Por Vanesa Vallejo – elamerican.com
“Tengo un sueño […] Tengo el sueño de que mis cuatro hijos vivan un día en una nación donde no sean juzgados por el color de su piel, sino por su carácter”, dijo Martin Luther King en su discurso más conocido.
Lastimosamente, USA se aleja cada vez más de ese ideal, volviendo a épocas donde el color de la piel determinaba el trato que una persona recibía y, en buena medida, el futuro que le esperaba.
Las políticas que se aplican hacia la comunidad negra, así como la narrativa impuesta de que los negros son víctimas del sistema, están hundiendo a los afroamericanos en ciclos de pobreza y crimen. Esto no les importa ni a los líderes demócratas que ganan poder con estas iniciativas, ni a las cabezas de los movimientos “antirracistas” que, allanando el camino para ciertos políticos, llenan sus bolsillos de dinero.
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A los padres se les dice siempre que no hay que sobreproteger a los niños porque se pueden volver unos inútiles. Si un chico sabe que no necesita esforzarse, ni estudiar, ni trabajar, porque igual tendrá dinero de su padre, hay una buena probabilidad de que decida volverse un vago y prefiera tener una vida sin muchos lujos, pero con bastante tiempo de ocio.
Hay incentivos perversos que destruyen a las personas, que modifican terriblemente sus comportamientos. Si el Estado está continuamente y cada vez en mayor medida destinando dinero y en general políticas públicas para una comunidad específica, lo que ocurre es que se generan incentivos para que esas personas prefieran ganar un subsidio que esforzarse y conseguir las cosas por su propia cuenta.
Subsidios por desempleo, subsidios por tener hijos, subsidios por no tener casa, subsidios simplemente por ser negro. Los “antirracistas” están tratando a los negros como si fueran discapacitados y están creando incentivos perversos para que esa comunidad se mantenga en la pobreza y el desempleo.
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Hace poco celebraban que en el plan de estímulo de Biden destine 5,000 millones a agricultores negros, solo por el hecho de ser negros. Cada vez nos alejamos más del sueño de Martin Luther King.
Así como es conveniente para las cabezas de estos movimientos “antirracistas” decirle a los negros que hay una deuda histórica y un racismo sistémico por el que se les debe dar subsidios, también les conviene decirles que el blanco es el enemigo.
Lo que hemos visto en el último año, tras la muerte de George Floyd, es terrible. Es un ataque frontal y desgarrador a la unidad de un país, a décadas de avances para eliminar el racismo.
BLM y sus amigos han dividido a USA en dos grupos. Les han dicho a los negros que los blancos son los culpables de sus desgracias, mientras exigen a los blancos renunciar a sus “privilegios”; le piden a los blancos sentirse mal por nacer con ese color de piel.
Igual que con los subsidios y los incentivos perversos que atrapan a la comunidad negra en pobreza y bajos niveles educativos, con el asunto de asesinato a negros y ese supuesto racismo que está haciendo que blancos maten negros, la intención real no es ayudar a la comunidad negra, sino avanzar en la agenda política.
De 1980 a 2008, en el 93 % de los casos donde la víctima de homicidio era negra, el presunto asesino también era negro. En ninguna medida es cierto eso de que los blancos están matando a los negros. Si la preocupación es por las altas tasas de asesinatos a negros, la mirada no debe ir principalmente a los blancos, sino a los mismos negros.
¿Vamos a escuchar esta cifra en alguna reunión de BLM? ¿Veremos análisis serios de por qué ocurren los crímenes entre negros y cómo se puede bajar el número? La respuesta es negativa. No les interesa. No van a salir a gritar a negros que paren de matar a otros negros. La realidad es que no les importa que los negros tengan mejores resultados socioeconómicos ni tampoco que las cifras de asesinatos bajen.
La intención es dividir al país. Decirle a los negros que los blancos son los enemigos y con eso ganar el apoyo de esa comunidad. Mientras hacen sentir mal a los blancos por asuntos que no son su culpa y con eso ganan votantes despistados que tienen buena fe y se sienten en deuda por supuestamente heredar unos privilegios que perjudican a otra raza.
Por eso todo el activismo que se ha generado alrededor del caso Floyd es la escena perfecta para viralizar su relato de blancos vs. negros, y como plus tienen excusa para gritar defund the Police.
¿Por qué ese activismo tan apasionado no se usa día a día para buscar solución real al problema de las altas tasas de homicidio entre negros? Todos los negros que mueren a diario a manos de otros negros no importan, solo importa el que murió en manos de un blanco que además es policía.
¿En dónde están los de BLM cuando millones de bebés negros son abortados? Esas vidas negras no importan, ¿verdad? Todo lo contrario, ahí están sus activistas muy prestos a buscar apoyo de blancos millonarios que paguen los asesinatos de niños negros.
Si avanzan en su pedido de desfinanciar la policía, ¿qué pasará en esos barrios donde la población es mayoritariamente negra y hay altas tasas de delincuencia? ¿No ha pensado en eso BLM? ¿Si no hay policía quién va a defender a los negros que estén en una situación de peligro?
Si el expolicía Derek Chauvin actuó mal no fue por ser blanco o por ser policía. Tampoco hay pruebas de que Chauvin actuó de esa forma porque Floyd era negro. Nada apunta a eso. El caso de Floyd tiene que ver con abuso de la autoridad, no con racismo. La demanda debería ser por mejorar procesos y evitar casos de abuso policial, pero el esfuerzo de BLM es por dividir un país y ganar votos.
BLM y sus amigos “antirracistas” solo están usando un muerto para avanzar en su agenda política. No les interesan los datos, no les interesan los hechos, no les interesa mejorar la calidad de vida de los negros.