Por Agustina Sucri

¿Usted mandaría a sus hijos al colegio con una venda en los ojos? Probablemente no. Sin embargo, la mayoría de los padres parece estar dispuesta a aceptar que vuelvan a clases con un trapo cubriendo su boca y nariz con tal de que puedan recuperar la ansiada educación presencial y, con ella, un poco de la normalidad que en marzo del año pasado no imaginábamos hasta qué punto perderíamos.

Durante el último año los adultos hemos adoptado como autómatas una serie de medidas insólitas, arbitrarias y carentes de sustento científico que ahora se presentan como condición excluyente para poder vivir en sociedad y ser considerado un ciudadano responsable, que se cuida y cuida a los otros. El problema es que en este mar de insensatez en el que nos ha sumergido la “pandemia” hemos arrastrado también a los niños, sin siquiera sopesar los riesgos para su salud psíquica y física que acarrea el hecho de someterlos a disposiciones tan absurdas como la asistencia a clases con un tapabocas.

El “Protocolo marco y lineamientos federales para el retorno a clases presenciales en la educación obligatoria y en los institutos superiores” elaborado por el Ministerio de Educación de la Nación establece que “el uso de tapabocas será obligatorio a partir del primer grado de escuela primaria, y se recomienda comenzar el entrenamiento para su uso en nivel inicial”.

En varios países de Europa, la obligatoriedad se ha dispuesto a partir de los 12 años y en otros, como Alemania, la disposición ha quedado sujeta a la decisión de cada estado federado pero la mayoría ha decidido que se utilice el barbijo en espacios comunes (baños, pasillos, entradas) y no dentro de las clases.

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En Italia, el 26 de enero último la sección tercera del Consejo de Estado presidida por Franco Frattini aceptó el recurso presentado por un matrimonio que certificó por un médico que el uso prolongado de barbijo provocaba en su hija “una falta de oxigenación durante el horario escolar” y suspendió el decreto del Primer Ministro del 3 de noviembre en la parte relativa a la obligación de que los niños de 6 a 11 años usen barbijos en la escuela. Los abogados de la familia de la menor habían pedido al gobierno que mostrara los documentos científicos bajo los cuales ordenaron esta medida obligatoria. Después de 15 días, el gobierno no presentó ninguna documentación que respalde su disposición, por lo que el tribunal solicitó la cancelación inmediata de dicha obligatoriedad.

En Cataluña, España, también se ha redactado una petición dirigida al Departamento de Educación en la que se solicita que se revoque la obligatoriedad del uso de tapabocas en los centros educativos y se enumera una serie riesgos para la salud a corto y largo plazo, además de poner de manifiesto que la disposición vulnera los derechos y oportunidades de los niños.

Consultado por La Prensa, el médico pediatra Eduardo Angel Yahbes, con más de 55 años de trayectoria, opinó que la utilización de tapabocas en las escuelas “no tiene ninguna justificación” y se mostró preocupado por los eventuales peligros a los que se expondrá a los niños mediante esta medida.

”Hay que saber que en 2009, cuando se produjo la pandemia de gripe A, la misma ANMAT sacó un documento donde aclaraba que los barbijos no eran necesarios. Incluso Pedro Cahn también decía lo mismo, que no servía para proteger de los virus de la gripe”, recordó Yahbes, quien subrayó que “hay elementos bastante contundentes que indican que no sólo no es beneficioso, sino que puede ser perjudicial, sobre todo para los chicos”.

– ¿Cuáles son los riesgos a los que se exponen los niños con el uso de tapabocas en las escuelas?

– El uso de barbijo produce un descenso del oxígeno y un aumento del anhídrido carbónico -que acidifica el organismo-, por lo cual bajan las defensas y se favorecen las enfermedades. Se han hecho cultivos de barbijos usados por ejemplo durante ocho horas y se han desarrollado 82 cepas de gérmenes diferentes y 4 de hongos. Se han enfermado chicos por el uso de barbijo porque eso produce infecciones broncopulmonares. Y la baja de oxígeno altera el funcionamiento cerebral. El barbijo está contraindicado al hacer actividad física, entonces imaginemos a un niño que está con el barbijo al hacer alguna actividad y está todavía con más hipoxia porque la actividad muscular requiere oxígeno. Entonces va bajando la sangre que va oxigenada al cerebro. Incluso hay neurólogos que dicen que puede provocar trastornos del neurodesarrollo de tipo irreversible.

