Con la “nueva normalidad”, se hacen visibles los postulados del Nuevo Orden Mundial. Ante un Estado totalitario, la sociedad asiste a una inversión de roles: los sectores “reaccionarios” defienden las libertades constitucionales, y los sectores “progresistas” abrazan el Estado policial. Claves para entender la Babel ideológica del presente.
Por Claudio Fabián Guevara:
Por fin, los postulados del Nuevo Orden Mundial se hacen expresos y visibles. Millones de personas en el planeta experimentan los efectos de un programa político largamente anunciado.
El fenómeno planetario del Covid-19 ha conducido a la subordinación consentida de una mayoría aplastante de ciudadanos. En forma inadvertida para la población, se instaló un régimen político de control centralizado:
- El encierro forzoso o la restricción de movilidad se convierte en un recurso frecuente y/o rutinario.
- Se normalizan los permisos de circulación y se justifican otras restricciones a los derechos. Los gobiernos se arrogan superpoderes.
- La salud se convierte en religión de Estado. El dogma, monopolizado por un anónimo “comité de expertos”, se erige como el único pensamiento autorizado.
- Se despliega una atroz vigilancia cibernética de los ciudadanos y arrecia la censura de las plataformas en Internet.
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En este panorama, la sociedad se desconcierta con una súbita inversión de los roles: los sectores “reaccionarios” defienden las antiguas libertades constitucionales, y los sectores “progresistas” abrazan el emergente Estado policial. El nuevo escenario es tan desconcertante que se ha convertido en un pantano para el viejo esquema de división de opiniones.
¿Por qué esta Babel ideológica no responde a la clásica división entre izquierdas y derechas?
Qué es el Nuevo Orden Mundial?
El Nuevo Orden Mundial (NOM) es un programa político que se anticipó durante años a través de filtraciones, declaraciones expresas y gestos simbólicos de sus referentes públicos. Actualmente se despliega ante nuestros ojos a través de la multitud de leyes, disposiciones especiales y medidas de emergencia que viene instaurando la “nueva normalidad”.
El NOM, una reingeniería del mundo impulsada por una élite de poderes supranacionales –SDS, supranational deep state-, se propone la instauración de un gobierno mundial y un rediseño profundo de la forma de vivir de los seres humanos en el planeta.
Este poder en las sombras se consolidó después del atentado contra las Torres Gemelas en 2001, y aceleró su capacidad operativa con la maduración de las tecnologías de control social: redes sociales y otras herramientas de conocimiento íntimo de las personas.
Esta asociación de poderes ocultos está ampliamente documentada por el trabajo de autores como Peter Dale Scott, Thierry Meyssan, Daniel Estulin, David Icke, Ronald Thomas West y muchos otros. Un reconocimiento expreso al concepto de Gobierno Mundial llegó en 2010 de parte de Fidel Castro, que dedicó tres capítulos de sus “Reflexiones” a repasar las tesis de Estulin.
El Nuevo Orden Mundial es una respuesta organizada de las plutocracias planetarias al derrumbe del sistema capitalista mundial y a la crisis del crecimiento ilimitado. Se propone rediseñar el mundo a través de un proceso de destrucción controlada de los Estados nación y las estructuras sociales tradicionales,para reemplazarlos por un nuevo paradigma tecnocrático: una distopía de alta tecnología, con un control total y centralizado de los individuos, donde la IA y los robots juegan un rol cada vez más preponderante.
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Elementos del Nuevo Orden Mundial
La agenda del NOM prevé el debilitamiento de los Estados nación para reemplazarlos por formas de gobernanza supranacional, un control totalitario de la vida de las personas y un proceso masivo de reducción de la población. Es el diseño de una sociedad hiperindustrial, electrónica y cibernética, donde la tecnología ocupa un lugar central. Por eso, tiende a separar a las personas de los procesos naturales (reproducción, relaciones entre sexos, creación espontánea de salud) y tradicionales (crianza en un núcleo familiar, trabajo productivo, enraizamiento en la tierra y en la cultura de origen) para reemplazarlos por nuevas formas de relación mediadas por procesos tecnológicos controlados centralizadamente (Internet, celulares, plataformas y redes).
