“Un ser humano es parte del todo que llamamos universo, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Está convencido de que él mismo, sus pensamientos y sus sentimientos, son algo independiente de los demás, una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esa ilusión es una cárcel para nosotros, nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por los pocos que tenemos más cerca. Nuestra tarea tiene que ser liberarnos de esa cárcel, ampliando nuestro círculo de compasión, para abarcar a todos los seres vivos y a toda la naturaleza”. 

Albert Einstein

Cuatro horas antes de que el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas tuviera lugar, entre las 4:30 y 5:00 AM (hora local), varias de las computadoras comprometidas con un proyecto de medición de fluctuaciones a nivel global comenzaron a transmitir patrones algo “alocados” hacia la base central de procesamiento.

Eventos tales como embotellamientos vehiculares masivos o el encendido simultáneo de millones de receptores de radio y TV en canales de noticias eran algunos de aquellos parámetros corridos del índice de normalidad, que parecían anticipar de alguna manera la tragedia que comenzó exactamente a las 8:45 AM del mismo día, con el impacto del primer avión sobre uno de los ya desaparecidos edificios.

Esta asombrosa anticipación colectiva ante un evento de carácter mundial parece evidenciar una relación directa entre hechos físicos concretos y una hipotética conciencia de carácter mundial. En otras palabras, si la interpretación de los valores obtenidos por los ordenadores del “Global Consciousness Project” (Proyecto de Conciencia Global) es correcta, existe la posibilidad latente de que hechos imposibles de percibir concientemente por los humanos en forma individual, sí puedan ser percibidos por todos como un conjunto.

Decenas de computadoras distribuidas en 65 países de todo el planeta forman parte del equipo con el que el Proyecto de Conciencia Global (PCG) chequea, a cada segundo, las variables establecidas para obtener un patrón único de conducta mundial, el cual permanece estabilizado la mayor parte del tiempo.

Estas computadoras actúan como “generadores numéricos aleatorios” que cada segundo procesan 200 bits de información para enviarla al centro de análisis, en Princenton. Dada la cantidad de información, y debido a que los parámetros medidos de conducta humana se dan al azar, las estadísticas reflejadas por dichos parámetros tienden a estabilizarse en un valor determinado. Es decir que la acción individual de una persona pasa desapercibida ante el mar de acciones individuales chequeadas en cada segundo, y el gráfico logrado gracias al software del PCG solo puede alterar su valor cuando una cantidad considerable de individuos (a escalas globales) altera su conducta en cualquiera de las maneras evaluadas.

Como ejemplo, vale citar que si un embotellamiento está comenzando en este lado del mundo, probablemente otro esté resolviéndose un poco más allá; si un individuo enciende un radiorreceptor, seguramente otros lo están apagando cerca o lejos de allí. El resultado es que el valor de las conductas sociales se mantiene sólidamente constante. Pero cuando un acontecimiento social significativo está ocurriendo, e incluso antes de que este ocurra, el gráfico mundial da un salto espectacular, el cual no es fácil de explicar según las leyes del azar.

Este “salto” de patrones dado durante el atentado del World Trade Center no es el único registrado por la central de Princenton. Idénticas anomalías se registraron 24 horas antes de que el tsunami de diciembre de 2004 castigara las costas del sudeste asiático matando a 250.000 personas, en atentados a embajadas, en tomas de rehenes, en el funeral de Lady Di, en la meditación global organizada en enero de 1997 por el “Proyecto Gaia Mind”, el bombardeo por parte de la OTAN en Yugoslavia, el accidente submarino de Kursk y las vísperas de año nuevo.

Los críticos al proyecto articulan que, si bien un pico en los valores registrados a nivel mundial es algo sumamente sorprendente, relacionarlo con acontecimientos de relevancia social es un error, dado que continuamente están ocurriendo hechos de magnitud mundial que se podrían usar para emparentar en el momento en que surja una de estas alteraciones. Además, los valores no se alteraron ante otros grandes acontecimientos tales como el funeral de la Madre Teresa de Calcuta o la segunda meditación organizada por Gaia Mind.

Las investigaciones alrededor de estos caprichosos cambios en la conducta social mundial continúan efectuándose para esclarecer un hecho que, por el momento, escapa a nuestro margen de comprensión. Lo que sí saben los científicos del PCG, es que “los resultados de los análisis son inequívocos”.

“Aquí hay un importante e inequívocamente poderoso mensaje. Cuando nos preguntamos por qué los desastres del 11 de septiembre deberían ser los responsables de la fuerte señal en nuestra red mundial de instrumentos diseñados para generar ruido aleatorio, no existe una respuesta obvia. Cuando observamos detenidamente y descubrimos que los generadores numéricos aleatorios podrían reflejar nuestro trauma y consternación incluso antes que nuestras mentes y corazones lo expresen, nos enfrentamos a un misterio aún más profundo”.

Artículo publicado originalmente en la revista 2013 y más allá

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