Fuente: fee.org.es
Desde la salud mental hasta las sobredosis de medicamentos, algunas de las consecuencias imprevistas más evidentes de los bloqueos y las restricciones por pandemia de COVID-19 recibieron finalmente la atención de los medios de comunicación. Sin embargo, las repercusiones globales de las órdenes de bloqueo sobre los más pobres del mundo han pasado un poco desapercibidas y harán que las mencionadas consecuencias nefastas parezcan leves en comparación.
Una organización de investigación dedicada a documentar las consecuencias de las intervenciones gubernamentales en caso de pandemia, *Collateral Global, publicó en mayo un análisis que revisa la investigación sobre cómo los cierres afectarán a las perspectivas de los niños. Los resultados son asombrosos.
“La pandemia de COVID-19 y las políticas restrictivas de mitigación han obligado a millones de niños de todo el mundo a caer en la pobreza, con efectos devastadores en su acceso a la educación, la nutrición, la vivienda, el saneamiento y la probabilidad general de supervivencia”, informa el equipo de investigación de *Collateral Global.
Descubren que:
- La pobreza infantil mundial ha aumentado un 15 % hasta alcanzar los 1,200 millones de niños que viven con menos de 2 dólares al día.
- Los problemas de acceso a la atención sanitaria, las vacunas, la nutrición, etc., podrían suponer la muerte de hasta 1.2 millones de niños más antes de cumplir los cinco años.
- La enorme cantidad de entre 7 y 9.7 millones de niños que no fueron a la escuela durante la pandemia no volverán nunca.
- Hasta 100 millones de niños nunca alcanzarán el nivel básico de lectura.
Por supuesto, algunas de estas consecuencias no podrían haberse evitado debido a la pandemia. Pero -especialmente en el caso de los niños que corren un riesgo mínimo de morir a causa del COVID-19- gran parte de ellas se deben a las restricciones gubernamentales que cerraron las escuelas, limitaron el acceso a la atención sanitaria y clausuraron las economías.
Debemos sopesar estos costos tan graves con el hecho de que los estudios han demostrado que las órdenes de cierre tienen poco o ningún impacto en la propagación del COVID-19 y el hecho de que el virus se propaga en gran medida en casa. Si la población mundial hace este análisis de costos y beneficios en serio, los responsables políticos tendrán mucho que responder.