Estas premisas ideológicas van ramificándose en iniciativas legales, tendencias noticiosas e imposiciones de facto que van modelando subrepticiamente el debate público, los usos y costumbres y la propiocepción de las personas.
El NOM necesita erosionar las formas de socialidad tradicional, que son un dique de contención al rediseño social impulsado. Para esto, crea eventos catalizadores artificiales, y promueve batallas discursivas para ahondar diferencias, demoler antiguas estructuras sociales y arrojar a los ciudadanos a enfrentarse con sus semejantes en un escenario de “guerra híbrida” generalizada.
¿Cuáles son los elementos centrales del Nuevo Orden Mundial?
A continuación, cinco ejes ideológicos del NOM que se vienen desplegando con fuerza. No son teorías ni especulaciones: son movimientos convergentes y complementarios hacia un nuevo ordenamiento político-antropológico del mundo, que se ponen de manifiesto en la multitud de cambios que introduce la “nueva normalidad” en la vida cotidiana. Al mismo tiempo, se alzan voces que piden la constitución de un Gobierno Mundial para afrontar esta crisis con “poderes ejecutivos”.
1. Profundización del Estado policial
El NOM utilizó la demolición controlada de las Torres Gemelas de Nueva York para iniciar la construcción del Estado policial. Fue el inicio de la suspensión de garantías constitucionales, el espionaje sistemático de e-mails y conversaciones telefónicas y medidas de seguridad extremas en aeropuertos. Todo fue justificado en aras de la “seguridad nacional”. El Covid-19 es la nueva cobertura ideológica para profundizar el concepto bajo el pretexto del “cuidado de la salud”. Se multiplica la cibervigilancia, las aplicaciones de seguimiento de los enfermos y sus “contactos”, las cuarentenas y el aislamiento forzoso como parte de la “nueva normalidad”. Este es un concepto policial de la salud. Tiene su ejemplo más palmario en la ley HR 6666 (COVID-19 Testing, Reaching, And Contacting Everyone (TRACE) Act) en EE.UU. que habilita al Estado a hacer un monitoreo permanente de la salud de cada ciudadano, un seguimiento de los contactos a los que estuvo expuesto y a decidir cuarentenas y aislamientos, análisis obligatorios y una demencial cantidad de medidas de “control”. Por su parte, el Departamento de Salud del Reino Unido acaba de publicar su protocolo para el manejo de las “personas infecciosas” que contempla un arbitrario uso de la fuerza pública.
El concepto policial de la salud se despliega en los proyectos de pasaportes sanitarios, vacunación forzosa, mascarillas obligatorias y monitoreo de la temperatura corporal y otros datos biológicos. En la misma dirección caminan los proyectos legislativos para prohibir las reuniones, la noción de “distancia social” y todas las perspectivas “aislacionistas” como medidas preventivas contra el “contagio”.
Detrás de estos conceptos subyace la noción de que cada persona es en sí misma un peligro para los demás:
Anuja Sonalker, CEO de Steer Tech, una compañía que vende tecnología para el auto estacionamiento de vehículos, resumió recientemente el nuevo discurso “sanitario”: “Hay una tendencia a la tecnología sin contacto con humanos. Los humanos son biopeligrosos, las máquinas no lo son”.
El Estado policial se proyecta también en las restricciones a la libre circulación (que hace necesarios los “permisos de circulación”), en la prohibición y/o regulación del disfrute de playas, ríos y otros espacios públicos, y en el encierro progresivo en el mundo digital.
2. Transhumanismo, Inteligencia Artificial, 5G y prisión digital
Un aspecto medular del NOM es el confinamiento creciente de las personas en una realidad virtual, donde las redes de inteligencia artificial jugarán el papel de proveedores de mercaderías, jueces, policías, banqueros, aulas de educación y salas de entretenimiento.
