Por Rodrigo Saldarriaga – La Gaceta de la Iberoesfera

La encuesta de América TV-Ipsos Perú que reveló que el ultraizquierdista Pedro Castillo obtendría 42% en intención de voto frente a la derechista Keiko Fujimori, que solo tendría el 31% del respaldo ciudadano para la segunda vuelta del 6 de junio, ha generado revuelo en el país andino, fuertemente golpeado por la crisis económica y sanitaria provocada por el covid-19, que ha dejado hasta la fecha más de 56 mil muertos.

A diferencia de la izquierda globalista del partido Juntos por el Perú y su excandidata Verónika Mendoza -vinculada al partido izquierdista español Podemos-, que ha ganado adeptos entre los colectivos de artistas, periodistas, profesores universitarios y activistas de derechos humanos de la capital peruana y zonas urbanas, la izquierda que acompaña a Castillo es todavía mucho más radical, y recoge el “voto protesta” de los sectores rurales y urbano-marginales empobrecidos y olvidados por el Estado.

Ninguneado por los intelectuales de izquierda –el periodista César Hildebrandt calificó su candidatura como “aldeana” y “folclórica”, – e invisibilizado por las encuestadoras, Castillo amenaza al establishment neoliberal y a la izquierda globalista proponiendo la creación de un nuevo régimen económico del Estado al que denomina “Economía Popular con Mercados”, imitando la experiencia de países como la Bolivia de Evo Morales y el Ecuador de Rafael Correa.

Además, plantea la revisión de los tratados de libre comercio (TLC), advirtiendo que “los TLC son los que han liquidado la empresa nacional”; la desactivación del Tribunal Constitucional para que este sea elegido por voto popular; la eliminación paulatina de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) -privado- y el fortalecimiento del Sistema Nacional de Pensiones (SNP) -público-; la nacionalización de los principales yacimientos mineros, gasíferos, petroleros y centros energéticos; la “recuperación” de tierras agrícolas de proyectos de irrigación que fueron concesionadas al capital extranjero, y la descentralización tributaria para fortalecer a los gobiernos subnacionales (regiones y municipios).

Detrás de Castillo, docente provinciano que se hizo conocido tras liderar la huelga magisterial en 2017 durante el gobierno del expresidente Pedro Pablo Kuczynski, se encontraría además la figura controversial del médico Vladimir Cerrón, exgobernador de la región Junín -sierra central peruana-admirador del dictador bolivariano Nicolás Maduro y condenado por el Poder Judicial por cometer el delito de negociación incompatible en agravio del Estado. Por esta condena fue retirado de las elecciones y de la plancha de Perú Libre, no obstante, se mantiene detrás de la campaña.

Cerrón, fundador e ideólogo del “partido del lápiz” -por el símbolo que lo representa-, no esconde sus propósitos revolucionarios. De acuerdo a información del dominical Panorama, Cerrón aseguró en un conversatorio sobre Ernesto “Che” Guevara, que la izquierda debe aprender que, una vez tomado el poder, debe quedarse.

“La derecha en el Perú ya lleva 200 años de gobierno, entre ellos ha habido un lapso de gobierno nacionalista loable, pero no un gobierno socialista. Entonces esa es una lección que nos queda a los izquierdistas (…): que en la teoría del poder uno va a quedarse y se defiende con el último rasguño hasta mantenerse en el poder”, manifestó.

Nicolás Maduro y Vladimir Cerrón. Foto: Twitter Nicolás Maduro.

No aspiran a ganar la presidencia, sino al control total del Estado

Para Hugo Guerra, abogado y analista político, los vínculos de Perú Libre con el “socialismo del siglo XXI”, la dictadura bolivariana de Maduro y el régimen del MAS en Bolivia, evidencian que esta agrupación no solo tendría el objetivo de ganar la presidencia de la República, sino que aspira a un control total del Estado.

“Perú Libre representa, por declaración del propio Vladimir Cerrón, una izquierda socialista, marxista, leninista y mariateguista [en referencia al líder socialista peruano José Carlos Mariátegui]. Una agrupación que tiene vínculos con el denominado Socialismo del Siglo XXI no solo aspira a llegar a la presidencia de la República, a ganar las elecciones, sino al control total del poder del Estado en sus dimensiones políticas, económicas, sociales e internacionales para transformar la República del Perú en lo que ellos denominan una ‘república popular’. Estamos frente a un movimiento radical del que no podemos esperar ningún tipo de moderación o autocorrección, como pasó con Ollanta Humala y su propuesta seudo nacionalista en 2011”, asegura.

De acuerdo con Guerra, el sistema democrático imperfecto del Perú ha permitido que los sectores radicales accedan a un espacio en la tribuna política, y es tarea de los partidos moderados hacer una demostración “pedagógica” de los riesgos que implica una izquierda de esta naturaleza.

Además, asegura que es necesario “descontaminar” al magisterio, espacio en donde se han infiltrado elementos subversivos que adoctrinan desde las escuelas públicas.

