Fuente: SOTT
A pesar de la prohibición de los gases que deterioran la capa de ozono (como los refrigerantes CFC y HCFC) y de los recientes informes que indican que el agujero de la capa de ozono está reduciéndose, un nuevo estudio de un equipo internacional de científicos afirma que el calentamiento global está provocando un aumento de la pérdida de ozono.
La investigación sostiene que las temperaturas invernales extremadamente bajas en lo alto de la atmósfera sobre el Ártico son cada vez más frecuentes y extremas debido a los patrones climáticos asociados al calentamiento global.
En un ejemplo perfecto de lo que George Orwell llamó Doblepensar, el partido del Calentamiento Global Antropogénico está afirmando que el “calentamiento” global también puede significar “enfriamiento” global, es decir, que las emisiones de CO2 de ustedes (o sea, la existencia de ustedes) son responsables de TODO lo relacionado con el clima; incluso el marcado enfriamiento que hemos presenciado desde 2016.
El documento prosigue al afirmar que estas temperaturas extremadamente bajas estarían produciendo reacciones con las sustancias químicas restantes que deterioran la capa de ozono, a su vez provocando mayores pérdidas de ozono.
El nuevo estudio, realizado por la UMD, el Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina del Instituto Alfred Wegener y el Instituto Meteorológico de Finlandia, se ha publicado en la revista Nature Communications.
Ross Salawitch, profesor del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la UMD, del Departamento de Química y Bioquímica y del Centro Interdisciplinario de Ciencias del Sistema Terrestre, dijo:
“Estamos en una especie de carrera entre la lenta y constante disminución de los CFC, que tardan entre 50 y 100 años en desaparecer, y el cambio climático, que está provocando que las temperaturas extremas del vórtice polar se vuelvan más frías a un ritmo rápido.
“Las temperaturas cada vez más frías”, continúa Salawitch, “crean condiciones que favorecen el agotamiento del ozono por los CFC. Así que, aunque estos compuestos estén desapareciendo poco a poco, el agotamiento del ozono en el Ártico va en aumento a medida que cambia el clima”.
Los nuevos datos del estudio mostraron que en 2020 se produjeron las temperaturas más frías del vórtice polar del Ártico y las mayores pérdidas de ozono registradas, superando los récords anteriores establecidos hace nueve años, en 2011(es muy probable que haya algún tipo de correlación con el mínimo solar, aunque los investigadores no se atreven a tocar la posibilidad de que un fenómeno natural pueda estar detrás de sus hallazgos).
Comentario: Esto no sólo es muy probable, sino que el sol es el principal factor que influye en el clima de la tierra y de todos los demás planetas del sistema solar.
Según estos científicos, el cloro no suele ser reactivo dentro del vórtice polar ártico, pero las nubes proporcionan las condiciones adecuadas para que el cloro cambie de forma y reaccione con el bromo y la luz solar para destruir el ozono.
El caso también es similar por encima de la Antártida.
El programa de observación de la Tierra de la Unión Europea anunció a finales de 2020 que el agujero de ozono sobre la Antártida se había ampliado hasta alcanzar su mayor tamaño y su nivel más profundo en al menos 15 años, con lo que se ha convertido el más notable jamás registrado.
Clare Nullis, de la OMM [Organización Meteorológica Mundial.-NdT], que promueve la teoría del calentamiento, explica que el agujero de la capa de ozono comienza a expandirse cada mes de agosto -al comienzo de la primavera antártica- y alcanza su punto álgido hacia octubre.
“El aire ha estado por debajo de los 78 grados centígrados bajo cero, y esta es la temperatura que se necesita para formar nubes estratosféricas, y este es un proceso bastante complejo”, dijo Nullis en una sesión informativa de la ONU en octubre de 2020.
“El hielo de estas nubes provoca una reacción que puede destruir el ozono. Por eso estamos viendo el gran agujero de ozono este año”.
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Pero estos resultados contradicen el absurdo consenso de que el calentamiento global está causando el enfriamiento global, y de nuevo van en contra de la llamada “ciencia” que respalda el acuerdo internacional (el Protocolo de Montreal) ideado para eliminar gradualmente las sustancias que desgastan la capa de ozono (los ODS, por sus siglas en inglés), como los refrigerantes CFC y HCFC.
Los ODS han ido disminuyendo desde su pico en el año 2000 (mostrado abajo), y los agujeros que crecen sobre los polos más de dos décadas después muestran que la correlación entre los ODS y el ozono no existe. Sencillamente, no es posible que la reducción de los ODS tenga de repente un impacto sin precedentes en la capa de ozono. No, aquí el mecanismo parece ser natural, y probablemente asociado de alguna manera con la actividad solar históricamente baja que la Tierra ha estado experimentando durante la última década o más.
