La esvástica es, hasta el día de hoy, un tabú para muchos en Occidente, porque se la asocia a simple vista con el nazismo y hace invocar la memoria del Holocausto. Durante el dominio de Hitler, toda investigación sobre su significado auténtico y su historia fue prohibida, y aquellos que se atrevían a revelarlos eran perseguidos y encarcelados.
Ensombrecida por su uso en aquel periodo, se le ha impregnado una connotación negativa, hasta el punto que Alemania aún prohíbe y sanciona cualquier uso público del diseño modificado por los Nazi. También el uso decorativo de la esvástica que se veía a menudo antes el nazismo –por ejemplo, en el logo de un equipo de polo– ha desparecido completamente.
Sin embargo, el uso de Hitler es apenas un grano negro en la arena de la inmensa historia de la esvástica. Para millones de personas, principalmente en Oriente, la esvástica está asociada con creencias y conceptos que no tienen nada que ver con el nazismo.
Tal como la conocemos el día de hoy, la esvástica es uno de los signos más antiguos de la humanidad. La etimología de este nombre es ‘suasti’, que proviene del idioma sánscrito (hablado antiguamente en la India) y significa “bienestar”. ‘Cruz del cosmos’, ‘círculo solar’, ‘lauburues’ y muchos otros son los nombres que ha heredado este símbolo de culturas y religiones prehistóricas.
El uso popular que se mantiene en Oriente hasta hoy viene desde la época del Buda Sakya Muni, hace 2500 años. Pero los orígenes de este símbolo son tan variados y distantes, que algunos lo consideran como un vínculo entre casi todas las culturas desarrolladas.
Los indios de Norteamérica usaban este signo desde hace 5000 años. Los indios Hopi incluso hicieron dos caminos en la forma de esvástica a través de Norteamérica. Los aztecas, mayas, olmecas, toltecas, así como los incas, la veneraron como un símbolo sagrado. En Perú se la encontró dibujada en la cerámica de la base de la pirámide mayor. Para los indios en general, representaba un movimiento constante de los ciclos de la vida.
En Europa se la halla, por los menos, desde tiempos del imperio griego. Se encuentra decorando varias pinturas famosas en el Vaticano y en muchísimas otras moradas del continente. Se piensa que los griegos y los romanos la llevaron a África.
En Medio Oriente, se la encuentra incluso en sinagogas judías, y hasta la tumba de Jesucristo está decorada con varias esvásticas.
Ya en la modernidad, antes del acaparamiento de Hitler, se la veía en tarjetas de felicitación, monedas de la suerte, instituciones, logos de empresas, etc. Hasta ahora, solo en Australia no se ha encontrado la esvástica, pero para casi todas las poblaciones del mundo, este signo no es para nada extraño.
China y la Escuela Buda
En China se asocia a la esvástica con la Escuela Buda (incluida la religión budista). A diferencia del diseño nazi, en el que aparece rotada en 45 grados, se usa en posición horizontal. En chino se la llama “wan” (pinyin: wan4); y como carácter escrito se utiliza 萬, que significa ‘10.000’ o ‘todo’, ‘eternidad’. Representa el movimiento de las galaxias, del universo y de la creación de la vida.
En la Escuela Buda, es la señal del nivel de un ‘Fo’ (Buda o ser iluminado). Los Fo tienen diferentes niveles según su sabiduría. Un Fo solo puede saber la verdad sobre los niveles que están por debajo de él, y nunca sabe qué hay por encima del nivel donde se encuentra.
Según la Escuela Buda, el signo únicamente lo tienen los grandes Fo desde ciertos niveles. Los Fo de niveles más bajos tienen solo un , y en aquellos de niveles más altos, los signos se incrementan. Frecuentemente se ven uno o dos esculpidos en el pecho o a veces en la cara de las estatuas de Fo.
Una experiencia común
Según Carl Sagan –el famoso astrónomo estadounidense–, el uso frecuente del símbolo por pueblos tan distintos culturalmente y sin ningún vínculo entre sí podría derivar de una “experiencia en común”; y dada las distancias y la inconexión, esta experiencia sólo podría surgir del cielo. Su teoría era que la observación común de un cometa con un movimiento de rotación que dejase una estela con esta forma, sería esta experiencia en común.
La primera parte de la hipótesis de Sagan, de hecho, se asemeja a lo que decían los antiguos sabios chinos. Pero la experiencia en común a la que se referían los chinos se diferencia de la hipótesis de Sagan. Los chinos hablaban de un origen común de los seres humanos cuando empezó la civilización: el universo. Ellos creían que las vidas sobre la Tierra vienen del Cielo, de alguna parte del Cosmos.
Entonces, los seres humanos comparten ciertos conocimientos o “recuerdos” que quedan encerrados cuando nacen en la Tierra. Quizás por eso, desde los ámbitos religiosos de las diferentes culturas se ha introducido este símbolo por todos los rincones de la Tierra, representando originalmente significados congruentes en torno al movimiento de las galaxias y del universo, así como la creación y el ciclo de la vida.
Artículo publicado originalmente en la revista 2013 y más allá