Por Oriana Rivas – Panampost.com
Las relaciones entre Rusia y China no solo se limitan a acuerdos políticos o económicos. El estrecho lazo que han cultivado durante años está trascendiendo a nuevos niveles, llevándolos incluso a amenazar a otro países sin ningún tipo de disimulo. En este sentido, ambas naciones estarían coordinando un ataque sorpresa contra Taiwán y Hawái, según la advertencia del ministro de Estado de Defensa de Japón.
El llamado de atención de Yasuhide Nakayama tiene fundamentos. A mediados de junio Rusia anunció sus mayores ejercicios militares en el océano Pacífico desde el final de la Guerra Fría. Tuvo la participación de 20 buques de guerra y submarinos cerca de Hawái, provocando la respuesta de EE. UU. con el envío aviones de caza F-22 Raptor. Los movimientos comenzaron días antes a la reunión entre Vladimir Putin y Joe Biden, la cual dejó ver varias tensiones y pocos avances.
El nuevo plan entre China y Rusia podría asemejarse, según el ministro japonés, al ataque a Pearl Harbor en Hawái, ocurrido en la mañana del 7 de diciembre de 1941. Aunque tendría una marcada diferencia: Esta vez no sería Japón el que aseste el duro golpe contra EE. UU.
«Tenemos que poner un freno no solo a China, sino también a los rusos, porque, como les dije, están haciendo sus ejercicios juntos», dijo el funcionario durante una ponencia en el Instituto Hudson, indicó Washington Examiner. Para hacerlo, pidió «despertar» y proteger la isla «como un país democrático».
El oscuro episodio de Pearl Harbor
No es una hipótesis descabellada comparar el actual asedio chino y ruso con otro hipotético ataque a Pearl Harbor. Sobre todo teniendo en cuenta que China quiere anexar a Taiwán desde hace más de 60 años. Algo a lo que EE. UU. se opone. Para Xi Jinping la nación insular —llamada República de China— es solo una provincia rebelde.
El objetivo de Japón en 1941 fue hundir la flota estadounidense del Pacífico para proteger su avance sobre Oceanía y el Sudeste Asiático. Una vez allí, obtendrían recursos petroleros y ejecutarían acciones militares. Más de 350 aeronaves japoneses atacaron la base en Pearl Harbor, provocando la muerte de más de 2400 estadounidenses y más de 60 bajas militares del lado nipón. EE. UU. declaraba la guerra un día después.
Luego se desencadenó un conflicto mayor. Los aliados de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Alemania e Italia, declararon la guerra a EE. UU. Esto, terminó se impulsar su entrada a la guerra.
Son datos históricos que ayudan a entender la magnitud de la comparación hecha por el ministro Nakayama. En las mismas declaraciones ofrecidas al Instituto Hudson añadió que Japón y Taiwán están geográficamente cerca. Si algo sucediera en Taiwán afectaría a la prefectura japonesa de Okinawa, donde tienen su base las fuerzas estadounidenses y sus familias, replicó Reuters.
Las advertencias de funcionarios estadounidenses
Ambas naciones han realizado ejercicios militares recientes en otras partes del mundo. En febrero pasado, junto a Irán, ejecutaron ejercicios en Océano Índico; al mismo tiempo EE. UU. hacia lo mismo con Australia y Japón en Guam. En junio, China aumentó la presión con la incursión de 28 aviones de combate en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) taiwanesa.
Las continuas tensiones han sido reconocidas por militares estadounidenses. El almirante Philip Scott Davidson, del Comando Indo-Pacífico, advirtió en marzo que EE. UU. tiene cinco años para evitar que China se apodere de Taiwán. Afirmó que el comunismo chino ha fortalecido sus fuerzas armadas más que cualquier otra nación del planeta a lo largo de este siglo y que el equilibrio militar en la región Indo-Pacífico se está volviendo «más desfavorable» para el ejército estadounidense y sus aliados.
Por su parte, el jefe del Comando Central (CENTCOM), general Kenneth McKenzie, aseguró que EE. UU se enfrenta a una competencia cada vez mayor por parte de Rusia y China en la región de Medio Oriente. «Aprovechan su proximidad a la región, sus relaciones históricas y la percepción de un declive en el compromiso de Estados Unidos para establecer y fortalecer relaciones oportunistas», fueron sus palabras de acuerdo al portal El Litoral.
A esto se suma el expansionismo iraní. Las acciones del país controlado por ayatolá Alí Jamenei representan el «motor de inestabilidad más desafiante» en el área de responsabilidad del CENTCOM de EE. UU. En el Medio Oriente.
La ambigua posición de Biden
Oficialmente las relaciones de EE. UU. son con la China comunista. Una resolución de la ONU de 1971 determinó que dicho gobierno sería la autoridad legítima de una única China.
Pero EE. UU. ha establecido relaciones con Taipéi vendiendo armas y proveyendo barcos y soldados para la protección de su soberanía. Recién llegado a la presidencia, Joe Biden ordenó el envío del portaaviones USS Theodore Roosevelt al Mar de China Meridional, esto desató las molestias de Pekín. Sin embargo, no pasó a mayores.
Aunque el gesto fue un mensaje de apoyo a Taiwán, hay otras decisiones cuestionadas por mostrar ciertas flexibilidad a las dictaduras de Oriente. Días después el Gobierno demócrata anunciaba la retirada del portaaviones USS Nimitz de la zona al mando del CENTCOM como una posible señal de paz hacia Irán.
A la par, EE. UU. está negociando su regreso al pacto nuclear que aseguraría a Teherán el acceso a numerosas fuentes de financiamiento tras el relajamiento de sanciones. Lo que podría traer graves consecuencias para Occidente.