Por José Hermosa – BLes.com

Investigaciones realizadas en Alemania revelan el polémico cultivo de cientos de “mini cerebros” partiendo de células madre, que en su desarrollo incluso formaron “vesículas ópticas bilaterales funcionalmente integradas” (OVB, por la sigla en inglés). 

Luego, esos organoides OVB desarrollaron progresivamente vesículas ópticas bilateralmente simétricas, con sus respectivos tipos de células neuronales y no neuronales, de acuerdo con el estudio publicado el 17 de agosto. 

Esas vesículas ópticas en desarrollo “incluyen células primitivas epiteliales de la córnea y del cristalino, epitelios pigmentarios de la retina, células progenitoras de la retina, proyecciones axónicas y redes neuronales eléctricamente activas”, explica el informe. 

Asimismo, estos organoides resultaron sensibles a varias intensidades de luz, evidenciando “la capacidad intrínseca de autoorganizar las estructuras sensoriales primitivas asociadas al cerebro anterior de una manera topográficamente restringida”, sigue diciendo.

“Y pueden permitir estudios de interacción entre órganos dentro de un solo organoide”,  enviando información al cerebro, agrega.

En esta investigación también participa el neurocientífico Jay Gopalakrishnan, del Hospital Universitario de Düsseldorf.

“El desarrollo del ojo es un proceso complejo, y su comprensión podría permitir apuntalar las bases moleculares de las primeras enfermedades de la retina”, destaca Sciencealert del  artículo.

“Por ello, es crucial estudiar las vesículas ópticas, que son el primordio del ojo cuyo extremo proximal está unido al cerebro anterior, esencial para la correcta formación del ojo”, agregan. 

Los experimentos se realizan en el Instituto de Genética Humana del Hospital Universitario de Düsseldorf, liderados por la Dra. Elke Gabriel. 

Estas intervenciones científicas generan cuestionamientos éticos, algunos de los cuales son expuestos por el autor Jazz Shaw. 

“Puede que estemos ahondando en cuestiones que van de la ciencia a la religión, pero basta con pararse a pensar en lo que se está haciendo”, escribió Shaw. 

Y agrega: “Estamos cultivando cerebros que parten de células cerebrales humanas reales. Y después de crecer durante un tiempo producen ondas cerebrales. ¿No significa eso que están pensando?”

Además dice: “Y si es capaz de pensar, ¿tiene el minicerebro (nos atrevemos a decir) un alma? Si no le interesa la idea del alma, ¿qué le parece la [idea de] conciencia?”

Y sigue: “Si es así, hay cuestiones muy serias sobre el derecho que tenemos a ir manipulando estos cerebros, por no hablar de destruirlos cuando el experimento haya terminado”.

El tema de la experimentación con la genética humana es muy debatido. Ya se han cuestionado los experimentos con híbridos humano-animales y la creación de embriones humanos de tres padres. 

Incluso un importante científico chino, He Jiankui,  anunció a finales del 2018 la creación de los primeros bebés genéticamente modificados. 

Desde entonces, el científico ha desaparecido, un programa de televisión que celebró su hazaña fue despublicado y las instituciones que antes lo apoyaron ahora lo repudian.

Lo que el régimen chino consideró un gran éxito fue ampliamente rechazado por los científicos internacionales. 

Los científicos condenaron el experimento de He como “ilegal”, “antiético”, “inaceptable” e “imprudente”.

Además de las objeciones morales a la manipulación de lo que es un ser humano, la tecnología está cuestionada éticamente porque los cambios en un embrión podrían ser heredados y eventualmente afectar a todo el patrimonio genético.

La modificación genética de un embrión humano también implica riesgos, como la introducción de mutaciones no deseadas o la producción de un bebé cuyo cuerpo está compuesto de algunas células modificadas y otras no modificadas.

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