Este es un futuro en el que casi todo se entrega a domicilio, ya sea virtualmente a través de tecnologías de transmisión, o físicamente a través de un vehículo sin conductor o un avión no tripulado. Es un mundo que emplea muchos menos maestros, médicos y conductores. No acepta efectivo, casi no existe el transporte público y mucho menos manifestaciones culturales y artísticas en vivo. Cada uno de nuestros movimientos, compras, comentarios en redes sociales y relaciones pueden rastrearse. La prisión digital es un estatuto central de la nueva normalidad. Un gran laboratorio de este proyecto es el Estado de Nueva York, que le ha encargado a Eric Schmidt, CEO de Google, un proyecto para integrar la tecnología en todos los aspectos de la vida cívica. En el corazón de esta visión está la integración del gobierno con los gigantes tecnológicos: las funciones principales de escuelas públicas, hospitales, consultorios médicos, policías y militares, se externalizan a un alto costo a empresas privadas de tecnología.
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Esta “distopía de alta tecnología” incluye la creación de una sociedad sin dinero en efectivo, otro bucle más hacia el control total de los individuos, y tiene como modelo el sistema de crédito social chino, que a través de una televigilancia y reconocimiento facial extendido castiga o recompensa con “puntos” el comportamiento de los ciudadanos.
La integración de todos estos elementos en un sistema unificado de control permite pensar en un mundo de “sentencias automáticas” para los “infractores de la ley”. Así lo resume Robert F. Kennedy:
“Supongamos que las computadoras descubren su viaje a la playa rastreando sus movimientos a través del flujo de información de su teléfono celular, su auto, su GPS, la tecnología de reconocimiento facial integrada con vigilancia en tiempo real desde satélites, cámaras montadas y chips implantados. Los fiscales o los robots de escritorio le notificarán su violación por mensaje de texto, mientras simultáneamente le cobran automáticamente una multa retirando 1.000 dólares de su cuenta digital de nómina”.
Un elemento central de este despliegue de tecnologías de control es la red 5G, que es mucho más que una red de telecomunicaciones: es un sistema militar de control y espionaje de masas, con capacidad de emitir energía dirigida a targets específicos. La red 5G es además vital para el proyecto del Internet de las Cosas (IoT), que implica la integración de todo tipo de aparatos en la red, y para todos los implantes tecnológicos que permitirán incorporar en el cuerpo humano una interfase con las redes tecnológicas. Este es el proyecto del transhumanismo.
3. Reducción de la natalidad y despoblamiento del planeta
Reducir la población mundial es otro eje central del programa político del NOM. Un conjunto de argumentos y declaraciones públicas eugenecistas se complementan con políticas públicas y privadas que aceleran la muerte de muchas personas, disminuyen la tasa de natalidad y alejan a los humanos de la reproducción natural.
- La estrategia empleada en la crisis del Covid-19 genera a corto y largo plazo un salto en la mortalidad de los sectores más vulnerables. La parálisis productiva genera masivo desempleo, hambre y enfermedad por doquier. Además, se estimula el miedo al contacto y a la cercanía de los demás, una actitud funcional a la erosión de la empatía y de las redes afectivas, fuente natural del amor conyugal, familiar y comunitario. La ideología del “distanciamiento social” genera la muerte anticipada de muchos ancianos, e impacta fatalmente en la psicología de niños, adolescentes y adultos.
- Juegos a dos metros de distancia.Estudiantes separados.Distancia en las escuelas.Abrazos con plástico.
- Hay en marcha un proceso tendiente a la asexualización de la población, con la promoción del sexo virtual y la masturbación como “prácticas seguras”, la introducción de la “ideología de género” en las escuelas y los debates legales sobre si la identidad sexual es optativa o definida biológicamente. Una enorme cantidad de materiales de entretenimiento y divulgación apunta a promover estereotipos de conducta sexual alejados de los fines reproductivos.
