Lo que empieza mal, termina mal. Lo primero que se necesita para buscar un proceso real de paz no es un premio nobel, sino voluntad de las partes.
Colombia recibe presiones todos los días de organizaciones internacionales, particularmente de la Organización de las Naciones Unidas, que pretende que el gobierno nacional haga lo imposible por “sostener” un proceso de paz prácticamente fallido.
No solo esta organización, también Human Rights Watch, se ha caracterizado por afirmar que el acuerdo de paz celebrado en 2016 entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno puso fin a 52 años de conflicto armado. Esto es una profunda mentira que se aleja de la descripción real de lo que ocurre en el país.
¿De verdad creen que se puso fin al “conflicto armado”? La verdad es que la guerra semántica ha sido tal vez la principal herramienta para pretender imponer a la fuerza la falsa paz, y tener en estado de zozobra a toda Colombia.
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Es impresentable que desde el extranjero se pretenda imponer a los colombiano algo que no tiene nada de real.
Para empezar, Colombia no vivió una “guerra civil” como se atreven a magnificar los amigos de Juan Manuel Santos en el extranjero y él mismo. Había una amenaza terrorista. El estatus que adquirieron las FARC al definir el problema de Colombia de esta manera fue el de “grupo insurgente”, lo cual como es públicamente conocido, los llevó la postre hasta el Congreso.
De la misma forma, los secuestros han sido llamados «retenciones», y las FARC se han encargado de perfumar el término hasta darle un toque casi “humanitario”.
La congresista Sandino nos muestra que todo puede ser peor
En un comunicado con logos del Congreso, el pasado 14 de febrero, la senadora del partido de los “Comunes” (FARC), Victoria Sandino, siguió modificando los términos. La revista Semana reseñó lo siguiente: “Así es cómo de a poquitos y sin consideración con Colombia, nos están reescribiendo la historia. Los secuestros no fueron secuestros, fueron retenciones. Las FARC no fueron una organización criminal, sino una organización de rebeldes. No hubo reclutamiento de menores, ellos llegaron solitos. Lo que las FARC pretenden es que dejemos así, como si no hubiese pasado nada”.
Todo es mentira, como todo lo que ha ocurrido por parte de ellos y de Santos durante el “proceso de paz”.
El tema del reclutamiento de menores ya es el límite
El pueblo colombiano ha aguantado todo en lo que se ha constituido la «tramoya» de la paz. ¿Pero será que el secuestro de nuestros niños y jóvenes se va a dejar seguir en medio del letargo?
La periodista Salud Hernández-Mora publicó un video en el que se muestra la liberación de una niña que fue secuestrada por parte del grupo terrorista de las FARC, al capturar al jefe del frente Ismael Ruiz de ese grupo.
Por otro lado, la consejera presidencial para los Derechos Humanos, Nancy Patricia Gutiérrez, aseguró que el reclutamiento forzado de niños, niñas y adolescentes sigue siendo una práctica utilizada por los grupos ilegales, que nunca se detuvo a pesar del acuerdo alcanzado con la guerrilla de las FARC.
Ese grupo guerrillero se consolidó como el mayor reclutador de menores de edad. Desde 1999 hasta 2020, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) registró el ingreso de 3878 niños, niñas o adolescentes que fueron reclutados por las FARC, es decir, 56 % del total de los 6931 menores de edad que han sido víctimas de este crimen.
El asunto es que ahora, en nombre de la paz, blindados por la paz, siguen llevándose a nuestros niños.