Cuando se habla de espejismos, uno rápidamente evoca aquellos charcos de agua engañosos que se ven en la ruta a la distancia y luego desaparecen al acercarse, o aquellos oasis ilusorios que se ven en los desiertos, tan afamados por los productores de cine. Ambas circunstancias son tan comunes que ya no sorprenden. Pero los espejismos no se limitan a ello.
Testimonios sobre escenas de casas, gente, montañas, bosques, etc., apareciendo de repente con colores vivos y en movimiento en un lugar donde no debieran estar, abundan en los últimos tiempos; y estas gigantescas imágenes luego se esfuman como si nada.
Una imagen gigantesca y espectacular de montañas, edificios, vegetación y hasta autos y gente claramente visibles apareció durante el anochecer sobre el río Xin’an en la ciudad de Huangshan, al este de la provincia china de Anhui, en junio de 2011.
Miles de residentes y turistas pudieron apreciar la increíble escena, que también fue filmada por los medios locales. El nuevo paisaje vivo se había posado todo a lo largo del río hasta el horizonte. Aquella no fue la primera experiencia de grandes espejismos en esa pequeña ciudad, que por tales peculiares fenómenos se la conoce como “la ciudad de los dioses”.
¿Y cómo se forman los espejismos? Se dice que suelen ocurrir sobre el mar o en el desierto. La teoría oficializada para explicarlos se refiere a la refracción atmosférica: una escena distante se refleja en un lugar más cercano por la refracción de la luz, que se curva en la atmósfera por efecto de las diferencias de temperatura. Pero esta explicación deja muchos cabos sueltos.
En 2006, tres estudiantes taiwanesas hicieron un experimento cuyos resultados llamaron a reevaluar esa teoría. Li Xuan, Dai Yirong y Chen Kuanhua, de la Escuela Femenina Chiayi en Taiwán, planeaban medir el ángulo de refracción del fenómeno de los espejismos en las rutas, partiendo de la teoría oficializada en los libros de texto de que “los espejismos se forman por la refracción de la luz a través de las capas de aire”.
Los experimentos resultaron muy difíciles de llevar a cabo durante el día bajo sol fuerte y con muchos autos; fracasaban una y otra vez. Pero los estudiantes no estaban dispuestos a abandonarlo. Después muchas discusiones, los profesores responsables de guiar el proyecto –Zhuang Lifan y Zhuang Lishan– decidieron que prosiguieran los experimentos durante varias noches consecutivas en el camino de la represa de Chayi, cuando no había tráfico.
A los padres de las niñas nada les gustó que sus hijas salieran en medio de la noche cerca de la represa para realizar experimentos. Pero las tres estudiantes insistieron en continuar hasta cumplir el objetivo; también buscaron ayuda de otras estudiantes, hasta que finalmente obtuvieron resultados sorprendentes.
Generalmente se considera que los espejismos aparecen solo de día, con alta temperatura y con mucha humedad, y que de esa manera las diferentes temperaturas en las capas de aire generan distintos índices de refracción y hacen que la luz se refracte en forma curva. Sin embargo, los estudiantes pudieron capturar espejismos en la noche con bajas temperaturas.
Hicieron cuatro experimentos en la noche. Iluminaron el asfalto con un láser de alta potencia y observaron con un telescopio que el espejismo aparecía del mismo modo en la distancia. También probaron cubrir la superficie del asfalto con tela negra, arena, espejos, tinta y otros materiales, para ver si una superficie diferente afectaba la aparición de los espejismos.
El resultado fue que los espejismos pueden aparecer por el simple reflejo de la luz sobre el suelo; esta experiencia hace que la teoría de la refracción curva de la luz ya no pueda explicar completamente los espejismos. La teoría de las niñas ganó el primer premio en el grupo de física de la Feria de Ciencias de la escuela secundaria. Entonces, ¿qué son los espejismos?
La respuesta en la sabiduría antigua
Los antiguos chinos entendían que los espejismos son reflejos en nuestro mundo de escenas de otros espacios. Los registros históricos dan cuenta de que la existencia de otros espacios, desde la antigüedad, era entendida no solo por los cultivadores espirituales sino por el pueblo en general, que hablaba de “otros mundos”. Hay diversos relatos de larga data sobre gente capaz de entrar en otros espacios y volver, como aquel de un monje que fue al Mundo de la Felicidad Suprema, estuvo allí por un día y, cuando regresó, en la Tierra habían pasado seis años.
