Por Oriana Rivas

Twitter está avanzando en la regulación y moderación de publicaciones. Lo que había adelantado su CEO, Jack Dorsey, ya está en fase piloto en Estados Unidos con un sistema que pondrá en manos de los usuarios la decisión de elegir qué información es «engañosa» y ponerse en el papel de policías digitales.

Aunque la empresa determina reglas para el funcionamiento de la nueva dinámica, es inevitable pensar que el poder en manos de las masas podría provocar un efecto contrario: arremeter en volumen contra quienes piensan diferente.

«Estamos enfocados en una cuenta (Donald Trump) pero esto va a ser mucho más grande que una sola cuenta, y continuará por mucho más tiempo que este día, esta semana y las próximas semanas y continuará más allá de la inauguración», había anunciado Dorsey. Días después, comienza a cumplirse.

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El mecanismo se llama ‘Birdwatch’ y permite a los usuarios identificar tuits que vean «engañosos» y escribir notas sobre estos. Por los momentos es una sección independiente dentro de Twitter, pero según un comunicado de la red social, más adelante las notas podrán ser visibles directamente en los ‘tweets’ para la audiencia de todo el mundo.

El riesgo del linchamiento

«Hasta la fecha, hemos realizado más de 100 entrevistas cualitativas con personas de todo el espectro político que utilizan Twitter y hemos recibido un amplio apoyo general para Birdwatch«, reza el texto.

Los cuestionamientos no se hicieron esperar, algunos usuarios muestran el escepticismo por este libre albedrío entre elegir o no qué es lo correcto.

«Así que déjame aclarar esto, estás tratando de evitar que personas al azar difundan información errónea al permitir que otras personas al azar decidan qué es información errónea. Okay», fue una de las respuesta a la nueva cuenta de Twitter de la iniciativa.

Hay un término difícil de ignorar en este contexto, el «linchamiento digital». Se entiende como ataques y acoso ejecutados en redes sociales. El riesgo es que los debates se vuelvan demasiado tóxicos, comience el hostigamiento a individuos e incluso se imponga el desprestigio de ideas o de organismos.

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Para 2013 ya eran evidentes las consecuencias del escarnio público que ocurría en redes. Justine Sacco fue linchada digitalmente cuando publicó un polémico tuit que le costó su trabajo, fue blanco de amenazas e insultos. Su cuenta de Twitter fue hackeada por el Partido Socialismo y Liberación (PSL), un partido político estadounidense de ideología marxista-leninista, reseñó Infobae.

Y así han ocurrido otros casos. Ahora el riesgo de aplicar el tal ‘Birdwatch’ es algo que la red social reconoce. “Sabemos que hay una serie de desafíos para la construcción de un sistema impulsado por la comunidad como este, desde hacerlo resistente a los intentos de manipulación hasta garantizar que no esté dominado por una mayoría simple o sesgado en función de su distribución de contribuyentes», admitió Keith Coleman, vicepresidente de producto de Twitter.

De ejecutar la iniciativa, Twitter estaría trasladando el papel de policía a los usuarios, evitando ser quien etiqueta el posible contenido «engañoso». Es decir, se libraría de señalamientos como los que atravesó tras censurar al expresidente Donald Trump.

Sigue la doble moral

La presión pesa sobre esta red social. Acompañada por Facebook, Instagram y otras más, han estado bajo la lupa desde la arremetida contra el expresidente Donald Trump.

La censura siguió con la eliminación de 70.000 cuentas ligadas a QAnon, un grupo que se dice estar a favor del expresidente estadounidense. Twitter alegó que promovían la violencia.

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Unos días después, Facebook e Instagram eliminaron otras 78.000 perfiles diciendo que habían publicado contenido de QAnon y relacionado con «movimientos sociales militarizados», indicó The Epoch Times.

Tampoco escatiman en números, Facebook emitió un comunicado donde contabilizan cuántos perfiles y páginas han silenciado. «Desde agosto al 30 de noviembre de 2020, retiramos alrededor de 3200 páginas, 18800 grupos, 100 eventos, 23300 perfiles de Facebook y 7400 cuentas de Instagram por violar nuestra política contra los movimientos sociales militarizados», se lee.

Sin embargo, el foco que Twitter pone a las infracciones genera dudas. Recientemente se dio a conocer una denuncia por abuso sexual contra un menor desestimada por la red social, que irónicamente determinó que el contenido no iba contra sus políticas.

Otro caso es lo que ocurrió con el dictador venezolano Nicolás Maduro. En su cuenta de Twitter publicó un video hablando de unas «gotas milagrosas» que curan el COVID-19. El mensaje sigue sin ninguna etiqueta de «contenido engañoso», para Jack Dorsey y su equipo, no califica como tal a pesar que dichas gotas no están avaladas por ningún organismo de salud.

En la seguidilla está Jair Bolsonaro, quien sí recibió la polémica advertencia al recomendar un tratamiento temprano para el COVID-19 con antipalúdicos.

La dichosa iniciativa de Twitter ‘Birdwatch’ está anunciada con bombos y platillos a pesar que son conscientes de los riesgos. «Sabemos que esto puede ser complicado y tener problemas a veces, pero creemos que vale la pena probar este modelo», agrega el comunicado.

Fuente: panampost.com

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