Por Raúl Tortolero – Panampost.com
La izquierda socialista y progresista en Estados Unidos está inyectando cada vez con más fuerza la llamada Teoría Critica de la Raza (CRT, por sus siglas en inglés). Lo ha hecho desde su surgimiento académico en los años 70, apuntalada en liderazgos del Partido Demócrata que buscaban el voto de la comunidad afroamericana.
La Teoría Critica de la Raza es un enfoque que plantea que el racismo en Estados Unidos es estructural, por lo que se centra en intentar deconstruir los factores que lo propician y que supuestamente permanecen implícitos en las leyes, en la educación, y en las políticas públicas, como también en otros ámbitos de la cultura.
Ahí está el caso del jugador de futbol americano de la NFL, Colin Kaepernick, quien en protesta contra supuestos abusos racistas contra afroamericanos, se hincaba mientras era tocado el himno nacional al inicio de un partido.
Kaepernick –cercano ideológicamente al grupo supremacista negro Black Panthers Party– y pro campañas de Black Lives Matter, dio un buen ejemplo de actitud antipatriótica con gran eco en la mainstream media que socavaba culturalmente a las instituciones (el himno, la bandera, el patriotismo americano) y que no acabó con ningún racismo, pero sí con la carrera de este jugador, quien fuera abandonado antes de nacer por su padre biológico afroamericano, y adoptado luego en el seno de una familia por padres blancos.
Donald Trump combatió las protestas de Colin Kaepernick desde que iniciaron y, congruente en su nacionalismo, durante su reciente aparición en Ohio, hace unos días, mencionó incluso cómo se les está imponiendo la Teoría Crítica de la Raza a los militares en la Administración Biden, debilitándolos, y distrayéndolos –en opinión del neoyorkino y líder de MAGA–, de temas realmente importantes.
Sin duda los demócratas respaldan este absurdo adoctrinamiento woke sólo para buscar ganar simpatías entre la diversidad racial no blanca en Estados Unidos, pero el resultado es atizar el odio racial hacia gente inocente, buscar destruir la herencia republicana tachándola de racista, y dar poder a los afroamericanos pero al mismo tiempo buscar arrodillar a los blancos. Debería llamarse: “Teoría de la Venganza Racial”.
Este tipo de líneas de acción política sustentadas con facciosa argumentación académica, son una embestida más del socialismo postmarxista para sumar deconstrucciones a los valores tradicionales y subvertir más rápidamente el orden actual.
Por supuesto, sería ingenuo pensar que el Partido Comunista de China no sonríe mientras sus aliados en las universidades americanas le abren camino para alcanzar la hegemonía mundial absoluta.
Para este fin, no basta con el poderío económico y militar: la ideología es el veneno con el que se vence a la mente, lo que habilita la reestructuración social bajo “valores” ex profeso, útiles para el Gran Dragón Rojo.
La Teoría Crítica de la Raza, aunada a la muy perniciosa ideología de género, al feminismo radical, al supremacismo homosexual, y a la cultura de la cancelación, son el moho que carcome los cimientos de la democracia americana, diluye la herencia de los padres fundadores, y afloja la estamina militar y a la derecha nacionalista y patriótica.
El objetivo es normalizar e imponer el socialismo en Estados Unidos, para que China lo colonice totalmente. El método es la venganza histórica, algo típico de la izquierda progresista, deconstruir a la raza blanca, haciendo sentir a sus miembros vergüenza sólo por ser blancos, y pesar y culpabilidad por lo que habrían hecho sus antepasados.
¿Qué clase de «justicia social» es esta, según la cual los descendientes de una raza deben pagar por los supuestos pecados de sus abuelos?
Un ejemplo explícito de que estos resentidos sociales de izquierdas no buscan justicia sino venganza puede hallarse en la letra de la canción de la banda de metal industrial Ministry, intitulada, precisamente, “Antifa”, en la que se expresa que: “El ala derecha está en caída libre, Antifa viene por ti, ellos no sobrevivirán”.
El cerebro de Ministry, cabe recordar, es un cubano de nombre real Alejandro Ramírez Casas, pero con nombre artístico Al Jourgensen, apellido prestado por un esposo de su mamá. El mismo resentimiento por origen racial que Colin Kaepernick…
El socialismo y el progresismo no buscan ninguna justicia, ni equilibrio social, sino revancha y poder a través de la narrativa del victimismo.
