Por Steven Mosher – Actuall

Resulta muy sospechoso que funcionarios de la administración Biden hayan aparecido repentinamente en todas las noticias advirtiendo que el origen del virus COVID-19 puede quedar para siempre como un misterio sin resolver. Y es que es precisamente lo dicen cuando las agencias de inteligencia de EE.UU. se encuentran a la mitad de una investigación de 90 días que Joe Biden «ordenó» y anunció con bombos y platillos el pasado 26 de mayo.

Por cierto, fue el mismo 26 de mayo en que nos enteramos que, unas semanas antes, Joe Biden había cancelado secretamente una investigación iniciada por la administración Trump sobre exactamente la misma cuestión.

¿Control de daños? Saque Ud. sus propias conclusiones.

Al anunciar la investigación, el actual ocupante del Despacho Oval trató de enmarcar la cuestión del «orígen» afirmando que el virus «o surgió del contacto humano con un animal infectado o de un accidente de laboratorio».

Y estuvo equivocado en ambas hipótesis. No fue un inocente murciélago o un «accidente» de laboratorio lo que produjo el virus mortal, sino una investigación altamente clasificada de “ganancia de función” realizada bajo la dirección del Ejército Popular de Liberación de China (EPL). Lo único que sigue siendo un misterio es cómo salió del laboratorio. Fui uno de los primeros en cuestionar la historia oficial del gobierno de China – que alguien había cogido el virus de un mal tazón de sopa de murciélago en algo llamado el Wet Market de Wuhan- en mi artículo del Post del 22 de febrero de 2020.

En ese artículo titulado «No compre la historia de China: El coronavirus puede haberse filtrado de un laboratorio» reuní varias pruebas plausibles, todas las cuales apuntaban al laboratorio de Wuhan: China tenía sólo un laboratorio de nivel 4 que puede «manejar coronavirus mortales» y ese laboratorio estaba localizado en Wuhan en el mismo «epicentro de la epidemia».

Evidenciando el pésimo historial de seguridad de laboratorio de China, el propio Xi Jinping, en los primeros días de la crisis, había advertido sobre la «seguridad de laboratorio» como una prioridad de seguridad nacional.

Por consejo del mismo Xi, «el Ministerio de Ciencia y Tecnología publicó una nueva directiva titulada: ‘Instrucciones para fortalecer la gestión de la bioseguridad en laboratorios de microbiología que manejan virus avanzados como el nuevo coronavirus´”.

Tan pronto como comenzó el brote, el ejército de China puso a cargo al principal experto en guerra biológica del EPL, el general Chen Wei, enviado a Wuhan para lidiar con la emergencia.

Incluso en ese momento había otras pruebas disponibles, que también apuntaban al laboratorio y a la participación del EPL: las autoridades ordenaron que todas las muestras tempranas del coronavirus recogidas por laboratorios privados y universitarios en China fueran destruidas, pues éstas eran vitales para rastrear el origen y la propagación temprana de la enfermedad.

El Centro Civil de Control de Enfermedades de China fue completamente excluido y se dejó todo en manos del EPL, indicio claro que se trataba de un programa militar clasificado.

Las academias militares e instalaciones de Wuhan y sus alrededores fueron cerradas alrededor del 1 de enero, mucho antes de que el público chino fuera notificado de que había un problema.

China mintió sobre la transmisión de persona a persona, dejando a EE. UU. y otros países sin estar preparados para prevenir una rápida propagación del virus, lo cual derivó en la pérdida de miles de vidas.

La evidencia era circunstancial, sin duda, pero era suficiente como para estar bastante seguro en ese momento de poder convencer a un jurado de la culpabilidad de China. Aun así, mientras esperaba que más hechos salieran a la superficie, tuve la moderación de referirme al «origen del laboratorio» sólo como una posibilidad.

Facebook, sin embargo, no esperó ni tuvo la misma moderación. Rápidamente decidió suprimir mi artículo calificándolo como «Información Falsa» y negándose a desbloquearlo hasta el 17 de abril. Los principales medios de comunicación también se unieron al ‘cargamontón’, criticando al New York Post por la publicación de un «teórico de la conspiración.» Otros que plantearon preguntas sobre el orígen de la pandemia también fueron fuertemente censurados, si no «cancelados» por completo.

China cerró el laboratorio de Wuhan, y el establecimiento de virología estadounidense cerró filas, ambos negando que la investigación de “ganancia de función” – o un programa de investigación de armas biológicas del EPL – tuviera algo que ver con la pandemia.

Ha tomado más de un año, pero los intentos de encubrimiento a ambos lados del Pacífico se han ido desmoronando gradualmente.

Durante ese tiempo China ha ensayado una media docena de farsas cada vez más inverosímiles. Después del colapso del cuento del Wet Market de Wuhan, China trató de culpar de albergar el virus a una serie de animales salvajes entre murciélagos, pangolines y mapaches. Parece que ahora han vuelto a los murciélagos, y se nos dice que hace muchos años, en una cueva lejos del laboratorio de Wuhan, los mineros se enfermaron al haber sido pisados, mordidos o contaminados por el excremento de esas mismas repugnantes criaturas portadoras de virus.

Pero la más alocada de estas historias de las autoridades chinas fue que el CoV-2 era un arma biológica estadounidense, creada en los laboratorios de investigación del Ejército de EE.UU. en Fort Detrick, Maryland. Llamándolo descaradamente el «Virus Americano» cuentan que llegó a China a través soldado-atletas estadounidenses que participaron en los Juegos Mundiales Militares de octubre de 2019 y fue secretamente lanzado sobre la desprevenida población china de Wuhan.