Por otra parte, si tengo un barbijo estoy ocultando el rostro humano. De modo que se impide el reconocimiento del rostro y el reconocimiento de la individualidad de cada rostro.  También se obstaculiza la comunicación porque, si tapo la boca y las expresiones fundamentales de las facies, no sé si el otro está enojado, contento, si está triste… Es una barrera terrible de comunicación. También dificulta la comunicación oral.

– Y esto último es especialmente preocupante cuando se trata de niños que están en pleno desarrollo de la comunicación y el lenguaje.

– Por supuesto, por eso es más grave todavía.

– Incluso el protocolo del Ministerio de Educación recomienda comenzar el entrenamiento para el uso de barbijo en nivel inicial pese a que la OMS lo desaconseja en menores de 12 años.

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– Eso es una barbaridad, una bestialidad. No hay ninguna justificación. Y, desde el punto de vista humano, no hay que olvidarse que ya el hecho de someterse a un barbijo es una forma de esclavitud.

– Pero se quiere presentar como una norma más de convivencia. Quieren hacer creer a la gente que quien se rehúsa a usar barbijo atenta contra otros.

– Sí, como que va en contra de la humanidad, que no respeta al otro. Y es todo lo contrario. Hay estudios que demuestran que el barbijo, al contrario, aumenta las enfermedades infecciosas de vías aéreas superiores. Y está contraindicado: en los chicos por debajo de los 12 años, cuando se hace actividad física, cuando la persona tiene trastornos de tipo respiratorio o cardiológicos. Además, en la comunicación de ANMAT de 2009 figuraban las características que tenían que tener los barbijos en caso de utilizarlos y explicaba que se deben descartar a las dos horas.

– Muchos de los defensores del barbijo argumentan que los cirujanos los usan durante horas y no sufren ninguna consecuencia.

– En principio, son barbijos más permeables, con tecnologías distintas, en los que no se acumula tanto el anhídrido carbónico como ocurre con los barbijos de tela. Además, con este tipo de tapabocas los gérmenes que el propio organismo expulsa se reciclan nuevamente hacia adentro del organismo.

– ¿Qué cree que cambió entre 2009, cuando se desaconsejaba que la sociedad en general usara barbijo, y ahora?

– Lo que pasó fue que en 2010 salió el libro de la Fundación Rockefeller diciendo lo que iba a pasar en 2020: una epidemia que iba a venir de los gansos -imagino que hablar de gansos era una sutileza para hablar de nosotros-. E incluso en ese texto se habla de que la gente iba a usar barbijos. No nos engañemos, el problema sanitario es una excusa que se ha hiperdimensionado por dos fraudes principales: uno es la prueba de PCR que no sirve para diagnosticar casos, lo único que indica es que esa persona tiene 200 nucléotidos con una cierta secuencia, que puede ser común a muchos virus e incluso a muchas partes de células humanas. Y cuantos más ciclos den en la prueba, mayor cantidad de positivos va a dar. La OMS, como buena organización siniestra, aconsejaba hacer más de 40 ciclos. Ese es el primer fraude. La otra falacia principal es sostener que el que tiene el PCR positivo está enfermo y es “un caso asintomático”.  Estas son las dos grandes falacias que se usan para asustar a la gente y, como dijo Ginés González García, “en realidad los barbijos no sirven pero la gente se siente segura”.

