Por Ruzhi – Minghui

Zhang Yue fue el primer ministro durante la era Kaiyuan bajo el reinado del emperador Xuanzong de Tang. Era conocido por tener una sabiduría única respecto al dinero, que expresó lacónicamente en “Qian Ben Cao”, un artículo de poco más de 200 caracteres.

La pieza central del artículo era una analogía en la que Zhang compara el dinero con la medicina, ya que ambos son “dulces, calientes y venenosos”. Sostiene que el dinero “sabe dulce” porque es lo que nos da una vida agradable. Se convierte en comida deliciosa, ropa cómoda y una casa que nos protege del viento y la lluvia. Debido a este “sabor dulce”, a todo el mundo le gusta y lo persigue.

Sin embargo, su naturaleza es “demasiado caliente” y puede hacer que la gente se obsesione fácilmente. Si una persona se vuelve loca por el dinero y se centra en ganarlo, se “envenena”. En casos graves, puede llevar a una persona directamente a la tumba.

Entonces, ¿cómo debe la gente utilizar esta medicina -el dinero- de forma adecuada? Zhang Yue ofreció a la gente siete enfoques, ejemplificados en siete historias a continuación.

Relato 1 – El Dao: siguiendo la ley natural de la circulación del dinero

Hace más de dos mil años hubo un hombre extraordinario llamado Fan Li. Pasó más de veinte años ayudando a Goujian, el rey de Yue, a vengar la humillación que el pueblo de Yue sufrió como rehén en el estado de Wu. Tras una victoria decisiva sobre los Wu, Fan Li rechazó todas las recompensas y el rango que le ofrecía Goujian por su destacado servicio y contribución al renacimiento de Yue. Se marchó con su esposa y se fue a vivir al estado de Qi.

Más tarde, inició un negocio desde cero, que resultó ser muy exitoso. Fan Li pronto se convirtió en una leyenda por su fabuloso éxito en los negocios. Su sabiduría pronto hizo que el rey de Qi lo nombrara primer ministro. Sin embargo, rechazó el sello oficial, repartió toda su riqueza y trasladó a su familia a Taodi, donde inició otro negocio.

En los siguientes 19 años, acumuló abundantes riquezas gracias a sus negocios y, sin embargo, regaló su dinero una y otra vez, sin mostrar ningún interés en acumular riqueza o poder.

Fan Li fue venerado como el “Sabio de los comerciantes” por las generaciones posteriores. Para él, el estatus y la riqueza eran cosas de las que se podía prescindir en cualquier momento. Consideraba que la pérdida y la ganancia eran recíprocas entre sí: solo cuando uno está dispuesto a desprenderse del dinero, podrá obtenerlo.

Por poner otro ejemplo, Im Sang-ok, el comerciante más rico de la Corea del siglo XIX, no dejó ninguna riqueza, ya que a su muerte donó todos sus bienes y dinero al país.

El dinero en sí se utiliza para su circulación dentro de la sociedad para servir a la sociedad. Se toma del pueblo para usarlo en favor del pueblo. Al permitir que vuelva a la sociedad, fluye como el agua, proporcionando sustento y vitalidad en su ciclo interminable.

Relato 2 – Virtud: no tratar el dinero como un tesoro

Había un comerciante de grano en la antigua China llamado Li Jue. Siempre dejaba que sus clientes pesaran por sí mismos el grano que compraban y pagaran de acuerdo con ese peso. Con el tiempo, se convirtió en inmortal, gracias a su virtud acumulada.

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Venía de Jiangyang, en Guangling, una ciudad en la que su familia había vivido durante generaciones, con un negocio familiar de venta de grano.

Li Jue era muy diferente a sus homólogos y tenía un temperamento digno y cauteloso. Cuando tenía quince años, su padre se fue a otro lugar y le confió el negocio familiar.

Cuando los clientes venían a comprar grano, Li Jue entregaba las herramientas de pesaje al cliente y le dejaba determinar los pesos por sí mismo.

