Por Julio M. Shiling – elamerican.com
Los regímenes comunistas se aferran al poder mientras logran impregnar la ineficacia dentro de las fuerzas de la oposición. Esta hazaña se lleva a cabo mediante una combinación de esquemas de control social que incluyen el terrorismo de Estado, las estratagemas de avance calibradas sistémicamente y la imposición de una contracultura impulsada por el Estado que retrata la falsa realidad que es vital para el imaginario que debe reflejar a nivel interno.
El objetivo dictatorial general puede resumirse como un programa integral de domesticación social. El comunismo cubano acaba de advertir públicamente, de manera casi extraoficial, que sus “leyes” tienen alcance extraterritorial respecto a la actividad o expresión de la oposición.
“Hacemos Cuba”, un programa de noticias de la televisión estatal, centró su calibrada agenda del 15 de mayo en recordar a los cubanos de todo el mundo, especialmente a los que viven en el exilio, que el gobierno comunista posee el marco legal para imponer cargos penales por actividades civiles y políticas consideradas “subversivas”, en ausencia, solicitar la extradición o aplicar sus leyes en países amigos del régimen.
La manera “cantinflesca” e inconexa de presentar las noticias y la opinión política en los medios de comunicación oficiales de un régimen totalitario es siempre una mezcla de mala comedia satírica mezclada con surrealismo. Esto incluye forzosamente al conductor del programa, así como al fiscal del Estado que elaboró el tema del segmento.
Lo legal y lo moral son dos cosas diferentes. Las tiranías a lo largo de la historia han llevado a cabo crímenes contra la humanidad según los dictados “legales”. El Holocausto infligido por los nazis, el Gran Salto Adelante de Mao, la política de hambruna de Lenin en Ucrania fueron todos sancionados legalmente por leyes injustas, como Santo Tomás de Aquino se refirió a estos instrumentos judiciales inmorales que contradecían la Ley Natural (LN).
Los paralelos seculares contemporáneos de los derechos naturales extraídos de la LN podrían ser la primera generación de derechos preventivos, o derechos inalienables como la libertad. El punto a mantener en contexto aquí, es que toda la legalidad socialista es moralmente espuria y por lo tanto injusta.
La Ley 88 (1999), conocida popularmente como la ley mordaza, ha sido un intento más reciente de la dictadura cubana de reprimir “legalmente” la expresión que cuestiona o critica la legitimidad o la política del régimen. José Reyes Blanco, el fiscal del Estado utilizado en el programa de noticias, declaró: “Los que no están en Cuba pueden ser perfectamente sujetos de aplicación de estas leyes. Lo mismo pueden ser procesados o extraditados con colaboración jurídica internacional con el fin de que respondan penalmente por los actos que han cometido”.
El funcionario del régimen castrista añadió que “Las leyes cubanas permiten el enjuiciamiento de personas que no se encuentran en el país. Es decir que están financiando y no están en Cuba, o tengan un nivel de participación porque puede ser que algunos financien, pero otros convoquen, otros coordinen. Todas las personas que tengan un nivel de participación pueden ser procesadas en ausencia”.
¿Qué podría estar poniendo al comunismo cubano en modo pánico en este momento? Al fin y al cabo, esta “ley” inmoral e injusta lleva más de 22 años en vigor. ¿Por qué este pronunciamiento oficial en un programa de televisión? Además, es un hecho que la durabilidad “exitosa” de la tiranía comunista en la Isla ha descansado en la política del puro terror cuando su autoridad ha sido cuestionada. Además, a lo largo de los 62 años de infame reinado del régimen marxista, la nación cubana fuera de su territorio, el exilio, ha buscado activamente la liberación del país por todos los medios morales, violentos y no violentos.
El castro-comunismo enfrenta actualmente enormes presiones desde el lugar que menos esperaba cuando lanzó su delirante proyecto socialista sobre Cuba y América Latina. El “hombre nuevo”, esa generación que el adoctrinamiento, la contracultura, el legalismo y un amplio aparato represivo debía producir una nueva variante de persona: un ciudadano comunista. ¿Adivinen qué? El resultado de este producto generacional nuevo del comunismo cubano es una ciudadanía consciente que tiene claro que quiere vivir en la nación cubana sin territorio, posiblemente en Hialeah, Florida, o en una Cuba libre.
Las autoridades marxistas-leninistas de La Habana tienen el trabajo hecho. Sabiendo muy bien que la comunidad cubana en el exilio, el 23 % de la población del país, a pesar de los pasajes generacionales y la fortuna de vivir en lugares libres y prósperos, se mantiene firme en los que viven dentro de Cuba deben de gozar de las mismas libertades que ellos. Los cubanos libres, en su mayoría, no están dispuestos a ser cómplices y conformarse con una versión caribeña de China. El monstruo está herido y preocupado.