Por Vanesa Vallejo
La crisis migratoria que en este momento tiene lugar en la frontera sur de USA es tan grande que hasta los demócratas empiezan a pedir explicaciones al presidente. No hay forma de negarlo. Hoy, el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, reconoció que el país está camino a presenciar el mayor flujo de inmigrantes ilegales, que se haya visto en los últimos 20 años, cruzar la frontera.
El asunto de la migración debe ser abordado desde diferentes puntos de vista. El interés nacional es fundamental. Los americanos pagan y tienen autoridades fronterizas para que estas se aseguren de que quien entre a este país lo haga de manera legal y no sea un riesgo para la seguridad. De igual manera, millones de americanos conservadores se preocupan por la arista económica. El migrante no debe ser una carga para los ciudadanos, sino que debe trabajar y aportar al país.
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Pero hay otro asunto no muy mencionado, (o por lo menos no de manera correcta), y es el drama que viven los migrantes ilegales tanto en el camino hacia USA, como cuando llegan a la frontera e, incluso, habiendo ingresado con éxito. La tragedia que significa el viaje de muchos migrantes es algo que políticos y activistas deberían tener claro antes de enviar mensajes incorrectos que terminan animando a las personas a intentar entrar a este país sin el adecuado proceso.
Tanto las decisiones como las declaraciones del presidente Biden han causado un aumento en la cantidad de migrantes que busca entrar a USA por la frontera sur. El Gobierno ha dicho que quiere regularizar la situación de millones que ya se encuentran en USA, ha dado TPS, ha suspendido la construcción de vallas fronterizas, ya no es necesario que los solicitantes centroamericanos de asilo permanezcan en México mientras se resuelve su situación, entre otras tantas cosas. Estas medidas, unas buenas, otras no, terminaron -como era evidente- ocasionando un “efecto llamada”. La gente cree que se han relajado en gran medida las condiciones para ingresar al país y eso los incentiva a migrar.
El Gobierno Biden-Harris lo que está haciendo es generando incentivos negativos. Pero esto no es un problema exclusivo para los americanos y para las autoridades migratorias, también es poner en peligro la vida de familias enteras. Miles de personas, al intentar entrar a este país de manera ilegal, viven una de las peores experiencias de su vida; en el viaje son víctimas de cárteles de droga y otras agrupaciones criminales. Los migrantes se exponen a ser asesinados, extorsionados, robados y algunos son víctimas de agresiones sexuales.
Estimaciones sugieren que el 70 % de las migrantes centroamericanas ilegales sufre algún tipo de abuso sexual. El asunto es tan grave y tan cruel que muchas adolescentes y mujeres toman anticonceptivos de largo efecto para prevenir un embarazo en caso de ser violadas. Las mujeres pueden ser abusadas por compañeros de viaje, personas que viven en los lugares periféricos, pandilleros, “coyotes”, e incluso, en algunos casos, por autoridades migratorias de los países por los que atraviesan.
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Ilusionar falsamente a la gente e impulsarla a que haga un viaje que puede ser uno de los eventos más traumáticos de su vida, no es ético. USA debería avanzar hacia una reforma migratoria que permita, a quienes desean contribuir y crear valor, entrar y quedarse de manera legal, pero mientras se avanza en eso, incitar a la gente a que haga un viaje extremadamente riesgoso, con la intención de pasar de manera ilegal, es una actitud despreciable.
Este tipo de discursos que emite el Gobierno, en realidad, terminan fortaleciendo la delincuencia en la zona fronteriza, el tráfico sexual y el abuso incluso de menores. Cuando un Gobierno deja claro que no permitirá la entrada ilegal de migrantes y, aun así, la gente decide intentarlo y las familias envían a sus hijos solos, la culpa de lo que pasa es de quienes migran o despachan a sus hijos con “coyotes”.
Pero cuando el Gobierno de un país no deja claro qué hará con los migrantes que llegan a la frontera y, además, envía el mensaje de que hay una oportunidad para que todos los que logren ingresar se queden, este gobierno se convierte, al menos en cierta medida, en responsable de las desgracias que sobrevienen a quienes, sin información y bajo la ilusión de declaraciones irresponsables, deciden emprender el viaje.
Lo que hace el Gobierno de Biden al estimular la migración ilegal, no solo es un inconveniente para USA, sino que es irresponsable, poco ético y pone en grave peligro a los migrantes latinoaméricanos.
Fuente: elamerican.com