Por Santiago José Castro – La Gaceta de la Iberoesfera
A menos de un año de las elecciones parlamentarias y presidenciales en Colombia, el equipo más cercano al candidato de izquierda Gustavo Petro, enfrenta graves denuncias por estafa; además del financiamiento y apoyo a grupos de jóvenes para que bloqueen vías, ejerzan violencia contra la ciudadanía y se enfrenten a la policía.
El senador Gustavo Bolívar, por ejemplo, deberá responder ante el Consejo de Estado, pues se le acusa de estar financiando al grupo “primera línea”. El alto tribunal admitió una demanda por “pérdida de investidura”, que podría conducir a su muerte política. Esto se deriva del “apoyo” que dio el senador petrista, haciendo llegar “kits” que incluían gafas, cascos, guantes, entre otros elementos para que los jóvenes de ese movimiento se enfrentaran a la fuerza pública. Incluso compartió un video en redes sociales en el que mostraba los elementos que harían llegar a todo el país.
No es asunto de poca monta. De hecho la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, otrora senadora del Partido Verde y quien apoyó a Gustavo Petro en la segunda vuelta presidencial en 2018, ha sido muy crítica de la promoción de la violencia en varias localidades de la capital por parte de la izquierda, denunciando que organizaciones políticas como el petrismo y el senador Gustavo han mandado a los jóvenes como “carne de cañón”.
Noticias Caracol logró entrevistar a uno de los jóvenes capturados por la policía, quien reconoció que reciben 70 mil pesos (15,5 euros) por salir a manifestarse.
Por esto, la alcaldesa López ha condenado el “vandalismo, que no es salir a protestar”, y ha acusado con nombres y apellidos a Gustavo Petro y a Gustavo Bolívar por la radicalización de la protesta, que condujo a la destrucción de varios vehículos del transporte público, el incendio de Centros de Atención Inmediata (CAI) de la Policía Nacional, entre otros delitos, en las últimas semanas.
Petro no tardó en responder y expresó que la alcaldesa de la capital “se eligió con el programa Bogotá Humana (promovido por el izquierdista cuando fue alcalde de Bogotá entre 2012-2016) y gobernó con el de Peñalosa”.
“El ataque de Claudia contra Bolívar es electoral y trapero. Bolívar no le quita los ojos a los jóvenes. No destruye humedales y no le regala el dibero público a los operadores privados de Transmilenio. Hay que saber hoy por hoy dónde están los vándalos”, dijo Petro en clara defensa de su amigo y copartidario.
Como si las cosas no estuvieran suficientemente intensas en ese sector de la izquierda colombiana, el reconocido actor Bruno Díaz, quien fue además concejal de Bogotá durante tres periodos desde 1998 y candidato a la Cámara de Representantes por el partido Decentes, por el que fue elegido al Senado Gustavo Bolívar; denunció mediante un video la estafa de la que fue víctima su hijo Diego por parte de dicho senador, que lo habría dejado en la quiebra, conduciéndolo al suicidio.
Los socios de Diego Díaz insisten en que el hoy senador petrista nunca les ha dado la cara y que las explicaciones que ha tratado de dar a los medios de comunicación, al igual que las acciones legales que anuncia para garantizar su derecho al buen nombre carecen de fundamento.
Felipe Pasos, quien no ha podido responder por las deudas que contrajeron con Diego Díaz para instalar un conjunto de paneles solares en el hotel que el senador Bolívar tiene en la ciudad de Girardot, a una hora de Bogotá, compartió que trataron de buscarlo varias veces en el Congreso de la República y siempre los evadió. Esto, por supuesto, antes del suicidio de su socio.
Este episodio se suma a aquél en el que se observa al senador Petro recibir una bolsa de papel llena de billetes por parte del contratista Juan Carlos Montes, que, sin embargo, no fue suficiente para una investigación a fondo de la financiación de su campaña presidencial.
Pese a todo, el petrismo sigue denunciando al establishment de promover la violencia, al gobierno Duque de ser un gobierno corrupto y a sus otrora aliados en la izquierda colombiana de gobernar con banderas de la derecha, insistiendo en ver el tallo en el ojo ajeno sin sentir la viga en el propio.