Por Ezequiel Toti – westernjournal.com

La trilogía ”El Señor de los anillos” (The Lord of the Rings) inspirada en el legendarium de J.R.R. Tolkien que estaba programada para re-estrenarse en China este 9 de abril, fue removida de la agenda cinematográfica y reemplazada por 12 películas propagandísticas del Partido Comunista Chino (PCCh).

Esta trilogía que no se proyectaba en cines chinos desde 2002 tendrá que seguir esperando para conmover a los fans chinos nuevamente, lo cual nos mueve a preguntarnos: ¿se esperaba mayor recaudación de las películas del PCCh o acaso la medida responde a un desprecio por lo que la obra de Tolkien representa?

El Señor de los anillos es una obra atemporal, arquetípica, en ella se relata el viaje del héroe — algo común a todas las culturas que el psiquiatra suizo Carl G. Jung atribuiría al inconsciente colectivo.

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El valiente hobbit Frodo (quien tiene muchos puntos en común con Parsifal, el mítico integrante de la mesa redonda) es movilizado por su corazón puro en la misión de destruir el anillo que amenazaba la ruina de la tierra media, es así como ante todo Frodo se convierte en el líder motivacional de su comunidad: su inocencia (no ingenuidad, sino más bien una inocencia optimista de quien cree que todo es posible) motiva al resto de la Comunidad, quienes admiran esta cualidad suya la cual les da esperanza, los moviliza y los une en su diversidad.

Es así, a veces hasta el mejor guerrero solo necesita recordar que hay bondad en el mundo y que vale la pena luchar por esto.

Esta comunidad formada por nueve miembros (nueve compañeros como los primeros Caballeros Templarios) cuenta entre sus integrantes no solo hobbits como nuestro héroe sino también un elfo, raza guerrera representada por Legolas que pareciera reflejar el arquetipo del noble: aquel que es aristócrata en todo sentido de la palabra, que destaca por su gallardía y por su comportamiento ejemplar, donde se conjuga la belleza física y moral.

En el mundo de Tolkien predomina la kalokagathía platónica: bondad, verdad y belleza entendidas como interdependientes, ideal cristiano que no podía ignorar el célebre escritor, quien fuera un católico tradicional y el cual según algunos biógrafos sufrió el ostracismo de su familia de ascendencia protestante al elegir seguir el camino de su madre católica.

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En esta saga de libros también existe el mal, representado por el principal villano Sauron y en menor medida por Saruman, este último en principio un mago blanco devenido en mago maléfico tras cegarse con su propia soberbia y haber depositado su fe en sus artes mágicas al punto de caer en el fatalismo y justificarse en una inexorable victoria de Sauron para validar su propio egoísmo, ambición y cobardía.

Sea que hayan influido o no los valores cristianos y occidentales en la vida del autor, la obra nos deja un poderoso mensaje: siempre habrá valientes, siempre habrá quien quiera luchar contra el mal y el mal solo es y siempre será vencido por el amor.

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