Por Oriana Rivas – Panampost

La situación en el país más pobre de América empeoró desde la madrugada del 7 de julio. La estabilidad tras el magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moise, aún no llega a la pequeña nación caribeña, mientras, la policía continúa interrogando a los implicados. Pero poco se ha hablado de lo que pasó durante esos minutos en la residencia. La incertidumbre y la angustia invadieron al mandatario y a su familia.

Los primeros disparos lo alertaron. De inmediato procedió a llamar por teléfono al comisionado divisional, Jean Laguel Civil, según la declaración del funcionario firmada ante el juez adjunto de paz de Pétion-Ville, Charles Henry Destin. El comisionado luego se comunicó con Dimitri Hérard, comandante de la Unidad General de Seguridad del Palacio Nacional (USGPN) y con Paul Eddy Amazan, comandante del Equipo de Contraataque (CAT Team, en inglés), responsable de dar apoyo al presidente y responder en casos de ataque.

Mientras tanto, los atacantes avanzaban sin que hubiera resistencia de seguridad, un hecho que las autoridades están examinando. Los asesinos tomaron la primera escalera y luego la segunda, accediendo al primer nivel. La cerradura de la puerta que daba acceso a la sala de estar fue arrancada y arrojada al suelo. En el segundo nivel, en el dormitorio, el presidente Moise recibió 12 disparos, relató una nota reciente de Le Nouvelliste.

“Están disparando junto a la casa”, fueron las palabras del presidente de Haití en su primera llamada telefónica durante el ataque, según testimonios recogidos por el Miami Herald. Un vecino de la zona relató que se escondió debajo de su cama para escapar del sonido de los disparos mientras miraba su teléfono para ver la hora. Era la 1:30 de la mañana. Lo que ocurrió minutos después incluyó robos en la residencia presidencial, disparos a su esposa y el terror que vivieron sus hijos que lograron esconderse.

Crueldad y saqueos en la casa presidencial

“La oficina y el dormitorio del presidente fueron saqueados. Lo encontramos acostado boca arriba», indicó el informe judicial elaborado por el juez Charles Henry Destin. La autopsia indicó detalles atroces: múltiples agujeros y no tenía el ojo izquierdo. En su habitación fue hallado un envase de gas lacrimógeno.

Los cables eléctricos de las cámaras de seguridad fueron cortados por los atacantes. Sobre un escritorio hallaron el sello del presidente de la República, una pequeña maleta roja con cuatro pasaportes (incluyendo el oficial) a nombre del presidente Jovenel Moise y un librito de Bank of America con su nombre y el de la primera dama, Martine E. Moise.

Sus hijos estaban en casa. Jormarlie, de 24 años, se escondió en el baño de la habitación de su hermano, este fue luego a atender a su madre, herida en el brazo.

Los funcionarios del CAT Team y la USGPN tampoco llegaron a tiempo. «Me dijeron que no podían llegar y que estaban varados. El comandante Dimitri (Hérard) me dijo que no todos los hombres podían llegar», fue otra parte del testimonio ofrecido por Jean Laguel Civil.

Tres cordones de seguridad, ninguno reaccionó

El relato del comisionado divisional coincide con los entrevistados por Miami Herald. Solo hay que leer ambos relatos para atar algunos cabos y conocer el sistema de seguridad del presidente. Parecía impenetrable.

Luego de recibir la llamada del mandatario a las 1:34 de la mañana, el comisionado hizo cuatro llamadas telefónicas en los siguientes 14 minutos. Primero llamó a Dimitri Hérard, tal como lo relató ante el juez, luego a la 1:35 llamó a Paul Eddy Amazan, pero no obtuvo respuesta. Posteriormente salió rumbo al lugar del crimen.

Son tres niveles de seguridad dispuestos en la vía para proteger a Jovenel Moise. La USGPN, bajo el mando de Hérard. Si esta no reacciona, en su lugar actúa el CAT Team. Posteriormente están los guardaespaldas del presidente.

Es aquí donde han surgido dudas. Dimitri Hérard se negó a acatar la citación de la Fiscalía por lo que fue detenido. A su juicio, su falta se debía a “estrictas medidas conservadoras”. Luego de ser interrogado, el fiscal de Puerto Príncipe, Bedford Claude, ordenó su aislamiento.

También se ha hablado de un infiltrado. Juan Carlos Yepes Clavijo, soldado retirado colombiano implicado en el caso confesó que tenia entendido «era de la misma seguridad de la persona que iban a ‘capturar’». Yepes asegura que llegó a Haití creyendo que iba brindar seguridad a Christian Emmanuel Sanon, médico haitiano-estadounidense que desde hace más de 10 años anhelaba la presidencia del país.

De héroe a presunto cerebro del magnicidio

El crimen no solo acabó con la vida del mandatario. El sargento retirado del Ejército colombiano, Duberney Capador, también murió durante el magnicidio.

Recientemente la policía de Colombia señaló que Capador participó en una reunión en Puerto Príncipe junto a Joseph Félix Badio, exfuncionario del Ministerio de Justicia de Haití; el médico Christian Emmanuel Sanon y el excapitán Germán Rivera. Allí habrían sido informados «de que iban a detener al presidente haitiano”. Pero días previos al crimen, Badio les aclaró que se trataba de un asesinato.

Aún así, su imagen quedó mancillada. Su hermana Yenny Capador contó a El País que desde que dejó el Ejército, se había dedicado «al campo» y a la madre de ambos. En abril pasado, informó a su familia que se iba a Haití «con una empresa de seguridad con un contrato de dos años, a cambio de 2700 dólares de salario». Yenny desconoce qué pasó y por qué su hermano ahora figura como uno de los cerebros de la operación. La verdad irá saliendo a la luz en la medida en que avancen las pesquisas.

Paralelamente, el Gobierno haitiano realizó los actos fúnebres de Jovenel Moise, con su esposa de regreso a Haití y con la designación de Ariel Henry como máxima autoridad, tras la dimisión del primer ministro, Claude Joseph.

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