Por Eulogio López – hispanidad.com

Decíamos ayer que vivimos otra estafa legal socio-podemita: la ley de Protección al Menor, presentada como la defensa del niño ante los ataques sexuales, que no va a defender al menor de esos ataques pero sí intenta destruir a la familia natural.

Vamos, que los asistentes sociales van a mandar más que los padres sobre sus hijos. Ni tan siquiera los jueces, ahora basta con los llamados “servicios sociales”, ese nuevo colectivo podemita que llena nuestras vidas de color y explosiones de risa argentina.

Paralelismo entre la ley del menor y la ley contra la violencia de género: si me lleva la contraria me está violentando. También aquella norma fue aprobada por una gran mayoría.

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Ione Belarra, sí, la señora, ministra, ya lo dio a entender cuando, muy dolorida, como ‘ser sintiente’ que es, expresó en la tribuna de oradores del Congreso que iba a expresar una “verdad incómoda: que la Iglesia ha sido cómplice de los ataques sexuales a los menores.

Lo cierto es que ni es verdad ni es incómoda. Primero porque la pederastia clerical, sin duda abominable, es mucho menor que la pederastia laical. Tampoco es cierto que sea incómoda: de hecho, doña Ione se encontraba comodísima acusando a los clérigos de pedófilos.

A los clérigos de pedófilos y a los padres de familia de incestuosos, algo aún más deprimente y falso, como toda la norma aprobada el jueves con gran algarabía en el Congreso de los Diputados.

Pero, sobre todo, la ministra Belarra es una mentirosa compulsiva. La Conferencia Episcopal Española (CEE) ya le ha contestado en un comunicado, para recordarle que sólo el 0,2% de los casos de pederastia son clericales.

El espíritu de la norma es desautorizar a los padres y que los ‘servicios sociales’, o sea, los políticos, se metan en el hogar y desautoricen a los padres.

Veamos: ley de protección del menor no protege al menor pero logrará que el adolescente meta en la cárcel a su padre si le niega el móvil. Basta con que le acuse de maltrato, no digamos nada si le acusa de maltrato sexual. No sería la primera vez, sólo que ahora la acusación no se aplicará con la solemne lentitud de la justicia -que tampoco me gusta- sino con la celeridad funcionarial del burócrata cuando se trata de fastidiar al contribuyente.

Y todo esto, con el aplauso de una sociedad abotargada y manipulada como una marioneta, con el tonto útil de James Rhodes ‘flipando’ por tan vanguardista norma, la más avanzada del mundo… ciertamente la mas próxima al precipicio de todo el mundo mundial.

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El espíritu de la norma socio-podemita es este: todo padre es un presunto violador y todo cura un presunto pederasta. A partir de ahí, se puede aplicar todo el aparato represivo del Estado, verdaderamente cruel, y encima fastidiar al reo en presunta defensa del más débil. Y además, es una norma innecesaria. Para castigar el incesto y la pederastia ya existen normas legales en España. Además, la causa de estas dos prácticas deleznables es otra y la solución no es desautorizar a los podres de familia.

Tiene gracia que la ley de protección al menor se firme en paralelo a la pretensión de la progresía de fomentar la sexualidad infantil.

Despertemos: a los padres nos están acusando de que nos va el incesto, de que somos potenciales violadores de nuestras propias hijas: ¿vamos a quedarnos parados y encima aplaudiendo a nuestros verdugos?

Además, existe un paralelismo siniestro entre la ley del menor y la ley contra la violencia de género. Aquella extendió la norma feminista de que si el varón me lleva la contraria me está violentando, así como otro principio más general: el varón es un ser violento mientras la mujer es un ser arcangélico. Semejante idiotez siempre acaba en lo que dicta esa norma contra la violencia de género y anuncia la nueva norma de presunta protección del menor: que el hombre es culpable mientras no demuestre su inocencia… y vamos a hacer imposible que demuestre esa inocencia.

Ojo, también aquella norma fue aprobada por una gran mayoría parlamentaria y el aplauso del PP blandito y macilento de Pablo Casado. Este proyecto de Ley de protección del menor sólo ha contado con la oposición de Vox -lo del PNV es un coña que alude a la lucha de competencias-. El partido de Abascal, que ha hablado de ideología de género disfrazado de violencia contra el menor, no iba mal encaminado, aunque su exposición me ha parecido escasa por parte de la representante ceutí.

Y no lo duden: cuando la pederastia deje de servir para atacar a la Iglesia o para denigrar al padre de familia… El Nuevo Orden Mundial (NOM) legalizará la pederastia.

El espíritu último de la norma es desautorizar a los padres y que los ‘servicios sociales’, o sea, los políticos, se metan en el hogar hasta la cocina.

Tiene gracia -una gracia maliciosa- que la Ley de protección al menor se firme en paralelo a la pretensión de la progresía de fomentar la sexualidad infantil. Tanto en Naciones Unidas, que considera censura cualquier intento de evitar la sexualidad temprana de los niños, como alcaldes y comunidades -socialistas y comunistas, pero también del PP- empeñados en sexualizar a la infancia -en plan feminista y LGTB, desde luego- en lo que Santiago Abascal, definió -aquí sí, bien definido- como corrupción de menores.

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Y como en Hispanidad hemos denunciado con insistencia, no lo duden: cuando la pederastia deje de servir para atacar a la Iglesia o para denigrar al padre de familia… el Nuevo Orden Mundial (NOM) legalizará la pederastia. Al tiempo.

Porque la ley -“histórica”, ‘of course’- aprobada ayer en la Carrera de San Jerónimo, constituye, como casi todo lo progre, un monumental ejercicio de hipocresía.  

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