“Si se ha dejado un espacio libre para que estas ideologías de odio avancen, es precisamente en la educación peruana. Hay que descontaminar al magisterio. La malla curricular ha sido abordada desde una óptica marxista y de lucha de clases. Por otro lado, el Estado peruano debe hacer mea culpa y corregir los errores históricos que ha cometido, pues ha sido la ineficiencia y la corrupción el abono para que afloren las posiciones radicales y desesperadas”, agrega.

Hugo Guerra – Foto: Lima Gris

Precariedad para todos

Juan José García, director de la Asociación Contribuyentes por Respeto, advierte que un eventual gobierno de Pedro Castillo terminaría “precarizando la vida de los peruanos”, perjudicando especialmente a los más pobres.

“Muchos piensan que un gobierno de Castillo no tendría un impacto social relevante, y se equivocan. Revisando lo que está plasmado en el plan de gobierno de Perú Libre, esta es una izquierda que viene a hacer cambios radicales. No ocultan sus intenciones de cerrar el Tribunal Constitucional, cerrar el Congreso y pasar a un modelo plebiscitario para que cada vez que se vaya a tomar una decisión, se tenga que convocar una elección. Han propuesto intervenir los medios de comunicación para controlar el contenido al que denominan ‘basura’ [programas de farándula], lo cual implica quedar a merced de una suerte de cónclave de burócratas iluminados que van a elegir qué es ‘contenido basura’ y qué no. Con todo esto podemos esperar un régimen donde haya una libertad de expresión muy acotada y una capacidad muy restringida para que las personas hagan oír su voz. En el plano económico la cosa es peor, el proyecto de Vladimir Cerrón, que es el líder de Perú Libre y autor del plan de gobierno, se centra en darle un rol protagónico al Estado en la economía, pero de una manera muy negativa, porque implicaría romper con todos los acuerdos y buena reputación que el Perú ha trabajado durante las últimas tres décadas. Nacionalizaría empresas privadas, lo que resultaría en una letanía de juicios en nuestra contra que terminaríamos perdiendo; también propone no pagar la deuda externa y renegociar los tratados de libre comercio, con lo cual cierra el financiamiento público y el Estado va a tener que financiar sus gastos con recursos nacionales, es decir, va a tocar el ahorro nacional, y va a encarecer la exportación de nuestros productos a los mercados con los que teníamos tratados. En el corto plazo, las expectativas de una eventual victoria de Pedro Castillo en la segunda vuelta van a generar una fuga de capitales. Muchos capitales van a salir de activos peruanos, van a abandonar el país. ¿Esto que va a generar? Nos vamos a ‘desangrar’ en dólares. Habiendo una menor cantidad de dólares y una mayor demanda por estos, podemos esperar que el tipo de cambio vuele. Y esto impactaría en el día a día. El precio del pan, por ejemplo, subiría, porque en el Perú no producimos trigo, lo importamos. Y el precio del trigo está en un precio histórico alto. En el mediano plazo veríamos una reducción en la eficiencia de los servicios públicos. Ha dicho abiertamente que van a poner una tarifa plana para todos los servicios como telecomunicaciones, agua, luz, etc. Esto va a generar una erosión en las cuentas fiscales porque estas empresas van a operar en pérdida, y al nacionalizar estos servicios debemos esperar un deterioro en la calidad de los mismos. En Venezuela, tras veinte años de chavismo, hay cortes de luz, tienen el peor internet de Latinoamérica, las conexiones de agua no reciben mantenimiento. Un gobierno de Castillo terminaría precarizando la vida de todos los peruanos, en especial la de los más pobres. Si hoy día, a pesar de los recursos fiscales, no se cubren los servicios por ineficiencia estatal, en un gobierno de Castillo tendríamos ineficiencia estatal más falta de recursos”, asegura.

Frente a la negativa de muchos peruanos que se niegan a votar por Keiko Fujimori en segunda vuelta, sobreponiendo sus animadversiones personales a la amenaza que representa el modelo chavista de Perú Libre, el economista asegura que estos círculos “no están racionalizando las implicancias económicas” de un eventual gobierno de Pedro Castillo.

Pedro Castillo es una inyección letal que te va a matar si o sí, y Keiko Fujimori es un sarcoma agresivo del que te puedes salvar. Me llama la atención la posición de ciertos grupos obcecados en no votar por Fujimori, o que piensan votar nulo o viciado por razones de dignidad, cuando tienes a Mario Vargas Llosa y a Pedro Cateriano [expremier], dos acérrimos antifujimoristas, que se han tragado su orgullo y han reconocido que Keiko Fujimori es el ‘mal menor’ de lejos en esta segunda vuelta. La gente que cree que va a seguir trabajando y ganando su sueldo con normalidad y todo seguirá como siempre si gana Castillo, está totalmente equivocada. Es iluso, como hacen algunos, comparar a la izquierda de Castillo con Ollanta Humala. Estos son comunistas de verdad, vienen a quedarse. Perú Libre ha descartado una hoja de ruta para suavizar su posición, como sí hizo Humala en 2011. Y no sabemos si va a gobernar Pedro Castillo o lo hará Vladimir Cerrón, que ha sido formado en Cuba. Es un error categórico pensar que Castillo o Cerrón van a moderarse como Humala. Ellos dicen explícitamente que no lo van a hacer”, advierte.

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