Por Gabriela Moreno – Panampost.com

Estrechando las manos e intereses comunes con el régimen comunista chino está el candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo, en nombre del poder Ejecutivo, cuando el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) aún no emite los resultados oficiales de la segunda vuelta presidencial, en la que compitió con la líder de Fuerza Popular, Keiko Fujimori.

Desde su cuenta en Twitter, Castillo compartió imágenes de su visita para “priorizar lazos de hermandad y cooperación” con el embajador de China en Perú, Liang Yu, en la sede diplomática ubicada en el distrito de San Isidro.

El maestro izquierdista teje una red de apoyo anticipada, considerando que el vocero del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Luis Alberto Sánchez, asegura que el pleno y todas sus dependencias tienen como meta institucional anunciar al “presidente o presidenta” antes del 28 de julio.

De hecho, la institución aclara en un mensaje en Twitter que hasta ahora se desconoce a quién atribuirán la victoria del balotaje del 6 de junio.

Pero antes de la fecha, el Frente Nacional por la Democracia y Gobernabilidad anunció tres marchas nacionales para exigir la proclamación de Castillo. La primera se efectuará este 17 de julio, la siguiente el 20 y la última el 24, según divulgó Yuri Castro, secretaria general de Perú Libre en Lima.

¿Complicidad comunista?

Este encuentro no es sólo diplomacia sino la continuidad de las pretensiones geopolíticas de la nación asiática en el territorio inca, que la encargada de negocios de la embajada China en el Perú, Li Yun, reveló en febrero cuando aseguró que el régimen comunista está “dispuesto a profundizar la cooperación y la inversión pospandemia” para llevarlas de los sectores tradicionales como minería, industria y petróleo al campo de construcción de infraestructura y nuevas tecnologías con el 5G e inteligencia artificial.

Pekín avanza en ello. Y Castillo le abre aún más las puertas para expandir el Tratado de Libre Comercio (TLC) que entre ambas naciones empujó los negocios de los comunistas de 4000 millones de dólares a 16000 millones desde 2009 hasta la fecha.

El problema detrás de esa cuadruplicación comercial es el “dominio relativo de empresas chinas en sectores estratégicos que resultará en cierto grado de influencia sobre la formulación de políticas a nivel gubernamental», sostiene BBC Mundo.

Y para ello, en un eventual gobierno de Castillo, el dirigente izquierdista será decisivo para los planes de Xi Jinping porque “si estas inversiones son cooptadas por líderes con tendencias autoritarias, pueden tener implicaciones negativas sobre las libertades civiles y la gobernabilidad democrática».

Intereses detrás

Hay tres pilares de la creciente actividad china en la región. El comercio y las inversiones en sectores estratégicos son dos –que ya se vienen dando desde hace algunos años– y el tercero –más reciente– corresponde a los acuerdos de investigación y desarrollo, principalmente en el área farmacéutica derivado de la pandemia.

Con ellos se prevé que para 2035 el régimen de Xi Jinping dominará entre 15 % y 24 % del total del comercio regional, según estima un informe de Atlantic Council, centro de estudios con sede en Washington.

El informe analiza diferentes escenarios y, en el primero y más conservador, se calcula que el comercio entre China y América Latina y el Caribe sobrepasará los USD 700.000 millones para 2035, más del doble que las cifras de 2020.

La Comunidad Andina de Naciones (CAN) contribuye a ese escenario y se alinea a los pasos de la  Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para convertirse también en interlocutor de Pekín.

En mayo impulsó la gira de una delegación china por Perú, Colombia, Ecuador y Venezuela con el seminario «Oportunidades de Negocios CAN/China», vociferando las ventajas y potencialidades de los respectivos mercados.

El vicepresidente del Consejo Chino para el Fomento del Comercio Internacional (CCPIT), Liu Wenjie, –entidad promotora de la gira– se encargó de plantear que los empresarios chinos están interesados en comprar productos como aluminio, alambres y cables de cobre, maderas, café, aceite de pescado, minerales de hierro, acero, fertilizantes, cereales y productos químicos a cambio de la exportación de medicina tradicional, tela sintética, juguetes, máquinas de procesamiento de cereales, estructuras metálicas, productos de uranio, herramientas, automóviles, motocicletas, relojes, entre otros. Negocios redondos y estratégicos para China que necesita en el poder a un maestro comunista sin experiencia ni conocimientos básicos de economía.

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