Por Mamela Fiallo – gaceta.es
El presidente Guillermo Lasso dejó en claro que no se dejará amedrentar por manifestaciones de las “brisas bolivarianas” –anunciadas por Nicolás Maduro– que pretenden paralizar el país desde octubre de 2019.
“Nosotros los representamos a ellos (a los pobres), no aquellos que se visten como pobres, pero son mercantilistas, capitalistas y solo buscan la desestabilización de la democracia con fines simplemente protervos. Pero aquí les decimos claro: no estamos pintados en la pared y no vamos a hacer lo que ellos quieran, sino lo que le conviene al pueblo ecuatoriano”, exclamó el presidente del Ecuador.
Lo dijo durante el evento de lanzamiento de la Estrategia Ecuador Emprendedor Innovador y Sostenible 2030. La nación sudamericana cuenta con algunas de las zonas más biodiversas del planeta. Por lo cual, busca crear empleo desde el desarrollo sostenible, causando el menor impacto posible. Para ello, lleva adelante la Alianza para el Emprendimiento e Innovación (AEI), con el fin de dinamizar el ecosistema de emprendimiento en el país.
Para lograrlo, Lasso manifestó en su discurso que busca atraer la inversión extranjera para el campo petrolero y minero con el objetivo de reactivar la economía y generar empleo. “Vamos a debatir con todos aquellos que quieren satanizar la actividad petrolera y la actividad minera”, declaró.
Lo dijo en respuesta a las demandas de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que incluyen detener la ampliación de la política minera y derogar los Decretos Ejecutivos que permiten la fijación del precio de combustibles.
El líder indigenista Leonidas Iza, presidente de la CONAIE, le dio al presidente un plazo hasta el 10 de agosto para dar una respuesta a sus demandas.
La respuesta del mandatario es que trabaja en la focalización del subsidio al transporte público “porque eso sí afecta a los más pobres” del Ecuador. “Aquellos que dicen representar a los pobres del Ecuador ¿qué es lo que quieren? Quieren combustibles más baratos… ¿para qué? ¿Para que el subsidio vaya a quién? ¿A los ricos, a los contrabandistas o a los narcotraficantes? No quiero pensar que aquellos que hacen oír su voz ahora de mantener el subsidio a los combustibles pretendan responder al interés de aquellos sectores a los que la sociedad ecuatoriana no tiene que subsidiar”, espetó.
Lasso defendió la política energética de su Gobierno, explicando que además del sector petrolero y minero están propuestos proyectos de producción de energía eólica y fotovoltaica. “No es verdad que la explotación petrolera, minera o los proyectos hidroeléctricos no sean sustentables. Las tecnologías modernas en el mundo son capaces de llevar estos objetivos y convivir con los mejores estándares de respeto al medio ambiente. Y lo vamos a hacer de esa manera”, señaló.
El nuevo presidente del Ecuador aseguró a la ciudadanía que evitará “medidas traumáticas”. Ofreció administrar de forma eficiente los recursos del Estado con el fin de reducir el déficit fiscal y dejó en claro que su enfoque será la inversión y la innovación, la propuesta y no la prohibición, como pretenden quienes amenazan con paralizar el país, como la dirigencia indigenista.
Ecuador fue el primer país paralizado en la región por causa de las protestas convertidas en disturbios que luego se extendieron por Colombia y Chile. Los manifestantes exigían conservar el subsidio al combustible que existe en el Ecuador desde la última dictadura militar. La dirigencia indigenista encabezó la iniciativa y sus líderes viajaron hasta Washington, donde Leonidas Iza lanzó el libro “Estallido: La rebelión de octubre en Ecuador”, cuya conclusión establece: comunismo indoamericano o barbarie.
El carácter marxista de este levantamiento se resume en esta frase de Lenin: “es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del Poder estatal que ha sido creado por la clase dominante”.
Cabe diferenciar indígena de indigenista. No son sinónimos. Al contrario, la Conquista de América fue posible precisamente gracias a las alianzas de los pueblos indígenas con España. En el caso del Ecuador, por ejemplo, los cañaris fueron los primeros que se levantaron contra los incas en el sur.
De modo que los hispanoamericanos somos descendientes de dichas alianzas, tanto culturales como sanguíneas, comenzando por el hecho que el fundador de Quito, Sebastián de Benalcázar, tuvo esposa(s) indígena(s) y su hijo mestizo luchó por la corona.
El indigenismo, por el contrario, es una ideología que no aprecia la riqueza de la unidad, sino que fomenta la división y sobre todo el enfrentamiento. Es funcional al marxismo en cuanto a la lucha de clases, a la cual le da un toque “interseccional”.
Fiel a sus raíces materialistas, el marxismo no cree en el libre albedrío (un concepto cristiano). Cree en el determinismo y no en la movilidad social. Por eso divide a la sociedad entre ricos y pobres. Pues no concibe la posibilidad de que el pobre salga adelante por sus propios medios. Si lo hace, es un “desclasado”.
Para comprender la profundidad del conflicto es necesario entender a la nueva izquierda. Con la caída del Muro de Berlín, el socialismo internacional se reorganizó y cambió su discurso. Vio que el proletario aspiraba a la prosperidad y ya no era sostenible la lucha de clases.
La naturaleza del ser humano demostró no ser compatible con el socialismo. Entonces era necesario el surgimiento de un “hombre nuevo”. Mientras surja, la meta cambió del proletario al planeta. El ambientalismo se volvió la nueva lucha, donde, además de la lucha de clases, se enfrentarían el planeta y el ser humano.
Un autor clave para aplicar el ambientalismo en función del socialismo es Robert Heilbroner, economista marxista y vendedor de más de 4 millones de libros. Destacó que «Las fábricas y almacenes y las granjas y tiendas de una formación socioeconómica socialista deben coordinarse … y esta coordinación debe conllevar la obediencia a un plan central».
Proponía «repensar el significado del socialismo» para enfrentar «la carga ecológica que el crecimiento económico está imponiendo al medio ambiente». Sin titubeos, Heilbroner explicitó que el poder sobre las personas, el dominio, era la razón de ser del socialismo y el ambientalismo sería la forma de lograrlo.
Al neomarxismo le caracteriza la interseccionalidad, una forma transversal de abordar el enfrentamiento entre oprimidos y opresores. Contrapone al ser humano con la naturaleza, al hombre con la mujer, el rico con el pobre, Europa y América. Por ende, a los hispanoamericanos con su historia, renegando del mestizaje e imponiendo un relato de división.
El término “sandía” define esta lucha: verdes por fuera y rojos por dentro. Así se caracteriza a quienes alegan abogar por el medio ambiente pero lo hacen a través de exigir entregarle al Estado el control de los recursos.
Las palabras finales de la obra del líder de las revueltas resume lo que proponen: el culto a la Madre Tierra (la Pachamama) correspondiente a un gobierno planetario –el globalismo–, la versión verde y ecologista del socialismo internacionalista de siempre.
En el vecino Perú es muy evidente con la nueva administración de Pedro Castillo, que en su discurso inaugural pretendió antagonizar con el español, un hombre que ni siquiera sabe hablar quecha o aymara. Incluso amenazó con eliminar todos los vestigios “coloniales”, cuando en realidad Perú nunca fue colonia sino un virreinato, el más leal a la corona española.
Aunque en el plano social Guillermo Lasso ha cedido pasos ante el avance de dicha agenda, en el plano económico asegura que no. Su gobierno será un Ecuador del Encuentro, donde promueve el debate con todos los sectores, desde el diálogo, no desde la violencia o la intimidación, como proponen los que amenazan “comunismo indoamericano o barbarie”.