Por Santiago Las Heras – La Gaceta de la Iberoesfera
“Argentina reafirma una vez más que ‘nadie se salva solo’ y que un Mercosur de corazón solidario es la nave insignia de su estrategia de integración”, advirtió Alberto Fernández a la decisión de Uruguay de firmar acuerdos comerciales fuera del Mercosur. Con esta postura, el mandatario argentino decidió agravar aún más las diferencias geopolíticas que lo separan de Brasil y Uruguay.
En la previa de la reunión Cumbre del Mercosur, que se desarrolló virtualmente y que tenía como objetivo protocolar que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, asumiera la presidencia ‘pro tempore’ del bloque regional, Uruguay anunció que “iniciará negociaciones con otros países para negociar acuerdos comerciales extrazona”.
En la anterior cumbre, Alberto Fernández tuvo un fuerte cruce con el presidente de Uruguay, Alberto Lacalle Pou, quien había dicho: «El Mercosur no debe ser un lastre, no estamos dispuestos a que sea un corset». La respuesta del presidente argentino fue más cruda y contundente aún: «No somos lastre de nadie, es un honor ser parte del Mercosur. Si somos un lastre, que tomen otro barco».
Hasta aquí el Gobierno argentino apenas pudo mantener el control de la presidencia ‘pro tempore’ del Mercado Común del Sur (Mercosur). En su gestión, no logró resolver los dos temas más importantes de la agenda: la reducción del Arancel Externo Común (AEC) y la desregulación de las negociaciones externas.
Alberto Fernández fue el encargado de abrir el encuentro y el primero en brindar un discurso, de manera remota, desde la Casa Rosada: “Es a través de más integración regional que estaremos en mejores condiciones de producir, comerciar, negociar y competir”, planteó el jefe de Estado sin hacer mención puntual al anuncio del Gobierno de Luis Lacalle Pou.
La transmisión oficial sólo permitió apreciar el discurso del mandatario argentino ya que se decidió interrumpir y cortar la emisión de los mensajes del resto de los presidentes participantes de la Cumbre.
“Tenemos la responsabilidad histórica de fortalecer el Mercosur frente a la crisis del COVID-19, que aceleró de modo exponencial las transformaciones mundiales en marcha. Se reorganizan las cadenas globales de valor, con un comercio mundial más influenciado por consideraciones geopolíticas y de seguridad nacional. Y se hacen intentos, no siempre exitosos, de revivir el multilateralismo. El resultado de estos procesos no será necesariamente el de una reversión de la globalización, sino el de una economía mundial más regionalizada”, arengó Alberto Fernández.
Sobre el reiterado pedido de “flexibilizar” el bloque regional, el mandatario expresó que “las negociaciones deben iniciarse y concluirse de manera conjunta”, y que “cualquier propuesta debe estar basada en la regla del consenso”.
“Las divisiones de América Latina sólo pueden fomentar debilidad, fragmentación, polarización, disgregación de energías comunitarias y fisuras de proyectos grandes y generosos. Solos, alimentaremos el espejismo de una vana prosperidad”, advirtió.
Mientras los líderes del grupo escuchaban la conferencia del Alberto Fernández, en un momento de su discurso, cuando la cámara oficial que trasmitió el evento mostró a los asistentes a la videoconferencia, se vio al mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, hacer un gesto como de cansancio, un bostezo, justo cuando Fernández afirmaba que “el consenso” era la columna vertebral del bloque.
En su turno, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, habló en la reunión de jefes de Estado luego de la decisión de su país de firmar acuerdos comerciales por fuera del bloque. “El mundo va muy rápido y Uruguay va para allá, ojalá vayamos todos juntos”, reclamó.
Antes de finalizar, Jair Bolsonaro aprovechó la ocasión para calentar la previa de la final de la Copa América que disputarán Argentina y Brasil este sábado pronosticando que «su selección ganará por 5 a 0 a la albiceleste».
El Mercosur agrupa a más de 300 millones de habitantes y es la quinta economía del mundo, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), con un territorio de más de 14 millones de kilómetros cuadrados.
Lamentablemente, en estos tiempos la realidad demuestra que la implosión interna ocasionada dentro de la Cumbre del Mercosur parece haber dejado de lado los principales fundamentos que permitieron su creación hace ya 30 años.