Este revanchismo es la alegría del Partido Comunista de China, frotándose las manos y relamiéndose los bigotes ante los conflictos internos en su principal enemigo a vencer, los Estados Unidos. No dudarán en financiar lo que haga falta.
Por esto hemos escrito que el combustible de la izquierda marxista como de la progresista es el rencor con ánimos asesinos contra todo lo que les estorbe para imponer su propia hegemonía, expresado en tres frentes posmodernos: el feminismo radical, la cultura de la “diversidad sexual”, y el supremacismo negro. En el fondo se trata de tres nuevos supremacismos.
El feminismo radical prioriza en su agenda la destrucción del varón como tal, de un supuesto patriarcado (que sirve para castrar civilmente al hombre), fomentar la lucha y división entre mujeres y hombres, el impulso al aborto incluso hasta los 9 meses de embarazo, y la paridad de género –aun siendo injustificable al aplicarse sólo a puestos de alto rango–.
La cultura de la “diversidad sexual” incluye en su agenda: legalización de uniones y adopción gay, renta de vientres, apertura legal al transexualismo desde la infancia, e incluso del sexo consentido entre adultos y menores de edad.
El supremacismo negro considera en su agenda imponer una nueva hegemonía racial, como presunta compensación a abusos de la raza blanca en siglos pasados, normalizar legalmente la Teoría Crítica de la Raza como visión oficial de la historia, generar programas de apoyos económicos identitarios, basados en la raza “oprimida”, financiar a Antifa y a Black Lives Matter (que deberían ser catalogados como grupos terroristas domésticos), llevar a Kamala Harris a la presidencia, o a Michelle Obama, y retirar fondeo para cuerpos policiacos, en la lógica socialista explícita de la boricua del Bronx, Alexandria Ocasio-Cortez.
La Teoría Crítica de la Raza hace las veces de humedad y hongos en las columnas del gran edificio que es Estados Unidos, buscando derruirlas desde adentro.
Favorece directamente a China, país que pugna por la hegemonía mundial, y que para ello debe esperar ver devastados los cimientos de Estados Unidos, y subvertido su orden actual. Para ello la ideología socialista y progresista resulta muy útil.
Los representantes demócratas que defienden la Teoría Crítica de la Raza que hoy se aplica en 21 estados de la Unión, hacen las veces de tontos útiles del Partido Comunista de China, ayudándolo a coronarse ante la debilitación de las estructuras sociales de Estados Unidos, envenenadas con ideología de izquierda en la educación, la política, el arte, el mainstrean media, los negocios y las leyes.
La llamada perspectiva de género es una forma de dividir a la población y enfrentarla fomentando odio para ganar seguidores y votos. A ese enfoque debe oponerse la perspectiva de familia. No hay razones para dividir todo por género y enfrentar hombres contra mujeres.
La Teoría Crítica de la Raza va un poco en ese mismo sentido, y es otra manera de dividir a los ciudadanos enfrentándolos, pero ahora según su raza, y promoviendo la revancha histórica.
En Estados Unidos es obvio que no existe un racismo “estructural”, ya que si lo hubiera sería imposible que Barack Obama hubiera llegado al cargo más importante de representación popular siendo afroamericano.
Puede haber racismo de parte de una persona hacia otra, en cualquier momento, y puede haber zonas con poblaciones un poco más homogéneas y por tanto cerradas, y en la otra mano ciudades sumamente cosmopolitas, como Nueva York.
Pero no hay un racismo “estructural” o “sistémico” de ninguna manera. Y esto queda claro en la política, como en la música, y en el deporte. No hay obstáculo alguno para alcanzar puestos, fama, dinero o reconocimiento social.
Finalmente, cabe destacar que el racismo, por supuesto, se trata del sentimiento de superioridad de una raza por encima de cualquier otra. No como afirma la delirante Teoría Crítica de la Raza, según la cual el racismo sólo ocurre cuando se ejerce por parte de los blancos hacia otras razas.
La racionalidad detrás de tal narrativa es socialista y sólo intenta minar a las instituciones para implantar esa “igualdad” social donde los “oprimidos” valen más que los demás, y todos deben ahora arrodillarse ante ellos.
Todos los que somos de derecha, conservadores, no podemos permitir estos lances de socialistas y progresistas, los tontos útiles del Partido Comunista de China.