Por Emmanuel Alejandro Rondón

El expresidente Trump ha tenido muchísimos detractores durante su etapa de candidato presidencial, como mandatario y ahora en el post gobierno. Muchas celebridades, escritores, intelectuales y deportistas han mostrado públicamente sus opiniones negativas hacia la figura del republicano. Pero, al mismo tiempo, un grupo nada despreciable de deportistas lo ha apoyado.

En una época dominada culturalmente por el progresismo woke, donde los medios de comunicación promueven abiertamente la retórica de justicia social y racial, y se tiene entre ceja y ceja a las ideas conservadoras, es notable que Trump se haya hecho del apoyo de deportistas históricos.

Una pequeña lista de deportistas que apoyan a Trump

Mike Tyson, leyenda indiscutible del boxeo, comentó unos días antes de las elecciones presidenciales del 2020 lo siguiente: «Si puedo convencer a 200 mil personas o más de que voten a Trump, lo haré».

El boxeador ha apoyado a Trump indefectiblemente.

Tiger Woods, quien siempre ha sido cauto al momento de abordar temas políticos, fue recibido en la Casa Blanca por el mandatario. Entre Woods y Trump, por supuesto, se comparte la pasión por el golf. Por lo que no debería sorprender que el presidente admire tanto al histórico golfista de padre de tez negra y madre tailandesa.

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Tiger, a sus 43 años, cuando ganó el Master, fue a Washington para recoger la Medalla de la Libertad, la más alta distinción civil en Estados Unidos.

Si alguno piensa que Trump presentó simpatía por Woods a modo de mejorar su imagen entre la comunidad negra, se equivoca, muchos años atrás el presidente ya había expresado su admiración por el golfista: «Es un campeón muy especial y un ganador total», dijo el expresidente hace aproximadamente unos seis años.

Por su parte, Woods también se ha expresado públicamente sobre Trump, aunque con su sello cauto característico: «Conozco a Donald desde hace años. Hemos jugado juntos. También hemos cenado juntos», comentaba, explicando que no le importa su modo hacer política: «No importa quién ocupe el puesto. Te puede gustar o no su personalidad o su modo de abordar la política. Pero todos debemos respetar tan alto cargo».

Woods no fue el único jugador recibido en Washington por el presidente para recibir el gran honor de la Medalla de la Libertad. Mariano Rivera, beisbolista panameño nacionalizado americano, quien obtuvo el 100 % de los votos para ser miembro del Salón de la Fama y es el mejor lanzador relevista de la historia, también es un gran amigo del exmandatario y recibió dicha distinción junto a otra serie de deportistas.

«Era un amigo mío antes de ser presidente. Así que porque es presidente, ¿le daré la espalda? No. (…) Lo respeto. Respeto lo que hace y creo que está haciendo lo mejor para los Estados Unidos de América», comentó Rivera.

El deportista sirvió en la Comisión de Abuso de Drogas Opioides de Trump. También fue el copresidente del Consejo Presidencial de Deportes, Fitness y Nutrición.

«Mariano Rivera ha hecho extraordinarias contribuciones al deporte, la cultura y la sociedad estadounidenses. Es el lanzador de relevo más dominante en la historia del béisbol. Y más que eso, ha vivido el sueño americano y brilla como un ejemplo de grandeza americana para que todos lo vean», comentó Trump sobre el beisbolista.

Si hay un punto donde se puede estar de acuerdo en torno a la figura del expresidente republicano, es en su intransigente personalidad. A algunos les cae bien, a otros no; pero Trump es todo un personaje que supo tener detractores y admiradores.

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Por esa senda, Dennis Rodman —el mejor cazador de rebotes de todos los tiempos de la NBA, ala pívot de inmensísimo talento defensivo y exuberancia física, pieza inequívocamente clave en los Bulls de Michael Jordan y Scottie Pippen—, es un fiel seguidor de Trump.

