo fuertes limitaciones a las libertades sociales.
En numerosos países se han aplicado vacunas extremas contra el partido comunista, llegando incluso a vetarlo. Pero esto no es suficiente. La mutación estratégica que persigue el comunismo utiliza el mismo organismo del capitalismo para reproducirse y acabar con las democracias. A través del libre comercio y la propiedad privada, han logrado consolidar la estructura de gobierno comunista a través de generaciones, y los avances tecnológicos refuerzan la tendencia.
A medida que este triángulo de países se ha abierto al mundo, han generado síntomas de aprobación y amistosas relaciones con todo el mundo, dejando en un segundo plano los derechos humanos. El live action de Mulan, producido por Disney, fue grabado en la localidad de Xinjiang, China, donde recientemente se han registrado numerosos atropellos contra la minoría musulmana uigur, lo cual no frenó a la producción de la película.
Situaciones como estas continúan en aumento contribuyendo a la normalización de los regímenes comunistas y socialistas. Esta cualidad se ha convertido en el nuevo estornudo comunista y es el principal medio de contagio para su propagación.
En Latinoamérica, Venezuela representa la población con el mayor riesgo de contagio. El acérrimo control del régimen y la paupérrima contundencia de la oposición sitúa al país en un escenario en el que considera la apertura económica como medio para paliar la crisis. La interacción estratégica de los principales actores políticos ha forzado a que la población venezolana cuente con un bienestar deprimente, que los condiciona a aceptar el mal menor de un régimen socialista con economía de mercado.
Lo complicado de la situación es que, más allá de que no sea el escenario deseable por los promotores de la libertad, representa un equilibrio de Nash en donde ambas partes mejorarían su condición actual, con el costo de sacrificar la libertad y dignidad de los ciudadanos venezolanos.
La comunidad internacional aún esta a tiempo de contrarrestar esta cepa comunista, pero mientras se le sigan dando concesiones a estos regímenes, el contagio será inevitable.
Javier Ávila es economista empresarial, consultor en las áreas de planificación estratégica y banca de inversión. Con especial interés en fondos de capital privado. @JavierAvila7.
Fuente: El American