- Al mismo tiempo, hay una corriente que promueve la hipersexualización de los niños, y varios movimientos convergentes que tienden a abrir el debate sobre la legalización de la pedofilia. Entre ellos, el grupo Map (Minor Attracted Person), promueve que la Organización Mundial de la Salud remueva a la pedofilia de su lista de trastornos mentales. Hay proyectos de ley sobre la niñez que introducen la noción de la “autonomía para decidir” de niños y adolescentes, que parece abrir la puerta a un cambio de paradigma.
- El “Movimiento Verde”, a favor de leyes que legalicen el aborto, es otra pieza dentro de esta estrategia. No casualmente esta agenda es promovida en los medios por agencias y fundaciones globalistas.
Mediante este conjunto de líneas discursivas, el NOM plantea menos relaciones afectivas, menos sexo reproductivo, menos embarazos y menos nacimientos.
4. Guerra híbrida y demolición de los Estados-Nación
El NOM necesita erosionar el concepto de Estado-nación y las identidades culturales atadas a un territorio: la noción de “patria”. Por eso, ha desarrollado en las últimas décadas estrategias muy eficaces para destruir sociedades a través de la “guerra híbrida” que detona enfrentamientos internos autodestructivos. La guerra híbrida combina fuerzas regulares y actores no estatales, ciberataques, tareas de espionaje y propaganda, campañas de desestabilización y otras herramientas para crear caos, fomentar el odio contra el prójimo, dividir una región en bandos irreconciliables y promover el levantamiento violento contra las instituciones y autoridades locales. Desde la invasión de Yugoslavia por la OTAN en los 90, países enteros han implosionado mediante la aplicación de estas técnicas de manipulación social a alta escala: Revoluciones de colores, guerras civiles y disturbios han sido inducidos por eventos catalizadores organizados científicamente.
El NOM promueve la división del mundo en dos partes: el “núcleo”, que goza de los beneficios del sistema: comercio, comunicaciones, transporte y transacciones monetarias fluidas; y la zona “no integrada”, desacoplada del sistema, que vive sumida en un caos donde la población es incapaz de organizar su desarrollo colectivo y sólo piensa en sobrevivir. El objetivo de base es “destruir los Estados, aplastar a los pueblos y destruir las sociedades”, dice Thierry Meyssan.
En la misma línea, el NOM practica un fomento de los separatismos nacionalistas y las autonomías indígenas. Por ejemplo, el zapatismo en México es un proyecto que hunde sus raíces en la financiación globalista, y su obediencia política a las grandes líneas del NOM parece confirmarlo. En la misma lógica pueden ser analizados los proyectos de “reservas naturales protegidas” en manos de millonarios o fundaciones que insinúan su independencia jurídica de los Estados-nación que los contienen.
Todo movimiento que ayude a desmembrar los Estados-nación es funcional al proyecto de dejar al mundo a merced de las mega-corporaciones, sin contrapesos fácticos de importancia.
5. Concentración de la producción y distribución de bienes y servicios
En el mundo que proyecta el NOM, las pequeñas y medianas empresas no tienen lugar. Es una economía de mega-corporaciones por encima de los Estados-nación, reinando a nivel planetario con millones de usuarios, franquiciantes y asociados colgados de sus redes: comprando, vendiendo o trabajando en un autoempleo. Uber, Facebook, Google, Amazon, Airbnb son algunos ejemplos.
Todas las regulaciones Covid-19 que entorpecen la producción y la rentabilidad de las pequeñas y medianas empresas (categoría de “no esenciales”, obligación de suspender la actividad si se detectan casos, normativas de distancia que reducen la capacidad de locales, etc) deben entenderse dentro de esta lógica: son formas de crear un conjunto de impedimentos y regulaciones que lleve a miles de empresas a la quiebra. ¿Con qué objetivos?
Por un lado, el NOM promueve la progresiva desaparición de las redes comunitarias locales de producción e intercambio, en beneficio de grandes sistemas de producción científicamente controlada y distribución planetaria vía Internet. Un indicio de esto es que grandes superficies como Walmart y Costco permanecieron abiertas durante la crisis Covid-19, pero miles de tienditas y pequeños comercios fueron obligados a cerrar.
