Por Julio M. Shiling
La mayoría de los americanos cree, según una encuesta reciente de Rasmussen Reports, que Joe Biden es una “marioneta de la izquierda”. Esta encuesta nacional, realizada por teléfono y en línea a 1,000 votantes probables de Estados Unidos, se llevó a cabo entre el 16 y el 17 de febrero. La tabulación arrojó una conclusión dominante, el 54 % cree que el 46º presidente está sometido al izquierdismo. Estos resultados, menos de un mes después de la toma de posesión de Biden, arrojan luz sobre un problema mucho mayor para su gobierno.
Las tabulaciones transmiten una posición que se mantuvo sistemáticamente a lo largo de las elecciones presidenciales de 2020. Esta fue la posición, tanto de los partidarios de Donald Trump, como de los analistas moderados y conservadores. Las tres preguntas de la encuesta eran directas y claras: “¿Cuánta influencia tiene el ala izquierda del Partido Demócrata en el presidente Biden?”, “¿Cuánta influencia tienen las grandes empresas en el presidente Biden?”, y “¿Está usted de acuerdo o en desacuerdo con esta afirmación? “Joe Biden no es el tipo moderado y simpático que han hecho ver. Es una marioneta de la izquierda radical”.
La última postulación fue aplastante para los esfuerzos de la izquierda por disfrazar la administración de Biden como algo menos que un régimen centrado en un intento de cisma radical hacia la izquierda para alejar a Estados Unidos de su base ideológica de derechos naturales y de Estado de derecho hacia los reinos del socialismo, encabezado por el marxismo cultural expresado por la política de identidad. Una porción sólida de americanos ha demostrado claramente que la capa de caballo de Troya que el Partido Demócrata había coreografiado para engatusar a la ciudadanía, ha fracasado ostensiblemente.
No se puede subestimar la magnitud de lo que revela esta encuesta nacional. La segunda pregunta que aborda la entendida “influencia” de las grandes empresas sobre Biden capta plenamente el papel cómplice que el capitalismo woke está teniendo en el intento de deconstruir Estados Unidos. Cuando se tiene en cuenta el papel que los medios de comunicación tienen ahora de activismo político, en lugar de informar de forma objetiva, y que esta nueva tarea propagandística está incorporada en cada noticia que se da, es impresionante que el 54 % del electorado no haya sido engañado. Cuando se tienen en cuenta los resultados de otra encuesta de Rasmussen Reports de unos días antes sobre si la victoria electoral de Biden fue “justa”, surge la mayor preocupación del público sobre la legitimidad.
En la segunda encuesta nacional citada del 10 y 11 de febrero, el 61 % de los votantes republicanos no cree que las elecciones de 2020 hayan sido justas. Además, los encuestados creen que el factor específico del voto por correo ha provocado un “fraude electoral sin precedentes”. Esto supone un desafío enorme a las nociones de legitimación política en una democracia. Si el resultado de este proceso político percibido como injusto, como sugiere este sondeo del pulso de la mitad del país, se le incorpora el hecho de que la nueva administración es considerada por la mayoría de los americanos como un instrumento de la izquierda radical, esto da muestras palpables de que a Estados Unidos le esperen grandes retos.
El fruto más favorable de este trágico guateque que está sufriendo Estados Unidos es el despertar de una conciencia cívica, no vista en muchos años. Los tiempos de crisis tienden a provocar esto. Una sociedad virtuosa se está consolidando. Este pueblo libre, sin duda, se mantendrá en pie y luchará contra esta guerra relámpago del izquierdismo.
Fuente: elamerican.com