Entre lágrimas, allá por el 2018, en vísperas de la histórica cumbre de Trump en Corea del Norte, el histórico ala-pívot de los Bulls mencionó su deseo de que la cumbre sea «todo un éxito» y se mostró «feliz por ser parte de esto», porque «lo merezco».

Recuerden, Rodman ha sido criticado por sus viajes a Corea del Norte donde, según él mismo comentó, su objetivo era abrir las puertas del dialogo entre los países a través de «La diplomacia del basketball». Y vaya que lo logró.

Y los nombres siguen desfilando. Hay muchos deportistas americanos, leyendas de la MLB, del boxeo, del basketball y la NFL que siguieron y apoyaron a Trump. Y, de hecho, probablemente lo siguen haciendo.

Pero notarán que, los cuatro deportistas anteriormente mencionados, son de tez oscura o latinos, ninguno ha recibido grandes críticas por ser partidarios del presidente o se han visto perjudicados por sus posiciones políticas con respecto a Trump.

Ahora, hay dos deportistas, y son casos recientes, blancos, nativamente americanos, que sí han sido criticados o afectados por sus posturas en relación al exmandatario. ¿Por qué tiene que pasar esto?

USA Today: Brady no puede opinar por ser blanco y privilegiado

El 2 de febrero salió una columna de opinión firmada por Nancy Armour en USA Today, en ella, Armour atiza al quarterback Tom Brady por su apoyo a Trump y al lema Make America Great Again (MAGA).

«La gorra “Make America Great Again” en su casillero, el apoyo frívolo al entonces candidato presidencial Donald Trump. Sólo cuando esos lazos se volvieron incómodos, Brady decidió que quería “dedicarse al deporte” y que prefería ser un faro de positividad en lugar de ahondar en los espinosos males de la sociedad (…) Qué blanco tan poderoso de su parte» apunta Armour en su artículo.

«La capacidad de Brady para entrar y salir del debate a su antojo, para protegerse de la responsabilidad, es el colmo del privilegio blanco. Mientras este país se enfrenta a los extremos del racismo sistémico, no hay que mirar más allá de Brady, para quien las expectativas, y las concesiones concedidas, siempre serán diferentes», explica la columnista intentando decir que, por ser un blanco «posicionado y privilegiado», Brady tiene carta libre para ser exonerado de su «terrible pecado»: apoyar a Trump.

Armour se equivoca. Brady no tiene carta libre para nada, y su columna y los comentarios que ella misma cita lo demuestran.

«”LeBron James nunca puede decir, un atleta negro prominente nunca puede decir: ‘El ministro Farrakhan es sólo mi amigo’. Tratarían de anular a cualquiera con la sola mención del nombre del señor Farrakhan”, dijo Sharpe en “Undisputed”, el programa que copresenta en FS1, en referencia a Louis Farrakhan, el líder antisemita y homófobo de la Nación del Islam», se lee en la columna en cuestión.

Es mentira. Los deportistas del mundo se han unido para apoyar a Black Lives Matter, un movimiento autodenominado antirracista, pero que, en el fondo, simplemente lleva una agenda política de extrema izquierda muy bien financiada.

BLM llevó adelante protestas violentas, arruinando negocios y familias, y nadie puede decir que apoyar a este movimiento está mal visto en la sociedad de hoy. Todo lo contrario. Al deportista que no se arrodilla y sube el puño como BLM es criticado.

Y el argumento del artículo también se rebate fácilmente, porque a Brady no lo están criticando por apoyar a Trump, lo están criticando por apoyar a Trump siendo blanco y posicionado.

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Porque la columna de Armour ignora los casos mencionados: Rodman, Tyson, Woods, Rivera; negros, latinos, hijo de una migrante, algunos que llegaron desde bajo para alcanzar la cima, todos ellos, de una u otra forma, más o menos comprometidos, apoyaron a Trump.

