Por Álvaro Colombres Garmendia

Un grupo de personas de una localidad en Gales denunció que la policía los amenazó con multarlos por intentar comprar leche de granja de un puesto al aire libre y les ordenaron a los dueños llevar sus productos para vender en el supermercado, reportó Breitbart.

El 24 de enero, el medio North Wales Live, reportó que unas cinco familias estaban haciendo fila para comprar en una tienda de autoservicio de Mynydd Mostyn, en el estado de Trelogan cuando llegó la policía y dispersó a los clientes, advirtiéndoles que recibirían multas de 60 libras por violar las restricciones de la pandemia.

Elliw Jones, una de las granjeras que vende sus productos allí se mostró indignada por el accionar de la policía y dijo que contactó al funcionario local para preguntar el porqué de la medida quien le respondió que “la gente debería comprar lo que necesita en su compra semanal en un supermercado o en la tienda más cercana”.

Las máquinas expendedoras de leche fresca son un avance relativamente nuevo en la agricultura británica que ayuda a los ganaderos a eludir a los intermediarios que se llevan todos los beneficios – los supermercados – y a llegar directamente a los consumidores.

Se trata de una cuestión de supervivencia para algunos ganaderos, ya que los supermercados han negociado tan eficazmente con las cooperativas y los distribuidores de leche que los precios de la leche pagados a los productores han caído por debajo del coste por litro necesario para mantener a las vacas vivas.

El puesto de Mynydd Mostyn vende leche fresca, queso, huevos, licuados, café y chocolate caliente.

En este punto existen dos aspectos del incidente que llaman profundamente la atención.

Primero, estas tiendas de autoservicios están ubicadas al aire libre y diseñadas para que la gente mantenga el distanciamiento social requerido por las autoridades.

Entonces, si las restricciones que aplica el gobierno apuntan a evitar los contagios, ¿por qué el gobierno británico envía a la gente a amontonarse a los supermercados? La medida en este contexto, carece de sentido común.

Segundo, cuando las medidas de encierro tomadas por los gobiernos alrededor del mundo han destruido los pequeños negocios, restaurantes y demás, han favorecido tremendamente a las grandes corporaciones y empresas.

Por ello, cuando familias de granjeros inician un emprendimiento para sobrevivir, cumpliendo con la reglamentación de la pandemia, son obligadas a seguir perdiendo dinero, dándoles las ganancias a las grandes empresas, no queda más que preguntarse si hay una connivencia entre el gobierno y las grandes corporaciones.

La Sra. Elliw Jones reflexionó al respecto: “”Creo que la policía debería colaborar con nosotros como nuevo negocio y no llevar a todos nuestros clientes a los supermercados”.

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