Se creía, por ejemplo, que los fantasmas –vidas de un espacio de nivel bajo– poseen otro tipo de cuerpo compuesto de materia de otro mundo, y que por eso solo algunas personas tienen la capacidad de verlos. Según la creencia, en ese mundo paralelo el día corre a la par de nuestra noche; por eso se dice que los fantasmas salen de noche. Creían que no debían pedir cosas porque las vidas bajas podrían darlas y llevarse algo a cambio; sabían también que tampoco debían llamar a los fantasmas, y veneraban a los dioses para que los protegieran de ellos. Se creía que existen diferentes tipos de vidas en los diferentes espacios, que en todos lados hay vidas de todas formas compuestas de diferentes partículas; y que todo es materia. Hoy en día, todo esto suena como “cuento chino”; sin embargo, estos conocimientos eran parte de la cultura que estaba arraigada en la sangre de chinos antiguos y se transmitía de generación en generación como cuentos a los niños.
La religión budista dice que existe un espacio por debajo de los reinos divinos, que se llama ‘Tres Reinos’. Comúnmente se considera que se refiere a la Tierra, el Cielo y el inframundo, pero, en realidad, ‘Tres Reinos’ abarca un sinnúmero de espacios en los cuales las vidas pasan por el ciclo de la reencarnación –espacios no divinos–, los cuales existen en el mismo lugar y al mismo tiempo. Se habla de los “nueve niveles del Cielo” y los “dieciocho niveles del infierno”. Los seres celestiales y todos los fantasmas existen en diferentes espacios. Se entiende por “espacios” a dimensiones compuestas de partículas de distintos tamaños que los ojos humanos no pueden ver.
Los ojos de los seres humanos están compuestos de materias de nuestro espacio –formado por moléculas– y sólo pueden ver la luz dentro de un reducido rango de frecuencias. El rango de frecuencias de luz visible para el ojo humano es de 400-700 nanómetros. La razón por la que vemos los objetos es que nuestros ojos pueden detectar la luz reflejada por estos. No podemos, por ejemplo, ver los rayos infrarrojos que estos mismos objetos reflejan en la noche, ya que los rayos infrarrojos no están dentro de nuestro rango de luz visible. Incluso dentro del rango de luz visible no podemos ver la luz que es demasiado débil o demasiado fuerte.
Los ojos humanos se componen de moléculas y no pueden ver en los espacios que están compuestos de partículas más pequeñas. La luz reflejada de estas materias no es visible a nuestros ojos humanos. Podemos ver estas materias en un rango acotado bajo el microscopio, pero no vemos los planos formados por dichas materias. La Escuela Buda dice que los seres humanos viven en la ilusión porque no pueden ver otros espacios ni la verdad de la materia, mientras que los seres en todos los otros espacios pueden ver otros espacios según su nivel. Es decir, los seres en otros espacios pueden percibir la luz reflejada por las materias en nuestro espacio y, en consecuencia, pueden ver las materias existentes aquí.
Desde la perspectiva de la sabiduría antigua se puede entender entonces que los escenarios que aparecen en los espejismos, en realidad, existen allí todo el tiempo, sólo que pertenecen a otro nivel de partículas que existen en el mismo lugar y al mismo tiempo. Los objetos o seres en el espejismo están en movimiento o en actividad, tal como presumiblemente existen en otro espacio. Cuando se dan ciertas condiciones especiales, de repente se reflejan y los podemos ver.
Una de las condiciones bajo las cuales se dan los espejismos es la humedad. Es factible científicamente que las masas de aire pesadas y densas de humedad faciliten la formación de un sistema de lentes, como una lupa gigante en el aire; se puede hipotetizar entonces que bajo tal condición y quizás otras circunstancias desconocidas se reflejen temporalmente escenas de planos formados por partículas más pequeñas; esto explicaría por qué los espejismos se producen a menudo después de una lluvia o sobre un río.
Con la evolución de la ciencia se hace cada vez más fácil entender lo que los antiguos ya sabían: que el plano de existencia de los seres humanos no es el único espacio en el universo. Sakya Muni (Buda) dijo hace 2500 años que existen tres mil mundos en un grano de arena, mostrando así una comprensión de la estructura de la materia que la ciencia actual sólo ha demostrado en el último bicentenario; algunos maestros dicen que en un poro puede existir ciudades donde corren trenes y coches. Parece inconcebible, pero los conocimientos científicos también hacen cada vez más comprensible la existencia de otros planos de materia que son invisibles e impalpables para el ser humano bajo condiciones normales.
Agua, paisajes, gente, hasta edificios modernos… saber qué hay en otros espacios no es tan difícil, basta toparse con algún espejismo y confiar en la sabiduría antigua.
Artículo publicado originalmente en la revista 2013 y más allá