¿Cuál es el problema con Brady? Su pecado es ser blanco, americano y apoyar un líder que, según los medios mayormente afines a las ideas progresistas, dicen que intensifica los conflictos raciales o la polarización social. ¿Y los demócratas no?

Y si fuera así, ¿dónde queda la libertad de expresión? Lo que se pide contra Brady es una cacería de brujas. Que se le persiga y estigmatice por sus posiciones políticas.

Al talentoso quarterback, como a todo el mundo, se le pueden cuestionar sus posiciones políticas. Pero con argumentos. No porque sea blanco, privilegiado y apoye al líder que te cae mal.

El hombre que no entrará al Salón de la Fama por apoyar a Trump

Curt Schilling es un lanzador retirado y talentosísimo de las ligas mayores. Contribuyó en la hazaña de los Phillies de Philadelphia de llegar a la Serie Mundial en 1993, ganó campeonatos en 2001 con los Diamondbacks de Arizona, y en 2004 y 2007 alcanzó la gloria con los Boston Red Sox.

Hace una semana atrás, Schilling, encabezaba la lista para entrar al Salón de la Fama por novena ocasión. Y, por novena ocasión, le faltaron los votos.

«Schilling se quedó a 16 votos de ser incluido en la votación del Salón de la Fama de este año, que es decidida por un panel de periodistas de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA)», se lee en un artículo de Global News.

Luego de su retiro, Schilling ha sido una especia de activista comunicacional conservador. Es comentarista de Blaze TV y estuvo en Breibart. Así que su apoyo a Trump no es casualidad, es coherencia de postura.

El exlanzador ha dicho que, por sus posiciones políticas, apoyo al presidente y sus comentarios acerca de las elecciones presidenciales y el supuesto «fraude electoral», ha sido relegado de llegar al Salón de la Fama.

Por supuesto, la figura de Schilling es excesivamente polémica, muchos más que el resto de deportistas y exdeportistas reseñados.

Pero, aun así, que Schilling se esté viendo afectado por sus posturas y opiniones personales, demuestra que los deportistas no pueden apoyar o expresar sus ideas con un 100 % de libertad porque pueden tener represalias.

Porque es lógico. Schilling tiene los números, el impacto y el talento suficiente como para ser miembro del Salón de la Fama. Pero los miembros de la BBWAA tienen instrucciones de elegir a los miembros del Salón «basándose en el historial del jugador, su capacidad de juego, su integridad, su deportividad, su carácter y sus contribuciones al equipo o equipos en los que jugó», y si algo se puede suponer, es que muchos de los miembros del BBWWAA están trascendiendo a la pelota yéndose a la «integridad y el carácter» del beisbolista, cuestiones meramente subjetivas en este caso particular.

Este año, junto a Schilling, el bateador Barry Bonds y el lanzador Roger Clemens estuvieron también a unos cuantos votos del Salón de la Fama. Los dos segundos, al igual que el primero, tienen los números, pero su integridad está cuestionada por el supuesto uso de drogas para mejorar su rendimiento. Además, «Bonds también ha sido acusado de violencia doméstica y Clemens de mantener una relación de una década con una cantante que tenía 15 años cuando se conocieron», de acuerdo con Global News.

Pero el pecado de Schilling no es un supuesto estupro, uso de estimulantes para su rendimiento o alguna pelea doméstica; el pecado de Schilling es ser obstinadamente conservador y decir sus opiniones, por más polémicas, sin tono conciliador.

C. Trent Rosencrans, presidente de la BBWAA, dijo que votó en contra de Schilling por la preocupación de lo que podría decir en una inducción al Salón de la Fama. «Hemos visto lo que Curt Schilling hace con una plataforma, y ha sido escalofriante», comentó a Associated Press.

Al final, la libertad de expresión para los deportistas, tiene un límite: la polémica y la indignación que genera una opinión contraria al establishment comunicacional. Sobre todo, si eres blanco.

Fuente: elamerican.com

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