Estos resultados también confirman lo que la NASA lleva diciendo desde hace años: que la atmósfera superior se está enfriando.
Comentario: Al mismo tiempo, la rotación de la Tierra y de otros planetas de nuestro sistema solar se está ralentizando. Esa es la causa del aumento de la actividad sísmica y del calentamiento del planeta desde su interior.
Si queremos resolver el rompecabezas del cambio climático en la Tierra y en otros planetas de nuestro sistema solar, debemos responder a algunas preguntas cruciales.
¿Qué es lo que ralentiza la rotación de los planetas de nuestro sistema solar?
¿Por qué la actividad del sol es tan débil y por qué la actividad de los meteoros y cometas ha aumentado en la última década? ¿Está todo esto relacionado y podría ser un ciclo natural, y no un “cambio climático” provocado por el hombre?
La formación del ozono estratosférico se inicia por la radiación ultravioleta (UV) procedente del Sol.
En consecuencia, el aumento de la radiación solar incrementa la cantidad de ozono en la atmósfera terrestre.
La emisión de radiación del Sol y el número de manchas solares varían a lo largo del bien documentado ciclo solar de 11 años. Las observaciones realizadas a lo largo de varios ciclos solares desde la década de 1960 muestran que los niveles globales de ozono total varían entre un 1% y un 2 % entre el máximo y el mínimo de un ciclo típico.
Sin embargo, los niveles totales de ozono “globales” no son necesariamente lo que nos interesa aquí. La evidencia sugiere que el desgaste del ozono durante las épocas de baja actividad solar es mucho mayor por encima de los polos que en el resto del planeta. Este es un fenómeno que estamos viendo hoy en día, tanto en la Antártida como en el Ártico.
Esta podría ser la verdadera causa de la amplificación polar.
Por supuesto, a los alarmistas del clima les encanta afirmar que el CO2 está calentando el Ártico de forma desproporcionada, pero no tienen ningún mecanismo sobre el que estén de acuerdo acerca de cómo podría ocurrir esto.
Es una fantasía.
Por otro lado, la correlación positiva entre la disminución de la actividad solar y el debilitamiento del ozono sobre el Ártico encaja muy bien, al igual que la correlación negativa entre el debilitamiento del ozono y el aumento de las temperaturas superficiales.
Hay otra fuerza clave que hay que tener en cuenta en todo esto, y es la de las erupciones volcánicas.
Las erupciones volcánicas explosivas inyectan gases de azufre directamente en la estratosfera, provocando la formación de nuevas partículas de sulfato. Las partículas se forman inicialmente en la estratosfera situada a sotavento del volcán y luego se extienden por todo el hemisferio o por todo el mundo a medida que el aire es transportado por los vientos estratosféricos.
Un método para detectar la presencia de partículas volcánicas en la estratosfera utiliza las observaciones de la transmisión de la radiación solar a través de la atmósfera. Cuando se forman grandes cantidades de nuevas partículas en la estratosfera en una región extensa, la transmisión solar se reduce de forma apreciable (al igual que las temperaturas terrestres).
Las erupciones del Monte Agung (1963), El Chichón (1982) y el Monte Pinatubo (1991) son los ejemplos más recientes de inyecciones de azufre que redujeron temporalmente la transmisión solar. La erupción volcánica del Calbuco en Chile (2015) es otro ejemplo: esta inyección estratosférica contribuyó a aumentar el tamaño del agujero de ozono en 2015:
En su tamaño máximo, el agujero de 2015 fue el cuarto más grande jamás observado. Se situó en el 15% más alto en cuanto a la cantidad total de ozono destruido. Solo 2006, 1998, 2001 y 1999 tuvieron más destrucción de ozono, mientras que otros años recientes (2013, 2014 y 2016) se situaron cerca de la mitad del rango observado.
El agujero de 2020 parece incluso mayor que el de 2015, lo que indica claramente que otros factores, además de los ODS, son clave para el agotamiento del ozono por encima de los polos, a saber, ¡sorpresa!, la actividad solar y volcánica.
Desgraciadamente, la ONU y su fraudulenta sucursal (la OMM) siguen encadenados al Protocolo de Montreal.
Clare Nullis concluye que, a pesar de la expansión de estos agujeros, los expertos siguen creyendo que la capa de ozono se está recuperando lentamente tras la adopción del acuerdo en 1987, e insta a los países a que se atengan a las medidas, citando proyecciones climáticas que indican que la capa de ozono volverá a los niveles de 1980 en 2060.
Deben pensar que somos idiotas; pero a mí me preocupa que, como colectivo, lo seamos.
“Si quieres una visión del futuro, imagina una bota estampándose en un rostro humano, por siempre.”
― George Orwell, 1984