En lugar de cambiar el precio según el valor del grano en el mercado, Li Jue siempre marcaba un precio bajo, y solo obtenía dos céntimos de beneficio por cada dou (cubo de madera para medir el grano; un dou podía contener unos 7 kilos de grano) para cuidar de sus padres. Sorprendentemente, años después, su familia se convirtió en una familia acomodada, sin preocupaciones por la comida ni la ropa.

A su padre le pareció bastante extraño y le preguntó cómo había conseguido su éxito. Le contó a su padre lo que había estado haciendo. Su padre se sorprendió aún más.

“Todos mis compañeros en el negocio utilizan un dou grande cuando compran grano y uno más pequeño cuando lo venden, y han obtenido muchos beneficios de esta manera”, dijo su padre. “Aunque los funcionarios del gobierno comprueban el tamaño del dou dos veces al año, en primavera y otoño, mucha gente sigue engañando al sistema de esta manera”.

“Siempre he utilizado el mismo tamaño de dou para la compra y la venta, y pensaba que estaba haciendo lo correcto. Lo haces aún mejor al dejar que los clientes pesen su propia compra, y aun así te las arreglas para ganarte bien la vida. ¿Quizás los dioses se están ocupando de ti?”.

Li Jue vivió más de 100 años y se mantuvo muy saludable. Una noche falleció en paz. Tres días después, su familia oyó un crujido en su ataúd; vieron el cuerpo de Li Jue ascender al Cielo para unirse a los inmortales.

Relato 3 – La rectitud: tomando las decisiones adecuadas

A mediados de la dinastía Ming había un hombre apellidado Zhou, que era honesto y recto. Era de una familia humilde y vivía en una casa alquilada.

Un día, su mujer encontró dos lingotes de plata bajo los ladrillos de la estufa y se sintió muy feliz. Pero Zhou dijo: “Esta es una riqueza mal habida, ¿cómo podemos tomarla para nosotros?”.

Luego tomó un pincel para escribir y escribió en los lingotes de plata: “Si me perteneces, ven a mí de una manera digna”.

Tomó los lingotes de plata y salió. Se subió a una barca, y cuando esta navegó hasta la mitad del río, tiró los lingotes al río y volvió a casa.

Cuando el barquero vio lo que Zhou hizo con los lingotes, tuvo un pensamiento codicioso y pidió a un pescador que se los buscara. Después de que el pescador los sacara del agua, escondió los lingotes y mintió al barquero sobre la imposibilidad de encontrarlos. El barquero no le creyó y ambos discutieron. Al final, el caso fue llevado a la oficina del magistrado local.

Ambos mintieron al principio, pero más tarde confesaron cuando el prefecto trató de llegar al fondo del asunto. El pescador sacó los lingotes de donde los había escondido bajo la escolta de los guardias del magistrado. Al ver las palabras en los lingotes, el prefecto ordenó que los lingotes se guardaran en el tesoro.

Ese otoño, Zhou aprobó el examen civil provincial. Como de costumbre, el prefecto organizó un banquete para los candidatos aprobados, y se colocaron lingotes de plata delante de cada uno de ellos. Para sorpresa de Zhou, los dos lingotes de plata colocados frente a él eran los que había arrojado anteriormente al río, ya que las palabras que había escrito aún eran claramente visibles. Más tarde, Zhou también tuvo éxito en el examen imperial.

Hay un proverbio que dice “si bien un caballero ama el dinero, solo lo obtiene de manera adecuada”.

Lo que Zhou hizo fue la elección inevitable de un caballero. Su continuado éxito en los exámenes oficiales podría ser una bendición del Cielo por su honestidad y comportamiento recto.

En el libro Lüshi-Chunqiu, hay una historia de este tipo sobre Zigong (un estudiante de Confucio) que liberó a un esclavo tomado del estado de Lu.

Una ley del estado de Lu establecía que cualquiera que pagara por la libertad de un ciudadano esclavizado de Lu podía ser reembolsado por el tesoro.

En una ocasión, Zigong rescató a un ciudadano de Lu en otro estado. A su regreso, se negó a que se le reembolsara el rescate que había pagado, por considerar que si uno busca recompensa por una buena acción que ha realizado, daría lugar a que se hicieran buenos actos en beneficio propio y se establecería una norma social negativa.

(Continuara)

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