Por Santiago Las Heras – gaceta.es

De mal en peor. Argentina no logra salir de su estancamiento económico y los índices de referencia no paran de indicar que la política de gobierno del presidente izquierdista Alberto Fernández no está funcionando bien. A la fecha, la crisis económica de los últimos tres años, con devaluaciones, subida de la inflación y pandemia incluidas hicieron perder a los asalariados hasta el 25% de sus ingresos.

Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) -en base a datos oficiales y tras la subida de precios en los últimos tres años-, los trabajadores perdieron entre tres y siete salarios. “La compleja situación macroeconómica ha provocado una significativa caída en los salarios reales”, aseguró el economista Nadin Argañaraz.

Con el fin de dimensionar la pérdida del poder de compra de los ingresos, IARAF calculó cuántos salarios de bolsillo dejaron de percibir tanto empleados privados registrados, los no registrados y los públicos. “Resulta evidente que un trabajador percibe hoy un salario que ha perdido entre un cuarto y un quinto de su valor real comparado con tres años atrás. Un ejercicio interesante es calcular la pérdida acumulada durante el último trienio”, analizó.

“El sector más perjudicado es el privado no registrado (informales) con una pérdida de 6,8 salarios. Esto equivale al 18,9% de su capacidad de consumo en el trienio”, destacó el Centro de Estudios. Además, otro cálculo derivado del anterior es que para recuperar lo que se perdió en los últimos tres años un trabajador informal que tenía a marzo de 2021 un ingreso mensual de 30.000 dólares debería recibir una compensación por única vez de 204.000. Y otro: para que su sueldo mensual vuelva a tener el poder de compra de marzo de 2018 debería pasar de esos 30.000 a 40.486. «La tolerancia social a la inflación ha aumentado en forma considerable», confiesa dramáticamente el extitular del Banco Central, Federico Sturzenegger.

Tal es así, que en diez años la economía argentina pasó de una velocidad “crucero” de inflación en torno al 25% a manejarse en un entorno más cercano al 50%, exactamente el doble. Además, Argentina sufre efectos colaterales: destruye el poder adquisitivo de los salarios y sumerge cada vez a más gente en la pobreza, ya que las familias no llegan a superar el piso de la canasta básica que hoy se estima en torno a 62.000 mensuales.

Para graficar la delicada situación que se vive hoy es preciso recordar algunos datos destacados: desde que empezó la cuarentena los bancos cerraron 68 sucursales; en la Ciudad de Buenos Aires los alquileres subieron un 71% en un año; Argentina es el único país que tardará más de 5 años en recuperar el PBI per cápita que tenía antes de pandemia; los sindicatos endurecieron sus reclamos y piden un 45% de aumento salarial; pese a las restricciones a las importaciones impuestas por el gobierno, la carne aumentó 8%; el pescado subió más del 50% en un año; el Gobierno oficializó el 6% de subida del gas para los hogares; la indumentaria y los materiales para la construcción subieron más de 70% en los últimos 12 meses; el campo no descarta profundizar la protesta si se mantiene el cierre para las exportaciones de carne; y el Gobierno argentino no pagó la deuda al Club de París (2400 millones de dólares) y ya corre el plazo previo al default.

Mientras tanto, todos recuerdan lo dicho por el ministro de Economía Martín Guzmán que prometió que el 4,8% de inflación de marzo sería el nivel más alto del año. De todos modos, aunque ya se registraron dos bajas consecutivas, el descenso viene muy lento. En abril, fue 4,1% y en mayo se ubicaría en 3,8%. En los primeros cinco meses del año el acumulado ya estará cerca del 22%. «La inflación 2021 estará más cerca del 60 que del 50% y costará que en lo que queda del año se sitúe por debajo del 3,7% mensual, estimó Eduardo Fracchia, director del Área de Economía de la Escuela de Negocios de la Universidad Austral.

Atado a esta realidad, el mismo presidente Alberto Fernández ha reconocido que una de las principales deficiencias de su gestión es el aumento constante de los precios: «la inflación es un tema pendiente de resolución y trabajamos todos los días para resolverlo”.

La ineficacia de la gestión y la mala aplicación de sus propias medidas hicieron que la inflación siga sin control real. Los funcionarios están desorientados y no encuentran la solución. Hasta el momento, no entienden cómo las remarcaciones de precios aún continúan a todo ritmo.

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