El barbijo es funcional a la estrategia de dominio mundial para someter a la población. El miedo, el barbijo -como deshumanizador-, el distanciamiento social -como parte de la pérdida de las características humanas-, el prohibir juntarse con amigos, los afectos, la familia… todo eso evidentemente está dentro de la misma línea de conducta de lo que ellos buscan. Ya lo han dicho en Davos: “La gente ya está madura y va a aceptar todos los cambios que nosotros queremos producir”… porque, claro, está asustada, está aterrada, acepta la vacunación sin saber qué tiene. Acepta la pérdida de todos los derechos y libertades.

– ¿Qué impacto puede tener el uso del barbijo en la escuela desde el punto de vista psicológico?

– La pérdida del vínculo con el otro. Se pierde el reconocimiento del otro y de uno mismo. El chico se reconoce mirándose, mirando su rostro y eso se pierde.

– ¿Cree que además les estamos enseñando con el barbijo a vivir con temor? ¿El barbijo termina siendo el símbolo que representa el temor a contagiar o a ser contagiado?

– Sí. Les estamos haciendo creer que el otro es un enemigo, que me puede enfermar. Entonces me tengo que separar y distanciar porque el otro es un peligro.

– ¿Qué actitud observa que han adoptado los padres frente a este tema?

– Los padres están con temor. Lo veo en el consultorio. Yo les explico todo esto y les digo que se saquen el barbijo para poder verlos y atenderlos, pero están desesperados para volver a ponerse el barbijo. El ciudadano está totalmente sometido por el miedo y lo único que hace es obedecer.

BACTERIAS, HONGOS Y VIRUS

El uso obligatorio del barbijo comenzó a inquietar el año pasado a la bioquímica especialista en bacteriología clínica, Milva Anzaudo. Y, por eso, a principios de octubre decidió estudiar qué ocurría con este implemento durante su utilización.

“Intuitivamente consideraba que el uso de barbijo y tapaboca era perjudicial cuando lo tenés que usar muchas horas en los lugares de trabajo”, relató Anzaudo en una entrevista con La Prensa.

“En el hospital donde trabajo tomé un barbijo quirúrgico sin usar (que no viene en un recipiente estéril, sino embolsados de a muchos), otro que yo había usado durante unas tres horas y un tapaboca de tela casero que había usado varios días (un rato cada vez, sin lavarlo) e hice un cultivo de la superficie interna de cada uno de ellos”, precisó la bioquímica quien explicó que le interesaba “investigar qué pasaba con el material que estaba en contacto con la boca, dado que nuestro sistema respiratorio además de llevar oxígeno y expulsar dióxido de carbono es un sistema de excreción y, al exhalar, no solo se libera dióxido de carbono sino también restos celulares, restos de bacterias, de hongos, de virus, que están en nuestra boca y en las vías respiratorias altas”.

Al realizar los cultivos en medios especiales en su laboratorio, Anzaudo observó, ya desde el día siguiente, el desarrollo de especies de Staphylococcus, Streptococcus, Enterobacterias, Pseudomonas, Aspergillus, Alternaria y otros hongos y bacterias, que son microbiota habitual de la piel y de las mucosas. “Pero todas esas bacterias que están contaminando esa parte del barbijo que está en contacto con la boca y la nariz, uno las está aspirando continuamente porque eso va y viene. Además, con la respiración, el barbijo se va humedeciendo lo cual asegura la proliferación de bacterias y hongos”, subrayó.

“Estas bacterias y hongos, al volver a inhalarlos, si el sistema inmune no es lo suficientemente fuerte o si por otra razón van hacia los pulmones, podrían producir a mediano o largo plazo algún tipo de infección respiratoria, inclusive neumonía (porque en general se produce por una combinación de gérmenes, de bacterias y virus o bacterias y hongos, o los tres)”, detalló.

– ¿Qué diferencias encontró entre los tres barbijos?

– El barbijo que estaba sin usar tenía algunas bacterias -dado que no era estéril- o sea que ya de por sí uno se está poniendo en la boca algo que tiene bacterias, aunque en poca cantidad en comparación con el que yo había usado tres horas. Y en el de tela encontré un enjambre de bacterias y hongos de todo tipo porque era el que había usado más tiempo.