Al mismo tiempo, las regulaciones “sanitarias” tienden a promover un modelo de producción basado en máquinas y no en personas, consideradas “biológicamente peligrosas”. Solamente grandes empresas están en condiciones de maquinizar la mayoría de sus procesos. Por lo tanto, el modelo implica el fracaso competitivo de millones de pequeñas empresas en el mundo, cuyo segmento de mercado será fácilmente deglutido por las grandes redes de venta y distribución vía Internet.
La economía del NOM está basada en la robotización masiva de la producción y de los servicios, y en el uso creciente de Inteligencia Artificial en todos los procesos. Este proceso conlleva la desaparición de millones de empleos en el futuro inmediato. Ya hay, operando sin personal humano, incluso experiencias de restaurantes y hoteles, la actividad humano-intensiva que hasta ahora más empleos generaba.
En el “Sexto Tecnoparadigma” -como lo denomina Estulin- hay desempleo masivo. Lo que el NOM prevé es el rol del Estado distribuyendo una “ayuda universal”, o “racionamiento” como lo califica Icke. Los programas de “ayuda social”, distribución de vales y propuestas de RBU (Renta Básica Universal) son un anticipo de esta tendencia.
Una economía de máquinas, casi sin empleos para las personas; dependencia total de las ayudas oficiales; la cuenta bancaria donde se recibe la RBU, asociada con un ID digital, un certificado de vacunación y otras formas de burocracia coercitiva: ése es el proyecto de control total de los ciudadanos que alienta el NOM.
Conclusiones: Un menú ideológico muy persuasivo
El “menú ideológico” del NOM está diseñado a la medida del puñado de trillonarios y billonarios que gobiernan el mundo. Pero hunde sus raíces en la psique profunda de muchos movimientos “progresistas/ izquierdistas/socialistas”, y va creando corrientes de opinión transversales apoyadas en ideas comúnmente compartidas. Así se fabrican matrices de pensamiento que penetran en forma inadvertida en todas las instancias sociales. Este proceso ha desorientado a las audiencias, que se hunden en un pantano ideológico de incomprensión mutua.
- Sobre la noción del sentido común de que “más tecnología es siempre mejor”, se articula la justificación de un diseño del mundo donde las máquinas desplazan a los humanos, y un modelo de control “técnico-científico” se lleva al paroxismo.
- Sobre el imaginario del Estado como “responsable de proteger” a la gente, se monta el concepto policial de la salud que justifica el encierro, el control de la movilidad de las personas y la ideología del distanciamiento social.
- Sobre los cimientos de la “vacunación general” como conquista de “gobiernos populares” se erigen los argumentos de nuevos programas de vacunación obligatoria con una agenda de control, esterilización forzosa y/o debilitamiento biológico.
- Sobre la base de las consignas tradicionales de “tolerancia a la diferencia” se despliegan la propaganda y los debates legales que tienden a asexualizar/hipersexualizar a la población, y la promoción de formas de sexualidad alejadas de la reproducción.
- Sobre los reclamos de minorías (indígenas despojados, minorías raciales oprimidas, mujeres maltratadas) se construyen el imaginario secesionista que despedaza a los Estados nación, los enfrentamientos a muerte entre grupos “racialmente diferentes” y la guerra entre hombres y mujeres con el discurso de la “violencia de género” como telón de fondo.
El concepto del NOM no está radicado en un estado en particular: en cada país o zona del mundo es posible hallar grupos de “globalistas” y “patriotas”.
LOS GLOBALISTAS, los que propagandizan el NOM, son en general medios de comunicación (de derecha y de izquierda), colectivos “progresistas y de izquierda”, funcionarios y partidos políticos en el poder en la mayor parte del mundo.
LOS PATRIOTAS, los que batallan contra el NOM, son sectores que abrazan una ideología de resistencia, de defensa de valores tradicionales: eclesiales, militares, científicos, libertarios e independientes “conservadores”.
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Fuente: trikooba.com