Por Tomás Lugo – El American

En los últimos días, tras la desastrosa retirada de tropas americanas de Afganistán, se ha abierto la discusión sobre cómo deben ser tratados los talibanes que ahora gobiernan desde Kabul. Especialmente porque pese a estar bloqueados en Facebook, Instagram y YouTube, los altos portavoces talibanes siguen esparciendo su ideología violenta a través de Twitter.

Twitter es la única plataforma importante de redes sociales que no ha prohibido su uso a los talibanes, y los miembros de alto rango de la organización terrorista cuentan con cerca de un millón de seguidores entre ellos. Solo los líderes talibanes, como Zabihullah Mujahid, que cuenta con más de 330,000 seguidores, Suhail Shaheen, que tiene casi 372,000, Mohamed Naeem que reúne a más de 220,000 y Qari Yousaf Ahmadi, con más de 60,000, suman un público de 982,000 personas en Twitter.

Al notar la diferencia, los medios corrieron a contactar a los portavoces de las redes sociales más importantes para conocer una opinión oficial respecto al uso de sus plataformas por miembros de la organización terrorista que tomó Afganistán violentamente.

“Los talibanes están sancionados como una organización terrorista bajo la ley de Estados Unidos y les hemos prohibido nuestros servicios bajo nuestras políticas de Organización Peligrosa”, dijo un portavoz de Facebook a BBC. “Esto significa que eliminamos las cuentas mantenidas por o en nombre de los talibanes y prohibimos elogios, apoyo y representación para ellos”.

Facebook destacó que la política se aplica a todas sus plataformas, incluida su red insignia de medios sociales, Instagram y WhatsApp.

Prueba de ello es que cuando los talibanes tomaron el poder en Kabul el domingo, establecieron una línea de ayuda de WhatsApp para los residentes de la ciudad, permitiéndoles denunciar violencia, saqueos u otros problemas directamente a la Comisión de Quejas del grupo (intentando vender esa imagen renovada de organización pacífica).

Más tarde el martes, el Financial Times informó que la línea directa de denuncias de los talibanes había sido bloqueada por Facebook, junto con otros canales oficiales de los talibanes.

En respuesta, el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, acusó a Facebook de censura en una conferencia de prensa y dijo que “la pregunta debería hacerse a aquellas personas que afirman ser promotores de la libertad de expresión y que no permiten la publicación de toda la información (…) a la empresa Facebook, se le debe hacer esta pregunta”.

Aunque Facebook mantiene un bloqueo a los talibanes dada su política contra “individuos y organizaciones peligrosas“, Twitter sostiene que los talibanes pueden mantener sus cuentas activas siempre y cuando “no rompan las normas”. En un comunicado obtenido por Mediaite, un portavoz de la compañía dijo que “continuaría aplicando proactivamente” sus reglas sobre la “glorificación de la violencia, la manipulación de plataforma y el spam”.

La compañía agregó en su declaración: “La principal prioridad de Twitter es mantener a las personas seguras y mantenernos alerta”.

“¿Por qué en la tierra verde de Dios el portavoz de los talibanes tiene una cuenta de Twitter activa pero no el expresidente de los Estados Unidos?”, tuiteó al respecto el republicano Madison Cawthorn (R-NC) el domingo. “¿De qué lado están las empresas de Big-Tech cuya base está en Estados Unidos?”.

“La libertad y la democracia no van bien cuando Twitter continúa prohibiendo la cuenta de Trump, pero retransmite al portavoz talibán sin pensarlo dos veces”, tuiteó el miembro francés del Parlamento Europeo, Jérôme Rivière.

Y es que, a partir de los hechos acaecidos en el Capitolio el pasado 6 de enero, todas las grandes plataformas de redes sociales se unieron en la excusa perfecta para bloquear a Trump cuando todavía era el presidente de la mayor potencia militar y económica del hemisferio occidental.

Mientras tanto, YouTube, propiedad del gigante Google, prometió a CNN el martes que “cancelaría” cualquier cuenta que crea que es operada por los talibanes afganos. Incluso TikTok, propiedad de la gigantesca ByteDance de China, le dijo a CNBC que está eliminando contenido que apoya o alaba al grupo terrorista.

Al exponer la agenda política oficial de los talibanes por primera vez desde que asumieron el poder, el portavoz del grupo insistió en que a las mujeres se les permitiría trabajar y estudiar. Aunque, en un siniestro juego de palabras, garantizó sus derechos solo “dentro del marco de la sharia”.