-¿Qué le causó este hallazgo?

– Estoy convencida de que el uso continuado durante varias horas en personas sanas de estos artefactos supondrá en aquellas susceptibles un riesgo mayor de infecciones. Por otro lado, como no detiene el paso de virus, si la persona se contagiara del nuevo SARS-CoV-2 tendría inclusive más chances de sufrir infecciones pulmonares mixtas. Y si se desencadenara una neumonía, este cuadro podría verse agravado por los patógenos concomitantes que estarían efectuando su acción patogénica en las vías respiratorias.

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha declarado que no se cuenta con respaldo científico para sugerir el uso de mascarillas para proteger a las personas del contagio. Hasta el momento, el uso generalizado de las mismas en personas sanas de la comunidad no se apoya en datos de investigación de buena calidad y por ello conviene sopesar los posibles riesgos y beneficios. Además, los virus pueden atravesar todos los barbijos y tapabocas debido a que su tamaño es varias veces inferior al tamaño del poro de cualquier mascarilla, médica o casera.

Todo esto sin mencionar que se produce un medio óptimo para el crecimiento de microorganismos potencialmente patógenos para el ser humano, ya que se produce un microclima favorable por temperatura y humedad para el sobrecrecimiento de estos microbios en las telas de los barbijos y tapabocas que pueden internalizarse en las vías aéreas de las personas, generando colonizaciones en mucosa respiratoria, boca y garganta, lo cual podría determinar la aparición de  infecciones del tracto respiratorio, desde leves a severas.

– A pesar de todo lo que describe, el uso de barbijo se ha adoptado por la población sin conocer realmente cuánto sustento científico hay detrás de esta disposición…

– La gente tiene muy arraigado el uso de barbijo por lo que escucha en los medios de comunicación donde dicen que sirve para protegerse o para proteger de contagiar a otros. Mucha gente cuando les mostré la foto de los cultivos que realicé, de las bacterias y todo, se quedó impresionada y tomó un poco más de conciencia. Pero como en muchos lugares es obligatorio, la gente los usa igual. Porque además no van a ver ahora que les está haciendo mal.

– ¿Qué opina del protocolo que establece la obligatoriedad del uso de barbijo en los niños para asistir a clases?

– Estoy muy preocupada con el comienzo de clases. Estoy viendo la manera de hablar con los directivos del colegio de mis hijos, de hacerles entender que, en todo caso, debería ser una recomendación: que el chico que realmente se siente protegido o que los padres lo obligan a usarlo, que lo usen. Pero que no sea una medida obligatoria, porque si van a tener a los niños -sobre todo los más pequeños- cuatro o cinco horas con el barbijo puesto, van a empezar a tener trastornos de todo tipo: mareos, dolor de cabeza, falta de atención (porque el niño estará pensando que respira mal, que está agitado, que transpira)… todas cosas insalubres.

– Sería triste que esperen a que ocurra una desgracia para luego tomar la decisión de levantar la obligación de usar barbijos en escuelas.

– Exactamente. Si la escuela lo exige, habría que pedirles a los directivos que firmen un papel en donde quede constancia que ellos se harán cargo si a mis hijos les pasa algo. Porque son los responsables civiles si mi hija de repente se desmaya o si le empieza a doler la cabeza porque la obligaron a usar barbijo. Además, los chicos necesitan ver las caras. Psicológicamente es muy malo. En especial en los niños de jardín que no pueda verle la cara o la sonrisa a la maestra. Tampoco se escucha bien. ¿Cómo hacen los docentes para explicar un tema complicado? ¿Y los docentes de idiomas? Es necesario ver la boca para aprender la pronunciación… me pregunto todo eso. Me parece totalmente inútil. Hace más daño que bien. Ningún estudio científico -y me leí cientos- avala o demostró que el uso de barbijo previene el contagio por virus. No sé por qué siguen insistiendo, creo que es más por una cuestión de manipulación y dominación social porque no hay ningún estudio nacional ni internacional que avale esa medida.

Fuente: laprensa.com.ar

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