Por Gabriela Moreno

El fondo de la alianza entre China y el régimen de Nicolás Maduro es un misterio. Pero cada vez hay más evidencia de la complicidad para expandir los negocios y el comunismo del país asiático en tribunas internacionales y la reciente cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) lo demuestra.

La coalición sirve de “interlocutor regional de China para consolidarse como vehículo de las relaciones entre América Latina y el Caribe y así intentar avanzar con sus intereses políticos y económicos”, afirma el Centro de Estudios Internacionales de Barcelona (CIDOB). 

Tiene las condiciones a favor para hacerlo: la  CELAC es un campo fértil para sus pretensiones porque en ella no participa Estados Unidos como sí lo hace en la Organización de Estados Americanos (OEA) y porque tampoco tiene a los países angloparlantes de la Comunidad Iberoamericana de Naciones en sus radares.

Con voz dentro de la organización, China «opera bilateralmente con sus contrapartes latinoamericanas desarrollando una estrategia económica en un marco de asimetría” para negocios de comercio, inversión y financiación.

Chavismo promotor 

Maduro abona el camino con sus funcionarios. Su ministra de Agricultura, Greicys Barrios, en la reciente reunión virtual de la CELAC propuso “concretar” un modelo de desarrollo independiente con China. A través de la cuenta en Twitter de la Cancillería del régimen chavista se divulgó el exhorto.

Casi en simultáneo, la embajada de Venezuela en Pekín recibe al nuevo director general para América y el Caribe de China, Cai Wei, para “profundizar la alianza estratégica”.

Un paquete asiático

China entró en la comunidad con dinero.  A través de un “paquete de arreglos de financiación” de China de 35000 millones de dólares, llegó Xi Jinping a la organización para otorgarlos mediante créditos preferenciales de 10000 millones de dólares, el crédito especial China y América Latina para la Infraestructura de 20000 millones de dólares y el Fondo de Cooperación China-América Latina y el Caribe de 5000 millones de dólares.

Esa trilogía de endeudamiento se propuso “unilateralmente” por China para promover la “cooperación práctica” con los países de la CELAC. Con esa puerta abierta, el régimen comunista de Xi Jinping juega a su favor desde 2014 dentro de la coalición y en la actualidad, los créditos preferenciales sólo se dedican a los proyectos bilaterales entre China y los países con los que tienen relaciones diplomáticas.

En el caso del Crédito Especial para la Infraestructura entre China y América Latina y el Caribe y el Fondo de Cooperación China-América Latina y el Caribe son abiertos para todos los Estados miembros de la CELAC, que pueden ser usados para proyectos multilaterales y bilaterales pero sólo si cumplen con sus premisas de “integración”, divulga ChinaCelacOrg. 

Y el caso de los créditos preferenciales de China para América Latina y el Caribe que están compuestos por el crédito preferencial para la asistencia al exterior y el crédito preferencial al comprador para la exportación, estos son gerenciados por el Ministerio de Comercio y ejecutados por el Banco de Exportación e Importación de China (Eximbank).

Aunque los mecanismos para captar atención están en la mesa, Tang Renjian, ministro de Agricultura y Asuntos Rurales de China, declaró en la cumbre que están dispuestos a crear “consensos” para ampliar la «cooperación».

Así intentan  convencer al resto de los 33 países de la CELAC (Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela).

En cada rincón 

La pandemia del coronavirus no frena los intereses de China. Por el contrario, los acelera. Mientras la enfermedad se multiplica en el mundo, China activa un nuevo patrón de desarrollo de circulación dual para abrir su mercado de demanda interna a los países latinoamericanos.

Aunque el volumen de comercio entre China y América Latina disminuyó 2,8 % en los primeros tres trimestres de 2020, las importaciones chinas procedentes de países latinoamericanos aumentaron 1 %, según datos del Ministerio de Comercio del país asiático divulgados por Xinhuanet. 

En especial, las importaciones de productos agrícolas se incrementaron casi 20 % durante este período y Argentina, en manos de Alberto Fernández, es el epicentro de estos negocios. Mediante el Ministerio de Transporte y la Empresa Operadora Ferroviaria firmó a finales de diciembre cuatro “acuerdos de cooperación” con tres empresas chinas, por un monto total de 4695 millones de dólares.

Hay más. En la ciudad histórica de Machu Picchu, en Perú, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el Grupo Hengtong, con sede en China, está a cargo de un proyecto de red de transmisión energética con una longitud de 200 kilómetros para conectar las regiones de Machu Picchu, Abancay y Cuzco.

Hengtong asumió el diseño y ubicación de las instalaciones y participó en la “personalización de la investigación y desarrollo de productos y la introducción de un mecanismo de supervisión durante el proceso de construcción”. La empresa ganó la licitación en 2011 y concluyó las obras en 2014. Pero no se quedó solo con ese contrato. El Grupo con sede en Suzhou, Jiangsu, tiene ahora oficinas en siete países de América Latina y cuenta con 110 empleados.