Los talibanes y su historia contra los derechos de las mujeres afganas

El Islam tiene la tradición de proteger los derechos de las mujeres y los niños. De hecho, el Islam tiene disposiciones específicas que definen los derechos de las mujeres en áreas como el matrimonio, el divorcio y los derechos de propiedad.

Antes del ascenso de los talibanes, las mujeres en Afganistán estaban protegidas por la ley y cada vez ganaban más derechos en la sociedad afgana. Las mujeres recibieron el derecho al voto en la década de 1920, y ya en la década de 1960, la Constitución afgana preveía la igualdad entre hombres y mujeres. Cuando el país comenzó a avanzar hacia la democracia había un clima de tolerancia y apertura y las mujeres hacían importantes contribuciones al desarrollo nacional.

Ya en 1977, las mujeres constituían más del 15 % del máximo órgano legislativo de Afganistán. Se estima que a principios de la década de 1990, el 70 % de los maestros de escuela, el 50 % de los trabajadores del Gobierno y los estudiantes universitarios y el 40 % de los médicos en Kabul eran mujeres. Las afganas habían participado activamente en organizaciones de ayuda humanitaria hasta que los talibanes impusieron severas restricciones a su capacidad para trabajar.

Pero la versión del Islam de los talibanes no es apoyada por los musulmanes del mundo. Aunque los talibanes afirman que actúan bajo el mejor interés de las mujeres, la realidad es que el régimen talibán redujo cruelmente a las mujeres y las niñas a la pobreza, empeoró su salud y las privó de su derecho a la educación y, muchas veces, del derecho a practicar su religión en libertad. Los talibanes están fuera de sintonía con el mundo musulmán y con el Islam.

Mujeres afganas sentadas en un autobús en la frontera entre Irán y Afganistán el 16 de agosto de 2021. (EFE)

Afganistán, bajo los talibanes, tenía uno de los peores antecedentes en materia de derechos humanos del mundo. El régimen reprimió sistemáticamente a todos los sectores de la población y negó incluso los derechos individuales más básicos. Sin embargo, la guerra de los talibanes contra las mujeres fue particularmente espantosa.

No por nada el presidente George W. Bush, durante la Conferencia de Varsovia sobre la Lucha contra el Terrorismo el 6 de noviembre de 2001, se refirió específicamente a la situación de las mujeres afganas, e insistió en que “ninguna nación puede ser neutral en este conflicto“.

“Las mujeres son encarceladas en sus hogares y se les niega el acceso a la atención médica y la educación básicas”, dijo entonces el presidente Bush. “La comida enviada para ayudar a las personas hambrientas es robada por sus líderes. Se destruyen los monumentos religiosos de otras religiones y los niños tienen prohibido volar cometas, cantar canciones. Una niña de siete años es golpeada por llevar zapatos blancos”.

El asalto a la condición de la mujer comenzó inmediatamente después de que los talibanes asumieran el poder en Kabul en 1996. Los talibanes prohibieron la universidad a las mujeres y las obligaron a renunciar a sus trabajos, cerrando una importante fuente de talento y experiencia para el país. Les restringieron el acceso a la atención médica, aplicaron brutalmente un código de vestimenta restrictivo y limitaron la capacidad de las mujeres para moverse por la ciudad.

Los talibanes perpetraron atroces actos de violencia contra la mujer, incluidos la violación, el secuestro y el matrimonio forzado. Algunas familias recurrieron a enviar a sus hijas a Pakistán o Irán para protegerlas.

Estados Unidos mantuvo durante los últimos 20 años una guerra contra los talibanes en Afganistán por ser extremistas islámicos vinculados con Al-Qaeda. Aunque no han sido formalmente nombrados por el Departamento de Estado como una organización terrorista, han sido tratados como tal por sus innegables relaciones con los enemigos de Estados Unidos y Occidente.

Hoy, cuando sus líderes vuelven a tomar el poder en Afganistán de manera violenta, y aunque quieran venderle al mundo una imagen rejuvenecida y edulcorada sobre su pasado, los mismos violadores de mujeres tienen cuentas con cientos de miles de seguidores en Twitter.

Al final, para Twitter, un presidente políticamente incorrecto como Donald Trump es una amenaza a la seguridad y estabilidad que quebranta todas sus normas, pero los talibanes son tolerables si se “comportan”.

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