Fuente: La Tribuna del País Vasco

La cofundadora del movimiento de extrema-izquierda Black Lives
Matter (BLM), Alicia Garza, obtuvo financiación del Partido Comunista
Chino para sufragar sus acciones de presión en Estados Unidos.
Concretamente, la asociación Black Futures Lab, puesta en marcha por
Garza y que sirve de matriz e impulso del BLM, pide ayudas económicas desde su página web y estos apoyos son recibidos y gestionados por una denominada Asociación Progresista China (CPA, en sus siglas en inglés).

Black Futures Lab se define a sí misma como “una organización que
transforma a las comunidades negras en distritos electorales que cambian la forma en que opera el poder, a nivel local, estatal y nacional. Los problemas que enfrentan nuestras comunidades son complejos: las soluciones requieren experimentación, innovación y poder político”.

La CPA, por su parte, se fundó en San Francisco a principios de la década de los setenta del pasado siglo XX y sigue siendo socio de la República Popular China. Un documento de la Universidad de Stanford de 2009 documentaba los vínculos marxistas de esta organización, asegurando que “la CPA comenzó como una organización izquierdista a favor de la República Popular China, que promovía la conciencia del pensamiento revolucionario de China continental y los derechos de los trabajadores, y se dedicaba a la
autodeterminación, el control comunitario, y a ‘servir a la gente’”

El grupo BLM, que ha sido elogiado con frecuencia por los medios de comunicación estatales de China siempre en manos del Partido Comunista gobernante, continuó apoyando al régimen desde que se publicó el documento. De hecho, actualmente la CPA se ha asociado con la República Popular de China para ayudar a los ciudadanos chinos a renovar sus pasaportes, y ha patrocinado el izamiento de la bandera de China sobre el Ayuntamiento de Boston para “honrar” la toma de China por el Partido Comunista.

Según informa The Washington Examiner, Lydia Lowe, cofundadora
de CPA, escribió en un ensayo que tenía la esperanza de que los asiáticos pudieran desempeñar un papel fundamental en la elaboración de una “estrategia revolucionaria” que alumbraría en Estados Unidos una “sociedad fundamentalmente diferente”.

Los líderes más destacados del BLM han admitido abiertamente seguir una agenda marxista, incluida la también cofundadora Patrisse Cullors, quien dijo en una entrevista de 2015 que el grupo está dirigido por “marxistas entrenados”. Por su parte, explicó Garza en un Foro Internacional contra el libre mercado, “no es posible que surja un mundo donde las vidas de los negros importan si es bajo el capitalismo, y no es posible abolir el capitalismo sin una lucha contra la opresión nacional”.

“BLM es un grupo terrorista que ataca violentamente a cualquiera que ejerza su derecho a la libertad de expresión y de reunión, negocios y hogares, y a personas que comen en restaurantes”, tuiteó recientemente el autor conservador y reconocido presentador de radio Mark Levin en respuesta a la violencia que ha estallado en Estados Unidos bajo el estandarte del Black Lives Matter. “Es una operación marxista con un ejército de camisas pardas”.

Varios comentaristas negros destacados en el panorama de los medios se han hecho eco de sentimientos similares, incluyendo al columnista deportivo Jason Whitlock, al activista conservador Niger Innis y el ex back defensivo de la NFL Burgess Owens.

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