Por Miguel Velarde – guayoyoenletras.net

Hace años advertimos que el problema de Venezuela no era solo de los venezolanos. Insistimos en que lo que ocurría en esa nación era la fase inicial de un plan diseñado y liderado por Cuba, hace casi tres décadas, que tenía un objetivo final: tomar el poder en todas partes. Su nombre: el Foro de Sao Paulo. 

Hoy es evidente que su amenaza es una realidad para todos los países de la región y es por eso que no debería sorprender a nadie lo que en estos días ocurre en Colombia. El rechazo a la reforma tributaria presentada por el gobierno se convirtió en la excusa perfecta que encontraron los grupos que buscan desestabilizar al país desde hace tiempo. 

No es primera vez. Cuando estos grupos no logran acceder al poder por vías democráticas, su alternativa es siempre la violencia. Lo vimos hace poco en Chile y en Ecuador, y es un plan que se repite sistemáticamente en nuestras naciones. 

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Colombia se encuentra en una situación crítica con final incierto. No solo a corto plazo, con un paro nacional que tiene más de 10 días, bloqueos y protestas, sino también de cara a las elecciones presidenciales el próximo año, en las que el candidato del proyecto chavista, Gustavo Petro, lidera las encuestas. 

Por eso, lo que ocurrió en Ecuador el 11 de abril y la cita con las urnas que tienen los peruanos el próximo 6 de junio toman una gran importancia en el mapa regional.  

Una semana antes de las elecciones en Ecuador afirmamos que Guillermo Lasso podía ser el vencedor, a pesar de que todas las encuestas mostraban algo diferente (algunas incluso le daban al candidato del correismo, Andrés Arauz, más de 10 puntos de ventaja). La razón era simple: al analizar los números, la foto del momento no era lo más importante, sino la tendencia, y ésta reflejaba que Lasso había tomado un impulso que finalmente le otorgó la victoria por cinco puntos. 

Hoy, a solo cuatro semanas de la segunda vuelta en Perú, todo parece indicar que algo similar está ocurriendo con Keiko Fujimori. Según las encuestas realizadas por la firma Datum, en solo tres semanas la ventaja de Pedro Castillo se redujo de 11% a 5%. 

De nuevo, si nos concentramos en el hecho de que Castillo está estancado, que no logra crecer en su apoyo y que Fujimori lo está haciendo a un ritmo de dos puntos semanales, lo más probable es que el 6 de junio Perú, al igual que Ecuador, se haya salvado de la amenaza chavista. El “techo” duro de Castillo y la capacidad de Fujimori para convencer a los indecisos podrían ser la gran diferencia. 

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El resultado de esa elección será clave para que las fuerzas democráticas del continente puedan enfrentar lo que promete ser nuevamente un tiempo complejo en la región, marcado por la pandemia y la crisis económica, además de algo a lo que ya nos estamos acostumbrando: la inestabilidad política. 

Lo cierto es que es evidente que nadie aprende de la experiencia ajena y eso explica que incluso hoy, con el ejemplo de la herida venezolana aún sangrando, otros países vecinos coqueteen con su origen: el chavismo. 

Parece que América Latina ha optado por vivir siempre en una encrucijada en la que, si equivoca su camino, ya conocemos su destino. 

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