Negocios estratégicos en deporte 

La filtración de China en Suramérica se constata hasta en el deporte. Durante la Copa América Brasil 2019, el árbitro asistente de video -VAR-  estuvo en las manos chinas de TCL. La compañía figuró en las barreras publicitarias del terreno de juego, en las mangas de los árbitros o en los paneles electrónicos que sirven para mostrar los cambios y el tiempo añadido a pesar de que la selección china no estuvo presente debido a la preparación para las eliminatorias para el Mundial Qatar 2022.

No fue solo patrocinio. Fue estrategia. La empresa debutó después con la TV X10 QLED 8K y lanzó teléfonos y aires acondicionados inteligentes que la condujeron a ocupar el 10 % del mercado brasileño de televisiones.

Otra empresa de inversión china XCMG reportó el año pasado un crecimiento récord de cerca de 60 % en sus ingresos en ese mismo país. La empresa con sede en la provincia oriental china de Jiangsu invirtió 500 millones de dólares en Minas Gerais, Brasil, para establecer una planta de manufactura en 2012. En este momento es la primera de propiedad total de la corporación en el extranjero. Con una superficie de un millón de metros cuadrados produce anualmente 7000 unidades de maquinaria pesada.

Fue un negocio lucrativo. La empresa tiene 17 distribuidores, 33 puntos de venta y 33 centros de repuestos en Brasil y sus maquinarias fueron empleadas en las construcciones de las sedes para los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo en Río de Janeiro.

Los partidos en debate

El comunismo también se sienta en la CELAC. Ahí no enfrenta ni a Estados Unidos ni a Canadá. Eso facilitó la creación del Foro de Partidos Políticos China-América Latina por orden del Departamento Internacional del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) para promover “los intercambios entre los partidos políticos, guiar e impulsar en lo político».

No importa cuánto cueste convocarlo. Todo es bajo el auspicio del PCCh y el partido de gobierno del país que ocupe la presidencia rotativa de la CELAC. La primera convocatoria se fraguó con el Movimiento Alianza PAIS de Ecuador en 2015, cuando el presidente izquierdista Rafael Correa estaba a cargo. Desde entonces, para cultivar sus aspiraciones de poder, Xi Jinping, ha visitado 12 países de la región, superando así a los presidentes estadounidenses Barack Obama y Donald Trump juntos.

Pero hay un doble juego detrás. Mientras China atrae a los partidos moderados de América Latina asegurando el «mutuo respeto», al mismo tiempo se presenta como fuerza revolucionaria comunista. Así, en junio del año pasado, su partido con los partidos comunistas de Cuba, Argentina, Perú, Venezuela y Uruguay instalaron un encuentro virtual para exaltar la «superioridad del socialismo en el combate contra el COVID-19»,  lo que representa una “forma significativa para ‘fogonear’ sus aparatos de propaganda nacional” y de “utilizar las interdependencias económicas como palanca para ejercer influencia política», analiza Diálogo Político 

Piedra en el camino

Las aspiraciones de expansión de China enfrentan espinas. Una de ellas es que la CELAC no está concebida como un instrumento de integración económica, ni un espacio de toma de decisiones políticas que tenga la facultad para exigir a sus miembros su cumplimiento porque tampoco es un escenario de rendición de cuentas para los estados integrantes.

Pero de eso se aprovecha el régimen comunista de Xi Jiping. Si bien intenta captar a las naciones que incluso mantiene relación con Taiwán, la posibilidad de una política exterior común o de una plataforma de negociación unificada luce imposible dada la diversidad regional.

Pekín está claro en que los escenarios geoestratégicos subregionales no han sido estables en las últimas dos décadas. Las afinidades políticas con potencias globales han mutado constantemente dependiendo de la naturaleza ideológica de los gobiernos. México, el Caribe y América Central no tienen, dada su vecindad con Estados Unidos, el mismo escenario suramericano y en ese contexto, la capacidad de CELAC para armonizar intereses y de China para convertirla en un espacio unificado luce intrincado.

Escenario complicado 

A ese contexto se añade que desde hace dos años, la CELAC está dividida por la crisis en Venezuela y Nicaragua. Prácticamente, su membresía está dividida en dos facciones. Por un lado se encuentran los integrantes del Grupo de Lima –formado por 13 países de la región, y Canadá–, que no reconoce al régimen de Nicolás Maduro y respalda la aplicación de la Carta Democrática a Nicaragua en la OEA.

Por el otro, están los miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), que respalda a Nicolás Maduro en Venezuela y a Daniel Ortega en Nicaragua frente a las críticas y sanciones de la comunidad internacional.

Este enfrentamiento ideológico provocó la cancelación de diversas reuniones sectoriales y ministeriales. Incluso, no fue posible celebrar la VI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la CELAC, cuyas cinco ediciones anteriores cumplieron con la periodicidad anual ininterrumpida.

Maduro, quien le adeuda 67000 millones de dólares en créditos a China evade la situación. Su última propuesta es una “gran cumbre de la CELAC – China para ver el futuro de los próximos 30 años». ¿Logrará aforo?

Fuente: panampost.com

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