Por Nehomar Hernández – La Gaceta de la Iberoesfera
El recién inaugurado gobierno de Pedro Castillo no pierde tiempo y ha comenzado a dar pasos inexorables hacia el precipicio trazado por el repertorio tradicional de la izquierda latinoamericana de la peor calaña.
Hace algunos días el nuevo gobierno había levantado serias polémicas, cuando el nuevo Presidente decidió encomendar la jefatura de su recién nombrado gabinete al izquierdista Guido Bellido.
El nombramiento ha sido visto por varios sectores de la sociedad peruana como una franca provocación del nuevo mandatario, quien confiere esta importante responsabilidad a un hombre que es partidario de ideas como defender al Castrismo cubano, cambiar la Constitución peruana y una mayor estatización de la economía.
Además, el Primer Ministro está siendo investigado por la justicia peruana por apología al terrorismo, dado que ha manifestado públicamente simpatías con las ideas del grupo terrorista comunista Sendero Luminoso.
Ahora el drama se ve aderezado con las declaraciones que ha ofrecido otro de los hombres del Presidente: el recién apuntado Ministro de Exteriores peruano, Héctor Béjar. Sus primeras palabras públicas han hecho hincapié en la posición que asumirá el nuevo gobierno con respecto a la tiranía de Nicolás Maduro en Venezuela.
Béjar ha dejado en claro que el Perú no tendrá un rol determinante ante la comunidad internacional cuando toque atender el caso venezolano. El nuevo gobierno comunista está en línea con la idea de promover el “entendimiento” entre las “distintas tendencias políticas” que existen en el país latinoamericano, siendo partidario de no intervenir en su política interna.
El nuevo Ministro de Exteriores peruano –asumiendo que en Venezuela todo se trata de una disputa civilizada por el poder entre un gobierno y su oposición–ha precisado además que vería con buenos ojos una “renovación democrática” en dicho país.
Esto, que podría sonar muy bien para una audiencia desprevenida, simplemente viene a convalidar la idea de que Castillo apoyará la convocatoria formulada por el chavismo para llevar a cabo una nueva farsa electoral sin garantías en noviembre, donde se pretende seleccionar a nuevos gobernadores, alcaldes y concejales.
El recién nombrado Canciller peruano se ha atrevido a ir más lejos, señalando que en Venezuela existe tanto “un sistema de Seguridad Social” como “un Sistema de Educación” universales que favorecen a amplios sectores de la sociedad.
Béjar se refiere a un país en el que el Sistema de Jubilaciones lleva a ancianos enfermos y mal nutridos a hacer largas filas mes a mes frente a los bancos para cobrar pensiones de menos de €2.
Los dichos del premier representan una afrenta a la verdad si se considera que miles de niños y jóvenes venezolanos han quedado al margen del sistema educativo básico venezolano. Se estima que a finales de 2020 la deserción escolar en el país había alcanzado el 50% debido a la carencia de instalaciones para impartir la enseñanza, alimentación básica para los estudiantes y, sobre todo, maestros con buenos salarios que estuviesen dispuestos a dictar las lecciones.
El cuadro trágico que el diplomático peruano desconoce se complementa además con la desoladora radiografía que ofrece el Sistema de Salud Pública en Venezuela. Al cierre de 2019, la oenegé Médicos por la Salud reportó que el 78% de los hospitales estudiados tenía problemas de suministro de agua potable, en tanto que el 68% presentaba falencias en materia de energía eléctrica. Según esta organización, el 51% de los quirófanos de los hospitales que revisaron estaban absolutamente inoperativos.
En tiempos de pandemia este cuadro desolador se ha visto agudizado, además, por la escasez de personal médico asistencial para atender la crisis sanitaria que afronta la nación sudamericana. De acuerdo con datos de la oenegé Médicos Unidos de Venezuela y la propia información oficial del régimen, para finales de junio habían fallecido cerca de 670 trabajadores de la salud, siendo éste uno de los sectores más afectados en el país por los embates del covid-19.
“Nuestra preocupación es que no solo en Venezuela sino en Perú y en muchos otros países, los derechos de las personas marginadas sean respetados, conservados y que el nivel de bienestar social mejore. Nuestra política es contra sanciones unilaterales y contra bloqueos. Venezuela es un país que está bloqueado”, ha manifestado también Héctor Béjar.
Para el año pasado la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Universidad Católica Andrés Bello detalló que, según los ingresos percibidos en los hogares, hasta un 96% de la población del país caribeño podía considerarse inscrita dentro de algún grado de pobreza. Este estudio reafirmó que la pobreza extrema en la nación sudamericana roza el 80%.
Pero para colmo de males, el Canciller Béjar ha obviado olímpicamente el hecho de que Venezuela se ha convertido en un país errante, forzado por una tiranía comunista a ver a sus habitantes a desperdigarse por el mundo.
Para finales de 2020 la Organización de Estados Americanos (OEA) estimaba que 5,4 millones de venezolanos se habían visto forzados a dejar su país. Se proyecta que para 2021 esta cifra alcance los 6 o 7 millones de migrantes.
En suma, el nuevo gobierno del Perú posee desde su génesis todos los elementos necesarios para inscribirse dentro del club en el que despuntan los lastres dejados por la izquierda irresponsable y destructora que tanto daño le ha hecho a la región.
Pedro Castillo y su tren de gobierno son herederos del mismo discurso de Fidel Castro y Hugo Chávez. Lo que está por verse es si también compartirá con ellos el desatino de sumergir a su país en un lodo del que quizá no pueda levantarse, para desgracia de los peruanos.