Pero… ¿Quién inventa todas estas historias locas de murciélagos y bioarmas secretas lanzadas por atletas soldados? La misma gente, al parecer, cuyo sueño febril durante décadas ha sido hacer exactamente lo mismo.

Hay numerosas publicaciones científicas que prueban que los laboratorios chinos estaban involucrados en peligrosas investigaciones de “ganancia de función”, junto con nuevas pruebas de que estas técnicas se estaban utilizando en un programa activo de armas biológicas que incluía al laboratorio Wuhan. Como el desertor de China Dr. Yan Limeng ha mostrado, fue el propio EPL el que aisló el coronavirus murciélago original que sirvió como la «columna vertebral» o «plantilla» para CoV-2. Material genético adicional fue entonces empalmado en este virus para hacerlo más infeccioso y mortal para los seres humanos. Esto no es especulación.

Lea también: El régimen chino se niega a auditar sus laboratorios para investigar el origen del coronavirus

Los que hicieron el empalme dejaron «firmas» en el genoma mismo. Para aumentar la letalidad de un virus, por ejemplo, aquellos que realizan investigaciones de “ganancia de función” suelen insertar un fragmento de ARN que codifica para dos aminoácidos de arginina. Este fragmento – llamado doble CGG – nunca se ha encontrado en ningún otro coronavirus, pero está presente en CoV-2. Además de esta evidencia condenatoria, hay otros indicios de manipulación también.

Los cada vez menos «negadores» del origen en el laboratorio continúan insistiendo en que el vasto laboratorio de la naturaleza es capaz de infinitas sorpresas. Por supuesto, eso es cierto. Como también puede ser cierto que si hay suficientes monos tipeando las cuatro bases de ADN A, C, G y T en suficientes teclados de computadora, con el tiempo producirán una copia completa y precisa del genoma humano, que es 6.400 millones de veces el largo de esas bases. ¿Pero cuáles son las probabilidades?

¿Y cuáles son las probabilidades de que el virus pase naturalmente de los animales a los humanos?

El Dr. David Asher, quien dirigió la ahora cancelada investigación del Departamento de Estado, le hizo esa misma pregunta a un bioestadístico, el cual le explicó que las probabilidades eran aproximadamente … 1 en 13 mil millones. Ante esa probabilidad insignificante, Asher comentó, «decir que esto se produjo por zoonosis (transmisión de animal a humano) es algo ridículo”.

Lo que sí sabemos, como señaló el ex Asesor Adjunto de Seguridad Nacional (DNSA) Mathew Pottinger en una entrevista en febrero, es que ya en 2017 el EPL había estado «haciendo experimentos clasificados secretos con animales en ese mismo laboratorio [Instituto Wuhan de Virología]». Mientras que el laboratorio Wuhan se hace pasar por una «institución civil», dijo Pottinger, la inteligencia estadounidense ha determinado que el laboratorio ha colaborado con el ejército chino en publicaciones y proyectos secretos de armas biológicas.

Esa es también la opinión de David Asher:»El Instituto Wuhan de Virología no es el Instituto Nacional de Salud», dice«Estaba operando un programa secreto, clasificado. En mi opinión, y soy sólo una persona, mi opinión es que era un programa de armas biológicas».

Un libro chino que recientemente cayó en manos del Australian Strategic Policy Institute (ASPI) confirma aún más que los científicos militares chinos se han centrado en lo que llamaron la «nueva era de las armas genéticas» desde al menos 2015. Comienzan afirmando que la Tercera Guerra Mundial sería combatida con armas biológicas, y continúan describiendo cómo los virus pueden ser recogidos de la naturaleza y «manipulados artificialmente para convertirlo en un virus de una nueva enfermedad humana, luego en un arma y liberarla”.

¿Le suena familiar?

De hecho, los científicos incluso señalaron que los coronavirus son una clase de virus que pueden convertirse fácilmente en armas biológicas, y sugieren que el candidato ideal para un arma biológica sería algo así como el coronavirus que causa el síndrome respiratorio agudo severo, o SARS. Vale la pena señalar que el virus que causa COVID-19 es un tipo de virus del SARS, por lo que la Organización Mundial de la Salud insiste en que lo llamemos SARS-CoV-2. O sea como el «segundo» virus del SARS.

Peter Jennings, director ejecutivo de ASPI, dijo que el nuevo documento «muestra claramente que los científicos chinos estaban pensando en la aplicación militar de diferentes cepas del coronavirus y pensando en cómo podría ser diseminado. Allí se comienza a consolidar la posibilidad de que lo que tenemos aquí es la liberación accidental de un patógeno para uso militar”.

El documento, continuó diciendo, es lo más cercano a una “evidencia irrefutable”.

¿Puede realmente sorprendernos que el mismo régimen asesino que practica coercitivamente abortos, esterilizaciones, extracción de órganos y genocidio también esté desarrollando armas biológicas letales para esparcirlas sobre el mundo?

China tenía tanto la intención como la capacidad de tomar un virus inofensivo de un murciélago, convertirlo en un patógeno mortal, y luego liberarlo en el mundo. Y la evidencia sugiere que hizo precisamente eso.

Más de la mitad de los estadounidenses – incluyendo 59% de republicanos y 52% de demócratas – ahora creen que el virus fue hecho en un laboratorio y liberado ya sea accidental o intencionalmente. De hecho, ha habido una consolidación masiva en la opinión pública contra el gigante comunista en todos los ámbitos, con el 89% de los adultos que ahora ven a China como un país hostil o peligroso.

Al matar a 600,000 estadounidenses, China ha demostrado que es tanto hostil como peligroso.

Pero que la administración Biden haga pagar a China por sus crímenes, eso es otra cuestión.

Este artículo apareció originalmente en el New York Post, en inglés, el pasado 24 de julio

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