Por Camilo Bello
Con la iniciativa china Belt and Road el gigante asiático busca superar a Estados Unidos y acelerar el comercio mundial en 7.4 trillones de dólares a 2040 con una red de infraestructura física y digital conectando a China con Medio Oriente, África y Latinoamérica.
Estados Unidos, por su parte, se enfoca en una estrategia por la transparencia multilateral reforzando lazos con sus aliados, que a largo plazo le resultará insuficiente para competir contra la estructura china en caso de que esta se consolide plenamente.
Con 140 países firmantes hasta marzo de 2021, la influencia económica y política de China comienza a afectar la hegemonía de Estados Unidos. Para la ejecución de la iniciativa, los países miembros deben hacer inversiones en infraestructura que se adecúen a los requerimientos políticos y legales chinos.
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Además, la infraestructura es financiada mayoritariamente con una costosa deuda que los mismos bancos chinos otorgan y es desarrollada en un 89 % por los gigantes chinos en construcción. Washington ha denunciado este modelo, al considerar que los créditos son impagables, teniendo en cuenta que muchos de los países firmantes son de bajos ingresos.
En la diplomacia de las vacunas, los países miembros de Belt and Road reciben ayuda de Beijing para contener la COVID-19 de manera prioritaria. Adicional a esto, también apunta al blockchain como una «infraestructura fundamental para la innovación tecnológica futura, y en 2020 Beijing lanzó la Blockchain Service Network (BSN)».
BSN ofrece a los desarrolladores de software «una alternativa más económica a las ofertas actuales de espacio de almacenamiento de servidores». Sin embargo, también le permite a Beijing controlar la «infraestructura de red en Australia, Brasil, Francia, Japón, Sudáfrica y Estados Unidos».
Belt and Road, riesgo económico y político para América
En la era Obama, Estados Unidos jugó un papel de cooperación con el Partido Comunista de China (PCCh) al darle una ventaja al gigante asiático para avanzar en una agenda económica y política.
América está perdiendo el liderazgo en campos cruciales para el siglo XXI. El nulo desarrollo de la red 5G, disminución de patentes tecnológicas y la mayoría de su tecnología producida en el extranjero, ha hecho que América ceda terreno frente al crecimiento chino.
La economía de Estados Unidos se contrajo un 3.6 % por la pandemia, mientras que la china subió un 2.3 % en 2020. La economía global se reactiva paso a paso a medida que el gigante asiático avanza, dándole a China una posición dominante en el mercado, según analistas económicos.
Por otro lado, los 18 países firmantes de la iniciativa Belt and Road en Latinoamérica son un claro ejemplo del terreno perdido por Estados Unidos en materia diplomática. La influencia americana se ve contraída con la llega de China a la región. Países socios de Estados Unidos, como Chile, Brasil o Perú, ya hacen parte de la red china.
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Si más aliados americanos se unen a Belt and Road para construir «infraestructura crítica, como redes eléctricas, puertos o redes de telecomunicaciones, esto podría complicar la planificación de contingencia de América y dificultar la defensa de sus aliados».
Una consolidación del plan chino, además, podría continuar con la exclusión de empresas americanas y de sus aliados en proyectos de infraestructura y tecnología. Por ejemplo, con la red digital Digital Silk Road, China logró establecer sus gigantes tecnológicos en «África, Asia central, Asia meridional y sudoriental».
Digital Silk Road es el brazo digital de la iniciativa Belt and Road. Con ella Beijing pone en marcha sus gigantes tecnológicos como Huawei o de servicios como Tencent o Alibaba, excluyendo a las redes americanas o de Clean Network.
Alternativas al avance de China con Belt and Road
Si bien el plan Belt and Road impulsa al comercio internacional, el costo, particularmente para los países en desarrollo, es muy alto. A raíz de la pandemia, algunos países acudieron a Beijing para refinanciar e incluso poder condonar algunos de los créditos realizados a los bancos chinos.
La iniciativa Belt and Road es construida con créditos que buscan doblegar a los gobiernos firmantes, muchos de ellos dictaduras, como el caso de Cuba, Venezuela, Bahrein o Myanmar.
En principio, la administración de Donald Trump, en su intento por frenar el endeudamiento de países en desarrollo con bancos chinos, denunció las ambiciones de Beijing e incluso propuso de manera informal a Taiwán y al Banco Mundial como soluciones transparentes para lograr desarrollos de infraestructura.
Bajo Trump, Estados Unidos se fortaleció frente a China en política internacional, a pesar de haber retirado al país de organizaciones cruciales para sus aliados, como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica.
La anterior administración también inició el plan Clean Network, destinado a crear una red 5G transparente y con libre información en contra peso a los desarrollos tecnológicos chinos que carecen de seguridad para las naciones y los individuos.
Las sanciones a China por genocidio y delitos de lesa humanidad, así como también las hechas por robo en materia intelectual y espionaje, han despertado el interés de la comunidad internacional, donde América ha conseguido alianzas importantes en Europa y Asia.
Respecto al medio ambiente, el voraz consumo de minerales a bajo costo de China ha puesto en peligro a Latinoamérica, África y la región Indo-Pacífico con los firmantes de Belt and Road. Al respecto, Estados Unidos e iniciativas privadas de Singapur aportan soluciones para preservar áreas como Galápagos en Ecuador o los bosques de Papúa Nueva Guinea.
En un esfuerzo por combatir el avance chino, Corea del Sur, Japón, India y Taiwán se han unido a la iniciativa americana para el desarrollo transparente de tecnologías. El PCCh representa una amenaza para estas grandes economías asiáticas que comparten los valores democráticos de América.
La alianza entre Estados Unidos, Japón, India y Australia, el grupo QUAD (Quadrilateral Security Dialogue) ha puesto en marcha una serie de políticas de frente al avance de China.
Por ejemplo, Estados Unidos y Japón financiarán 1,000 millones de vacunas que se producirán en India y se distribuirán de la mano de Australia para combatir la diplomacia de las vacunas del PCCh.
Biden por su parte expresó, en su primera conferencia de prensa, que Estados Unidos continuará expandiéndose manteniendo el liderazgo político y económico.
«Veo una dura competencia con China, tienen el objetivo general de convertirse en el país líder del mundo, el país más rico del mundo y el país más poderoso del mundo. Eso no va a suceder bajo mi supervisión, porque Estados Unidos seguirá creciendo y expandiéndose», añadió el presidente americano.
Fuente: elamerican.com