Por Rodrigo Saldarriaga – gaceta.es

Algunos manifestantes a favor del ultraizquierdista Pedro Castillo (Perú Libre) aterrorizaron Lima portando machetes -cuchillos largos usados en zonas rurales para cortar maleza o como arma blanca-, llegando a rasparlos contra el asfalto de las avenidas donde transitaban, como si estuvieran afilándolos. Ello generó alarma entre los aparatos de seguridad del Estado y las principales organizaciones políticas, que expresaron su rechazo ante lo que consideraron una exhibición de fuerza bruta e intimidación.  

La izquierda radical, empoderada por la posible victoria de Pedro Castillo –quien al 100% de las actas contabilizadas supera por 44 058 votos a Keiko Fujimori-, no solo está impaciente porque el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) proclame de una vez a su candidato como presidente electo del Perú -si bien la institución todavía deberá resolver los pedidos de nulidad y apelaciones para ofrecer un pronunciamiento oficial-, sino que ha movilizado hasta la capital peruana a todas sus bases, incluidas las rondas campesinas –patrullas rurales que se organizaron inicialmente para impedir los robos de ganado, pero que también contribuyeron a la guerra contra el terrorismo (1980-2000) ayudando a las fuerzas armadas en su combate a las hordas marxistas-leninistas de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru–.

El machete, uno de los símbolos más representativos de las rondas campesinas junto a otros elementos como el poncho y el látigo, dividió a la opinión pública durante las protestas que protagonizaron las rondas que llegaron a Lima con el propósito de mostrar su apoyo público a Castillo -nacido en Cajamarca, cuna de las rondas-, pues al tratarse de un arma blanca que fácilmente podría matar a una persona, muchos usuarios en redes sociales criticaron el uso del mismo durante una manifestación en la vía pública.

Alejandro Cavero, congresista electo de Avanza País por Lima, advirtió que el uso del machete en tenía como fin la “intimidación y amedrentamiento”, y que estaba siendo utilizado en las marchas por las calles de Lima no como un símbolo de herramienta de trabajo, como aseguraban algunos simpatizantes de izquierda, sino como arma.

“Es claro que el uso del machete en este caso es una obvia muestra de intimidación y amedrentamiento. Aquí no se trató de mostrar como herramienta de trabajo sino como arma. Es increíble como para ciertas cosas los rojos son especialistas en mirar al costado”, escribió en Twitter.

En esa misma línea también se expresó su colega de bancada, el General de División (r) del Ejército del Perú José Williams Zapata, quien fue un poco más lejos y agregó en un tuit que estas demostraciones desafiantes de parte de los manifestantes de Perú Libre son indicativos del “deterioro de la crisis política”, y que era tarea de los políticos y de las fuerzas del orden evitarlos.

La izquierda limeña, sobre todo periodistas e intelectuales, buscaron excusar el uso del machete en las protestas, asegurando que quienes criticaban su aparición en la marcha de los ronderos lo hacían por falta de “conocimiento” del país.

Así lo aseguró en redes sociales la corresponsal de El País en el Perú Jackeline Fowks, conocida por informar sesgadamente sobre la realidad nacional desde una óptica favorable a la izquierda.

En contraste, el congresista peruano César Combina le recordó que el machete había sido un arma utilizada en muchos crímenes cometidos por la organización terrorista Sendero Luminoso en el pasado. Otros internautas apoyaron a Combina resaltando que si algún uso tiene esa herramienta es para labores en el campo, y que su presencia en la ciudad no estaba justificada.

Rondas campesinas: la “justicia” donde no llega el Estado

Para el coronel (r) del Ejército del Perú, Juan Carlos Liendo, especialista en seguridad nacional, inteligencia y política internacional, las rondas campesinas no están identificadas alrededor de una ideología política particular, y su apoyo a Pedro Castillo tiene que ver más con su identificación con el perfil del candidato, de origen campesino y con propuestas antisistema.

“No es posible identificar a las rondas campesinas alrededor de un componente político o ideológico. La existencia de las rondas campesinas, así como de los comités de autodefensa en la sierra centro, sierra sur y ceja de selva, se basa en la organización de la seguridad de sus localidades. Las rondas campesinas son organizaciones autónomas de la sierra norte peruana que se crearon en los años sesenta para combatir a los abigeos. Se activaban para perseguir a los ladrones de ganado y recuperar sus animales. Así fue como se iniciaron. Posteriormente, las rondas fueron organizadas por el Ejército dentro de la estrategia contraterrorista para contribuir al esfuerzo de lucha, como milicias populares. Las rondas campesinas tienen un significativo peso en la balanza socio política en las zonas donde siguen actuando, zonas alejadas con reducida o casi nula presencia del Estado. Durante el proceso de la guerra contra el terrorismo, las rondas asumieron funciones de seguridad ciudadana local, y hasta pasan a administrar justicia local, y para ello se les da estatus y reconocimiento legal del Estado desde el año 2003. Hoy, ante la continuidad del abandono del Estado en esas zonas lejanas, las rondas son la autoridad, podríamos llamarles, de seguridad política local, e incluso tienen prácticas de sanción contra autoridades políticas a las que consideran corruptas. No necesariamente imparten justicia aplicando el sistema de leyes peruanas, sino aplicando justicia con ‘sentido común’. Han desarrollado una autonomía significativa con respectiva al Estado, por abandono de este”, explica.

“No son pacíficas las movilizaciones con objetos que puedan causar daño”

La Defensoría del Pueblo advirtió a través de sus redes sociales que una manifestación no puede considerarse pacífica si los que participan portan armas u objetos que puedan causar daño.

“No son pacíficas movilizaciones en las que las/os participantes porten o agiten armas u objetos que puedan causar daño como: listones de madera, machetes, piedras, etc. Policía debe garantizar que todas/os puedan manifestarse sin temor por su integridad personal”, publicó la institución.

Además, la Defensoría recordó que toda movilización debe desarrollarse de forma pacífica, respetando los derechos de quienes no participen en la misma y la propiedad pública y privada

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